En los últimos años, el litio se convirtió en uno de los minerales más demandados en todo el mundo. Sus beneficios, como su liviandad y su alta acumulación de energía, hicieron que año tras año aumente su producción a nivel global.
Considerado como “oro blanco”, su utilización se ha implementado en muchos artefactos de uso diario, como los celulares y las computadoras, y en otros que se encuentran en auge, como los vehículos eléctricos. En medio de un mercado creciente, Argentina podría tener un rol importante en la generación de materia prima y productos.
De acuerdo a un informe realizado por Statista, en base a datos del Servicio Geológico de Estados Unidos, el país se ubica como el cuarto mayor productor de litio, con 6.200 toneladas producidas en el último año.
Según las estadísticas, Australia es quien lidera la producción de este mineral, ya que en 2021 alcanzó las 55.000 toneladas. Chile ocupó el segundo lugar, con 26.000 toneladas producidas, y China se ubicó tercera, con 14.000 toneladas.
Por debajo de Argentina, se ubicaron Brasil, que el año pasado produjo 1.500 toneladas; Zimbabue, que llegó a las 1.200 toneladas; y Portugal, con 900 toneladas.
Pero además de su nivel de producción, el país cuenta con otros dos beneficios: ser la segunda reserva de “oro blanco” más grande del mundo, con 19 millones de toneladas, y estar ubicado en un lugar estratégico, ya que en las fronteras con Bolivia (21 millones de toneladas) y Chile (9,8 millones de toneladas) se encuentra el 60% de las reservas globales.
Si bien el país trasandino se ubica hoy a la vanguardia de su producción en el continente, el presidente Alberto Fernández destacó la importancia de la compañía Y-TEC, la primera planta argentina encargada de la fabricación de celdas y baterías de litio, con la que se busca impulsar su comercialización para generar divisas.
“He visto cómo el mundo reclama el litio como energía y creo que tenemos la oportunidad de brindarlo”, aseveró el mandatario, y remarcó que el país tiene que aprovechar su posición no solo para exportarlo, sino también para industrializarlo.
Y concluyó: “El litio tiene un valor muy distinto si se exporta como mineral, que si se lo exporta como batería. Eso no solo supone fábricas que se montan, o supone trabajo, sino que también supone multiplicar su precio”.