Los jefes de Defensa de doce países, incluidos Estados Unidos y Reino Unido, condenaron «el uso de fuerza letal contra personas desarmadas por parte de las Fuerzas Armadas” en Myanmar, un rechazo que también expresaron dos agencias de la ONU, un día después de que la represión a las protestas de ciudadanos contra la junta militar que gobierna el país en 44 ciudades dejara 114 muertos.
Australia, Alemania, Canadá, Corea del Sur, Dinamarca, Estados Unidos, Grecia, Italia, Japón, Nueva Zelanda, Países Bajos y Reino Unido coincidieron en una declaración en el que instan a las Fuerzas Armadas de Myanmar a que “cesen la violencia».
Para los máximos líderes de Defensa de estos países, «un ejército profesional debe seguir las normas internacionales», por lo que las fuerzas de seguridad locales «son responsables de proteger, no de dañar, a las personas a las que sirven».
Para estos países, «las Fuerzas Armadas de Myanmar han perdido con sus acciones el respeto y la credibilidad del pueblo”, por lo que «deben trabajar para recuperarlos».
El medio birmano Myanmar Now elevó a 114 la cifra de muertos en la represión a las manifestaciones de ayer, en tanto la Asociación de Ayuda a los Presos Políticos (AAPP) habló de «al menos 90 fallecidos».
Para la organización, ya son 423 los decesos desde el golpe de Estado del 1 de febrero y el inicio de las protestas, muertes que incluyen a “niños, estudiantes, jóvenes y civiles», aunque «la cifra real probablemente es mucho mayor».
La condena también llegó de parte de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, y la relatora especial de Naciones Unidas para la Prevención del Genocidio, Alice Wairumu Nderitu, quienes advirtieron que «las acciones vergonzosas, cobardes y brutales del Ejército y la Policía, grabados disparando contra manifestantes que huían y que no han evitado ni siquiera a los menores más jóvenes, deben cesar de inmediato».
Un texto conjunto citado por la agencia DPA destaca que hay «múltiples informaciones creíbles» que apuntan a al menos 107 muertos a manos de las fuerzas de seguridad durante la jornada del sábado, «incluidos siete menores de edad», y advierte de que «previsiblemente el número de muertos aumentará».
Además, subraya que «la comunidad internacional tiene la responsabilidad de proteger al pueblo de Birmania de los crímenes atroces».
En la misma línea, el relator especial de las Naciones Unidas sobre los Derechos Humanos en Birmania, Tom Andrews, pidió una acción internacional coordinada contra la dictadura.
«Ha llegado el momento de emprender una acción vigorosa y coordinada. El Consejo de Seguridad de la ONU es el lugar apropiado para examinar una crisis de esta magnitud y tomar las medidas adecuadas», remarcó.
Ya ayer se habían expresado sobre el tema la Unión Europea y el Departamento de estado de EEUU, cuyo titular, Antony Blinken, condenó el «derramamiento de sangre» en Myanmar.
“El derramamiento de sangre nos aterró; fue obra de las fuerzas de seguridad que quieren enseñar que la junta sacrificará las vidas de las personas para servir a pocos. Expreso mi más profundo dolor a los familiares de las víctimas», escribió Blinken en su cuenta de la red Twitter, según la agencia Sputnik.