Hay momentos en que los espacios se vuelven memoria presente como en las dos muestras que acaba de inaugurar el Centro Cultural de España en Buenos Aires (Cceba) con la idea de resignificar la relevancia que tuvo en los 90 su mítica sede de Florida al 900 diseñada con practicidad funcional por el arquitecto Clorindo Testa y al mismo tiempo volver a poner en valor el mobiliario, el archivo y la colección de obras de arte de la institución que durante muchos años fue epicentro de la efervescencia cultural porteña.
Inaugurado en agosto de 1988 como Centro de Cooperación Iberoamericana (ICI) y hoy rebautizado como Cceba, el espacio de Florida 943 funcionó en un subsuelo largo remodelado por Testa y tuvo como impulso el proyecto cultural de su director Pedro Molina Temboury (1988-1989) con ayuda de Laura Buccellato, quien se desempeñó como activa subdirectora entre 1998 y 2002.
El céntrico local fue uno de los referentes culturales porteños de fines de los 80 y los 90. En esa estructura innovadora se dieron cita las distintas manifestaciones del arte y generaciones de artistas, charlas, performances, muestras de videoarte y presentaciones de libros, además de funcionar una biblioteca y un archivo, hasta que en 2006 fue cerrado al público y se mudó a la planta baja de la sede de Paraná 1159 como espacio expositivo, entre otras actividades.
El proyecto curatorial encargado a principios de 2020 a Lara Marmor al que denominó «Darle forma al centro» y que conforma un «rescate histórico y afectivo», fue derivando por la emergencia sanitaria en otras posibilidades y abordajes hasta concretarse en el ciclo «Colecciones en forma», donde el programa de artes visuales 2021 del CCEBA se despliega en charlas virtuales con curadores que comenzaron en abril y continúan hasta octubre, a las que se suman ahora tres muestras presenciales.
«‘Darle forma al centro’ integra a cuatro proyectos en diálogo a partir de una propuesta que les hice a un grupo de jóvenes curadores para trabajar con el patrimonio y la historia del Cceba desde distintas zonas: por un lado el legado arquitectónico (que incluye diseño de mobiliario de Clorindo Testa), la biblioteca y el archivo, y por el otro la colección de obras de arte para volver a reposicionar un espacio que había perdido su brillo, su encanto. Un lugar que durante muchos años fue epicentro efervescente de la cultura porteña», explica Marmor, para quien «la curaduría es una práctica artística».
Las dos primeras exhibiciones disponibles por estos días son «Incidencias», que con curaduría de Ana Vogelfang convoca el diseño y practicidad funcional del espacio ideado por el emblemático arquitecto Clorindo Testa; y «Con los propios ojos», que a partir del trabajo de Bárbara Golubicki rememora un archivo a explorar.
En esta oportunidad, mesas, sillas con escritorios y ruedas, bibliotecas móviles de madera sobre ruedas con herrajes rojos vacías de libros, revistas o periódicos de España, pequeñas estanterías, espejos colgados de variadas formas, chapas acanaladas como techo y al fondo, la proyección de un video que recopila registros de actos de la vieja sede de Florida por el coleccionista Gustavo Bruzzone -un testigo certero y curioso, aún hoy- dan marco a la primera sala de exposición a recorrer desde la sensorialidad.
En ella, las luces y las sombras reflejan presencias, y rememoran las concepciones espaciales del arquitecto y artista Clorindo Testa, quien desarrolló y dio forma al subsuelo donde funcionaba la Librería Española, un centro cultural que trascendió la concepción de espacio de encuentro tradicional y potenció los diálogos multidisciplinarios, explica la también artista y arquitecta Vogelfang.
Como parte de una investigación previa y conversaciones entre los curadores, surgieron preguntas sobre la identidad del espacio y cómo trasladarlo a una muestra. «Era una especie de hipótesis de investigación y también un desafío reactualizarlo, cómo traer esos elementos, ver qué pasaba ahora, no desde una cuestión nostálgica: ¿cómo era habitar ese espacio, por qué pasaba lo que pasaba a nivel social», vuelve preguntarse la curadora.
Y agrega: «¿Cuáles son los mínimos elementos que hacen que este espacio se reconozca y se pueda habitar, casi como unas matrioshkas, las muñecas rusas? ¿cómo es un centro cultural adentro de otro centro cultural, o dentro de sí mismo?».
Era un «espacio muy raro para refaccionar», indica y a ello suma la idea de Laura Buccellato de hacerlo incómodo. «La idea de la incomodidad empieza a circular mucho en la gestión del proyecto. Primero porque había que cambiar la audiencia, era la remodelación de la vieja Librería Española que funcionaba como librería y tenía su público asiduo, pero la propuesta de cambio a centro cultural implicaba la noción de atraer la idea de lo joven», explica Vogelfang a Télam.
La propuesta de Buccellato tenía esa concepción de que el espacio fuera «movible», que se pudiera cambiar y modificar, y de allí la noción de un mobiliario sobre ruedas con rieles en el piso, grandes espejos que parecen suspendidos y fáciles de desmontar -comenta la curadora- y con un techo de «placas acanaladas de fibrocemento, que acá están en otra materialidad y otra disposición, porque ahí la idea era acentuar esa perspectiva de ese sótano superfinito y alargado», mientras que «el piso era un solado como el de la vereda, los mismos baldosones pero puestos en oblicuo», como juego entre un adentro y un afuera, describe.
«El mobiliario es un diseño de Testa a partir de pensar que todo el espacio tenía que dar idea de movimiento, flexibilidad y poder albergar 20 personas o doscientas y dar la sensación de éxito», señala.
En cambio la propuesta «Con los propios ojos», de la historiadora del arte Bárbara Golubicki, rescata boletines gráficos, algunos diseñados por Luis Wells entre 1988 y 1996, para muestras de artistas como Kenneth Kemble, Víctor Grippo, Alberto Heredia, Sebastián Gordin, Rosana Fuertes, Marcelo Pombo, Miguel Harte o Jorge Gumier Maier, o para dar cuenta del espacio literario con nombres como Rafael Alberti, Alberto Laiseca y Ricardo Piglia, entre muchos otros.
«Los boletines expuestos reflejan la multidisciplinariedad que tenía el centro con actividades sobre moda, diseño, arquitectura, premios, video, literatura, muestras individuales de artistas consagrados y muestras de dupla de artistas emergentes previo a que se mostraran en el Rojas», destaca Golubicki.
La curadora explica también que lo bueno de trabajar con un archivo «es usarlo como un material sensible y no como una documentación para una investigación». Y plantea como interesante de la convocatoria algo implícito en el funcionamiento del centro cultural en la «idea del cruce» de las disciplinas, algo novedoso para la época y que constituía la identidad del espacio. «Se lo recuerda por las artes visuales, pero en realidad era un centro cultural con todas las letras, tenía toda esa multidisciplinariedad», define.
El nombre de la muestra, «Por tus propios ojos», remite a la expresión latina «de visu», que significa «con los propios ojos», y esto juega con la noción de testimonio, de evidencia para el que mira los indicios de un archivo escogido, recortado, que lo asienta en la idea de haber estado presente y en la temporalidad del ahora: «los ojos ya no son los mismos, incluso del que fue testigo de esos episodios», reflexiona.
Y es así que en esta segunda sala, los videos son documentos y sobre una mesa se disponen desperdigados álbumes con fotos de personalidades y concurrentes del espacio que invitan a explorar recuerdos que alcanzan hasta 1994, y tal vez reconocerse y señalar los rostros conocidos para recrear referencias archivísticas perdidas.
En el marco del ciclo de charlas que acompañan la iniciativa, el 31 de agosto será el turno de la entrevista a Buccellato y Francisco Lemus (investigador especializado en el arte del Centro Cultural Ricardo Rojas y los 90 en Buenos Aires), sobre la historia del ICI en el marco del debate actual en torno a la década del 90; y en septiembre la artista Florencia Curci realizará una intervención sonora a partir del montaje de «Incidencia».
Ambas muestras, que estarán hasta el 24 de septiembre, ocupan todo el espacio expositivo por primera vez en la historia del centro cultural. Y a partir del 15 de octubre tendrá lugar la tercera exposición del ciclo, «Color local», con curaduría de Rodrigo Barcos. En esta oportunidad, centrado en la tarea de otros circuitos de producción y la gestión de espacios autogestivos.
La muestra puede visitarse en el Centro Cultural de España en Buenos Aires (CCEBA), Paraná 1159, de lunes a viernes de 10 a 19 con cita previa en turnos@cceba.org.ar