Documentos obtenidos a través de solicitudes de información muestran que los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos financiaban investigaciones en el laboratorio de Wuhan.
Durante medio año, Anthony Fauci, el principal funcionario de enfermedades infecciosas en Estados Unidos, y el senador por Kentucky y médico Rand Paul se han trenzado en una batalla con respecto a si los Institutos Nacionales de Salud (NIH) financiaron una peligrosa investigación de “ganancia de función” en el Instituto de Virología de Wuhan (IVW) y si esa investigación pudo tener algo que ver con la pandemia.
Contra el interrogatorio agresivo del senador Paul durante tres audiencias diferentes, el Dr. Fauci ha negado la acusación insistentemente. “Los NIH nunca antes y tampoco ahora financian investigación de ganancia de función en el Instituto de Virología de Wuhan”, dijo en su primera gresca el 11 de mayo, una postura que ha sostenido firmemente.
No obstante, surgió recientemente un tronco de documentos que complican las negaciones del Dr. Fauci. Los documentos, obtenidos a través de solicitudes de la Ley de Libertad de Información (FOIA), muestran que los NIH financiaban investigaciones en el laboratorio de Wuhan que involucraba la manipulación de coronavirus de maneras que podrían haberlos hechos más transmisibles y mortales para los humanos, un trabajo que podría decirse que encaja en la definición de ganancia de función.
Los documentos establecen que altos funcionarios de los NIH estaban preocupados porque el trabajo hubiera cruzado una línea que el gobierno estadounidense había marcado en contra de financiar tales investigaciones riesgosas. El financiamiento provino del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas (NIAID) de los NIH, el cual preside el Dr. Fauci.
La resistencia del Dr. Fauci y otros funcionarios de los NIH de poner a disposición la documentación que podría informar el debate sobre el origen del covid-19 ilustra el viejo dicho de la época del Watergate de que el encubrimiento es peor que el crimen.
No hay evidencia de que los experimentos en cuestión hayan tenido una relevancia directa en la pandemia. En el pasado, el Dr. Fauci ha dado argumentos convincentes de por qué este tipo de investigación, aunque riesgosa, era necesaria para prevenir pandemias futuras, y pudo haberlo hecho de nuevo. Pero los NIH han sido lentos con las solicitudes de la FOIA al respecto, y han entregado documentos solo después de que The Intercept llevó a la agencia a la corte.
El afán aparente de ocultar los documentos solo ha suscitado sospechas sobre la investigación controvertida y ha puesto a los NIH a la defensiva. Fauci dijo a ABC: “Ni yo ni el Dr. Francis Collins, el director de los NIH, hemos mentido o engañado sobre lo que hemos hecho”.
El episodio es una herida autoinfligida que ha minado todavía más la confianza en los funcionarios de salud pública de Estados Unidos en un momento en el que la confianza es de suma importancia.
Mientras el Dr. Fauci recibe los ataques políticos, las revelaciones se centran en otro personaje de este drama: Peter Daszak, presidente de la compañía privada de investigación EcoHealth Alliance, la cual recibió el subsidio por 3 millones de dólares de los NIH para la investigación de coronavirus y subcontrató los experimentos de ganancia de función al laboratorio de Wuhan.
EN SECRETO
Las actividades de Daszak y EcoHealth antes de la pandemia y durante esta muestran una alarmante falta de transparencia con respecto a su trabajo con los coronavirus y suscita dudas sobre qué más hay por descubrir.
Desde el principio, Daszak ha trabajado vigorosamente para desacreditar cualquier idea de que la pandemia pudo ser el resultado de un accidente de laboratorio. Cuando los medios de comunicación trataban de entender las nociones básicas de la situación, Daszak organizó una carta en la prestigiosa revista médica The Lancet, con 27 científicos, para “condenar rotundamente las teorías de conspiración que sugieren que el covid-19 no tiene un origen natural”, y se hizo nombrar como parte del equipo de la OMS que investiga el origen del covid-19, en el que argumentó exitosamente que no había necesidad de revisar los archivos del Instituto de Virología de Wuhan.
Lo que Daszak no reveló por entonces era que el IVW había usado el dinero del subsidio de los NIH para manipular genéticamente decenas de coronavirus novedosos descubiertos en muestras de murciélagos, y que él sabía que era enteramente posible que una de esas muestras hubiera contenido el SARS-CoV-2 y hubiera infectado a un investigador, como lo concedió ante la revista Science en una entrevista del 17 de noviembre: “Por supuesto que es posible; estas cosas han sucedido en el pasado”.
Los NIH lucharon por más de un año para mantener en secreto los detalles del subsidio a EcoHealth. Las 528 páginas de propuestas, condiciones, correos electrónicos e informes de progreso revelaron que EcoHealth había financiado experimentos en el IVW que eran considerablemente más riesgosos que aquellos revelados con anterioridad.
El problema comenzó en mayo de 2016, cuando EcoHealth informó a los NIH que quería llevar a cabo una serie de experimentos nuevos durante el tercer año de su subsidio por cinco años.
Uno proponía producir “quimeras” hechas de un virus parecido al SARS y las proteínas del pico (las cuales usa el virus para infiltrarse en células animales) de otros, y probarlas en ratones “humanizados”, los cuales habían sido manipulados genéticamente para tener receptores similares a los humanos en sus pulmones, haciéndolos mejores sustitutos de la gente. Cuando dichos virus novedosos se crean, siempre hay un riesgo de que resulten ser patógenos peligrosos por cuenta propia.
Otro experimento riesgoso implicó al virus MERS. Aun cuando el MERS es letal —mata a 35 por ciento de quienes lo contraen—, no es altamente transmisible, lo cual es en parte la razón de que haya cobrado menos de 900 vidas hasta ahora. EcoHealth quería injertar los picos de otros coronavirus relacionados con el MERS para ver cómo ello cambiaba sus habilidades.
Ambos experimentos parecían cruzar la línea de la ganancia de función. Los oficiales de programa de los NIH dijeron algo por el estilo y enviaron a Daszak una carta pidiéndole que explicara por qué él pensaba que no lo hacían.
En su respuesta, Daszak argumentó que, como los nuevos picos que se añadían a las quimeras estaban relacionadas más distantemente con el SARS y el MERS que sus picos originales, no anticipaba una patogenicidad mejorada en el riesgo de contagio. Esa fue una distinción clave que, podría decirse, los exentaba de la prohibición de los NIH a los experimentos de ganancia de función.
Pero, por supuesto, uno nunca sabe; como precaución, ofreció que, si alguno de los virus quiméricos empezaba a crecer diez veces mejor que los virus naturales, lo cual sugeriría una capacidad mejorada, EcoHealth inmediatamente detendría todos los experimentos, informaría a los oficiales de programa de los NIH y juntos resolverían qué hacer a continuación.
Los NIH aceptaron los términos de Daszak e insertaron sus sugerencias en las condiciones del subsidio. Los científicos en el IVW llevaron a cabo los experimentos en 2018. Para su sorpresa, las quimeras parecidas al SARS crecieron rápidamente 10,000 veces mejor que los virus naturales, floreciendo en los ratones humanizados del laboratorio y enfermándolos más que los originales. Tenían las marcas distintivas de patógenos muy peligrosos.
RESULTADOS ENTERRADOS
El IVW y EcoHealth no detuvieron el experimento como se requería. Tampoco le hicieron saber a los NIH lo que sucedía. Los resultados quedaron enterrados en la figura 35 del informe de cuatro años de progreso de EcoHealth, entregado en abril de 2018.
¿Los NIH llamaron a Peter Daszak para que se explicara? No lo hicieron. No hay señales en los documentos entregados de que los NIH siquiera notaran los resultados alarmantes. De hecho, los NIH mostraron su entusiasmo por el proyecto al concederle una renovación por cinco años y 7.5 millones de dólares a EcoHealth en 2019. (La administración de Trump suspendió el subsidio en 2020, cuando la relación de EcoHealth con el IVW se sometió a escrutinio).
En una carta al Congreso en octubre de 2020, el subdirector principal de los NIH, Lawrence Tabak, reconoció la torpeza, pero le endilgó la culpa a EcoHealth, citando su deber de reportar inmediatamente el crecimiento mejorado que había ocurrido: “EcoHealth omitió informar este hallazgo de inmediato, como lo exigían los términos del subsidio”.
En una entrevista posterior con The Washington Post, Francis Collins, director de los NIH, fue más franco: “Ellos lo estropearon. Habrá algunas consecuencias para EcoHealth”. Hasta ahora, los NIH no han comentado cuáles podrían ser esas consecuencias.
Por condenatorios que sean los documentos del subsidio de los NIH, palidecen en comparación con otra propuesta de subsidio a EcoHealth filtrada en el grupo de investigación en línea DRASTIC en septiembre.
En esa propuesta de 2018 a la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de la Defensa (DARPA), una rama de investigación del Pentágono, EcoHealth bosquejó un plan complicado para descubrir qué se requeriría para convertir un coronavirus de la variedad de jardín en un patógeno pandémico.
Ellos propusieron tomar muestras amplias de murciélagos chinos para buscar nuevos virus relacionados con el SARS, injertando las proteínas del pico de esos virus en otros virus que tenían en el laboratorio para crear un juego de quimeras. Luego, a través de la manipulación genética, introducir mutaciones en esas quimeras y probarlas en ratones humanizados.
Una parte de la propuesta recordaba especialmente a la película Dr. Strangelove. Por años, los científicos sabían que añadir un tipo especial de “sitio de hendidura” al pico podría supercargar la transmisibilidad de un virus. Aun cuando muchos virus en la naturaleza tienen dichos sitios, ni el SARS ni ninguno de sus parientes lo poseen. EcoHealth propuso incorporar sitios de hendidura optimizados para humanos en virus parecidos al SARS que descubrió y probar su riesgo de infección.
Por supuesto, dicho sitio de hendidura es exactamente lo que hace al SARS-CoV-2 mucho más infeccioso que sus pares. Ese detalle fue la razón de que algunos científicos al principio sospecharan que el SARS-CoV-2 podría haber sido manipulado en un laboratorio. Y aun cuando no hay pruebas de que EcoHealth o el IVW hayan experimentado activamente con sitios de hendidura —EcoHealth dice que “la investigación nunca se llevó a cabo”—, la propuesta deja en claro que consideraban tomar esa acción en fecha tan temprana como 2018.
DARPA rechazó la propuesta, enumerando entre sus defectos la falta de abordar los riesgos de la investigación de ganancia de función y la falta de discusión de problemas éticos, legales y sociales. Fue una evaluación sensata. Lo notable es que mucho del mismo trabajo que cruzaba una línea para el Departamento de Defensa fue aceptado por los Institutos Nacionales de Salud (NIH).
Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek