Chelsea superó hoy a Manchester City, en el que tuvo pocos minutos Sergio Agüero en su despedida del equipo, por 1 a 0 en el estadio do Dragão de Oporto, Portugal, y se consagró campeón de la Champions League por segunda vez en su historia.
El delantero alemán Kai Havertz, a los 42 minutos del primer tiempo, hizo el único gol de la final.
En el banco de Chelsea estuvo el arquero argentino Wilfredo Caballero, como en otras 12 ocasiones en la temporada de la Champions.
Por su lado, Agüero ingresó a 15 minutos del final, casi sin opciones y con su equipo desarmado y desesperado por la igualdad. Así se despidió de su club luego de una década, en la que levantó cinco ligas Premier, una Copa FA, tres Community Shield y seis Copa de la Liga inglesa e hizo 260 goles (39 por Champions).
Los dirigidos por el alemán Thomas Tuchel impusieron sus condiciones desde el principio hasta el final, contaron con las situaciones más peligrosas y no le permitieron al Manchester City hacer lo que más sabe, más allá de los minutos finales en los que empujó con ganas y pocas ideas. Al igual que en la Premier League inglesa, Chelsea lo doblegó.
Chelsea, directo y versátil en ataque, achicó los espacios en los minutos iniciales, se movió en bloque y le tapó todas las salidas a Manchester City.
Arriba Mason Mount, Timo Werner y Kai Havertz lastimaron en cantidad y calidad a la defensa del City, que apostó por la marca individual y con bastante distancia entre cada hombre, y en 15 minutos le generó tres situaciones claras que se toparon con el arquero Ederson.
Manchester City tuvo la posesión de la pelota, algo característico de los equipos de Josep Guardiola, pero sin la fluidez necesaria para traducirla en poderío ofensivo. Solamente Raheem Sterling rompió líneas cuando la agarró gracias a su velocidad y capacidad de gambeta, sin socios y con Kevin De Bruyne bien tomado y Riyad Mahrez prácticamente desaparecido sobre el costado derecho del ataque.
No sorprendió el gol de Havertz sobre el final. La jugada, un calco de todo lo visto: salida directa con un pase desde el medio, pique de un atacante y mano a mano frente a un desprotegido Ederson, la mayor víctima del desacople defensivo.
Pocas alternativas mostró el City, con Sergio Agüero y Gabriel Jesús en el banco de suplentes. Es que extrañó la electricidad del argelino Mahrez y el talento de su arquitecto futbolístico De Bruyne, al punto que abusaron de un recurso poco utilizado en la temporada como el centro para algún futbolista y la defensa de Chelsea lo agradeció.
El francés N’Golo Kanté, que resultó el MVP de la ida y la vuelta de semifinales contra el Real Madrid, fue el culpable de la anulación completa del belga, al que se lo vio con cara de fastidio por cada corte y por el despliegue de su rival.
La intensidad y el ritmo del primer tiempo no se vio en el complemento de un partido cargado de nervios y con muchos futbolistas debutantes en esta instancia, con la salvedad del lesionado Thiago Silva en Chelsea y Ilkay Gündogan en Manchester City.
Guardiola mandó a la cancha a Jesús para tener más peso arriba contra un armado defensivo sin fisuras y a Fernandinho para ordenar el medio y generar caudal de juego con el adelantamiento de Ilkay Gündogan.
Lo hecho por Chelsea no solo sobresalió en repliegue y en la inhibición de las armas rivales, sino que cuando tuvo la oportunidad salió en velocidad con Havertz y Christian Pulisic, quien falló en cara a cara increíble.
En los minutos finales, Manchester City empujó por todos lados, sin demasiadas ideas y mucho menos la tranquilidad de siempre para tocar y abrirse camino. Los siete de adición se consumieron entre pelotazos frontales, centros de los costados y los despejes de Chelsea, que se quedó justamente con la Champions.