El viceministro de Relaciones Exteriores, Sedat Onal, se reunió con el embajador David Satterfield anoche para expresar la enérgica condena de Turquía a la decisión de ayer del presidente Joe Biden.
En cumplimiento de una promesa de campaña, Biden reconoció como un genocidio eventos que comenzaron en 1915 y que derivaron en la matanza de unos 1,5 millones de armenios por el Imperio Otomano, el antecesor de la actual Turquía.
La declaración fue cuidadosamente elaborada para decir que las deportaciones y masacres tuvieron lugar en el Imperio Otomano, no en Turquía.
“Vemos ese dolor. Afirmamos la historia. Hacemos esto no para culpar, sino para asegurarnos de que lo que sucedió nunca se repita”, dijo el mandatario demócrata.
La proclamación de la Casa Blanca provocó inmediatamente declaraciones de condena de los funcionarios turcos.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, acusó ayer a «terceros» de interferir en los asuntos de su país.
«A nadie le beneficia que los debates -que deberían llevar a cabo los historiadores- estén politizados por terceros y se conviertan en un instrumento de injerencia en nuestro país», dijo Erdogan.
Turquía rechaza el uso de la palabra, argumentando que tanto turcos como armenios murieron en esos hechos de violencia durante la Primera Guerra Mundial, y pide que se forme una comisión de historiadores turcos y armenios para investigar los hechos.
“El presidente Erdogan abrió los archivos nacionales de Turquía y pidió un comité histórico conjunto para investigar los eventos de 1915, a lo que Armenia nunca respondió», dijo hoy Ibrahim Kalin, el portavoz del mandatario turco, en Twitter.
«Es una lástima que Biden haya ignorado, entre otros, este simple hecho y haya tomado una posición irresponsable y sin principios”, agregó.
Pese a los años de presiones de la comunidad armenia en Estados Unidos, ningún presidente estadounidense había querido correr el riesgo de enojar a Turquía, aliado histórico de Washington y miembro de la OTAN, usando el término «genocidio» para describir lo que los armenios llaman Meds Yeghern, o el Gran Crimen.
El Congreso estadounidense sí reconoció el genocidio armenio en diciembre de 2019 en una votación simbólica, pero el Gobierno del entonces presidente Donald Trump se negó a utilizar el término.
El anuncio se produce cuando las relaciones turco-estadounidenses atraviesan una serie de problemas.
Estados Unidos sancionó a funcionarios de defensa turcos y expulsó a Turquía de un programa de aviones de combate después de que el único país musulmán miembro de la OTAN comprara el sistema de defensa S400 de fabricación rusa.
Turquía está frustrada por el apoyo de Washington a combatientes kurdos de Siria a los que vincula con rebeldes kurdos que desde hace décadas combaten a las fuerzas del Estado turco en busca de su independencia.
Turquía también exige a Estados Unidos la extradición de Fethullah Gulen, un clérigo turco acusado de orquestar un sangriento intento de golpe contra el Gobierno de Erdogan en 2016. Gulen niega su participación.
Erdogan y Biden hablaron por teléfono el viernes por primera vez desde las elecciones estadounidenses de noviembre del año pasado.
Ambos mandatarios acordaron reunirse en junio al margen de la cumbre de la OTAN en Bruselas a la que acudirá Biden durante su primer viaje al extranjero desde que asumió el cargo.