Ya lanzado como candidato a la Presidencia de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva dio a conocer su plataforma de Gobierno, un documento que detalla algunas de las políticas económicas que seguirá su administración en caso de imponerse en las elecciones de octubre.
El expresidente, a quien las encuestas señalan como favorito, enumeró tres propuestas muy concretas para conducir las finanzas del país en un marco de crisis internacional.
Y la primera de ellas es la propuesta de un nuevo marco fiscal, que tenga como eje la «credibilidad y la previsibilidad». Sin embargo, asegura que no implementará un ajuste (como varios de sus vecinos en la región) sino que cambiará la distribución de la carga.
“Los pobres pagando menos y los ricos pagando más”, sostiene, y promete eliminar el “techo del gasto público” que impuso el Gobierno de Bolsonaro sobre el presupuesto. De hecho, de cara a la campaña, el propio actual mandatario llevó e impuso en el Congreso un paquete de asistencia social, canalizando ese gasto por vías alternativas para eludir ese límite presupuestario.
Todo esto está atado a la autonomía energética, que pone en jaque a las grandes potencias mundiales y también a los emergentes. Por eso, Lula prevé llevar adelante una política de precios de los combustibles ajustada a los “costos nacionales”.
Mientras que Bolsonaro sostiene que hay que avanzar en la privatización de Petrobras, el candidato del PT propone más intervención estatal. Hoy la petrolera fija las tarifas de acuerdo a los precios internacionales, pero el documento de Lula habla de mayores subsidios a los más necesitados y a sectores estratégicos.
Y el tercer punto clave es el referido a las tasas de interés. EEUU y Europa las han subido, y eso derramó en medidas similares a lo largo de toda América. Brasil mismo las ha incrementado para controlar la escalada de precios (la inflación llega al 11% anual).
La propuesta del exmandatario es reducir la volatilidad de las tasas para combatir la inflación a partir de una mayor producción y la recomposición de los ingresos de los sectores más vulnerables.
AVANCES HACIA EL “SUR”
Un cuarto punto, pero de más difícil implementación, ya había sido expuesta por Lula hace algunos meses: la creación de una moneda común para Sudamérica. El candidato la llamó “Sur”, e incluso fue vista con buenos ojos por el actual ministro de Economía, Paulo Guedes.
La semana pasada hubo un principio de avance en ese sentido. El exembajador argentino en Brasil y actual ministro de Desarrollo Productivo, Daniel Scioli, se reunió con Guedes durante más de una hora y le propuso que las importaciones de ambos países puedan abonarse en sendas monedas locales, estableciendo un nuevo tipo de cambio peso-real para el sector industrial. No hubo una negativa, e incluso fue celebrado por las cámaras industriales brasileñas.
Se entiende así que existen condiciones fácticas del intercambio comercial y avances que abonarían la propuesta de Lula, pero siempre que en Argentina se mantenga el peronismo en el poder.
