Mientras espera por su coronación para terminar de convertirse en rey del Reino Unido, Carlos III tomó una decisión que rompe con una de las tradiciones de la monarquía británica.
Tras ascender al trono por la muerte de su madre, la reina Isabel II, el monarca desistió de vivir en el Palacio de Buckingham, la tradicional residencia de los reyes ubicada en el centro de Londres.
Según informó la prensa inglesa, el principal motivo de esta decisión se debe a las importantes obras de refacción y mantenimiento que se realizan en el inmueble, las cuales llevarán varios años.
Pese a que los trabajos ya iniciaron hace un tiempo, se estima que estarán culminados recién en 2027. En total, se destinarán 370 millones de libras esterlinas para mantener el palacio.
De esta forma, Carlos III y la reina consorte Camila continuarán sus días en su residencia habitual: Clarence House. Se trata de un edificio ubicado a pocos metros del Palacio de Buckingham, en donde el rey vivió de niño antes junto a sus padres.
Sin embargo, esta no será su única residencia, ya que dividirá sus días además en el castillo de Windsor, mientras que los fines de semana se refugiarán en Sandringham, su casa de recreo.
Con respecto a qué pasará con Buckingham, el diario británico The Sunday Times aseguró que Carlos III tampoco lo ve “como un hogar a futuro”. “Su mantenimiento, tanto desde el punto de vista económico como ambiental, no es sostenible”, señaló.
Lo que sí mantendría en dicho establecimiento son sus oficinas de trabajo, en donde seguirá teniendo las reuniones y otros eventos relacionados con sus tareas como rey.
