El ajuste en educación, previsto en el proyecto de Presupuesto, será del 15,5%. Una de las áreas en donde el ajuste es mayor. Mientras, la TV Pública y Radio Nacional tuvieron un déficit de más de $14.000 millones. Este es uno de los miles de ejemplos que marcan cuáles son las prioridades de un Gobierno muerto, para el cual el futuro y las necesidades de los argentinos carecen de interés. Realizan ajustes en salud y educación, y no tocan empresas deficitarias donde imperan la corrupción y los negocios. Tampoco recortan las millonarias sumas de dinero que envían a los medios K, muchos de los cuales se compraron con dinero de la corrupción.
Frente al brutal ajuste en educación, se podrían decir muchas cosas. El silencio atronador de los intelectuales y de la gente del espectáculo kirchneristas, entre otros, da la pauta exacta de la catástrofe moral en la que se encuentran. Cuando hay un gobierno no peronista harán marchas, se mostrarán dolidos, harán videos y sacarán todo el arsenal de actos patéticos de los que son capaces. Como acostumbran, complementarán esos actos con dichos que dan vergüenza ajena y exhibirán, sin pudor, el estado de pobreza intelectual que los aqueja.
Lo que muestra el silencio en cuestiones como estas es que, además, tienen una condición moral muy baja. Siempre lo supimos, pero este último episodio de gobierno peronista es tan patético que hace que todo se vea con mayor elocuencia. A esta gente sólo le importa su fanatismo sazonado con fondos públicos, que es lo que realmente mueve sus actos de servidumbre frente a los de su secta y de falsa e impostada indignación cuando hay un gobierno de distinto signo.
No voy a ser uno más de los que comenten la película “Argentina, 1985”, pero la observación de Ricardo Gil Lavedra sobre un aspecto de los títulos finales me hizo pensar, una vez más, cómo desde sectores del mundo del espectáculo se termina siempre actuando con sumisión frente al peronismo ocultando la verdadera historia.
“Es en la placa final, cuando ponen las leyes de impunidad y descartan (no mencionan) los indultos. Es imperdonable ante el mínimo rigor profesional que puede tener una placa que se pone al final”, manifestó, entre otras cosas, el exjuez que juzgó a las juntas. Esos indultos fueron dictados por un gobierno peronista cuando los Kirchner eran parte del oficialismo y jamás se opusieron a los mismos. Tampoco se opuso Alberto Fernández, que estaba en el Gobierno en ese momento. Colonización política y pobreza intelectual son las variables que guían actos como el que señala Gil Lavedra. Siempre se trata de esconder la ropa sucia del PJ.
Las miserabilidades del peronismo y de sus defensores glamorosos aumentan su patetismo cuando la descomposición del Gobierno es tan notoria. No hay antecedentes de un gobierno donde los ministros huyan para volver a sus lugares porque tratan de evitar que la debacle se los lleve a la rastra. Ratas huyendo del barco a diario. Todos cuidando su parcela de poder y mostrando que la política es para ellos tan sólo una herramienta para conservar influencia y negocios. No les interesa trabajar para los ciudadanos. Por el contrario, solamente arman estrategias en beneficio propio.
La gente está desamparada y una banda de impunes los deja aún más a la deriva. Esta descomposición tiene en silencio a los artistas e intelectuales K. Solo reaccionarán con énfasis e indignación cuando haya otro gobierno. En ese momento habrá que recordarles que fueron cómplices de un gobierno que fue contra la educación, contra la salud en la pandemia y que fueron cómplices de los muchos crímenes que se cometieron en ese período.
Defender una idea política es natural. Lo que es indignante es tratar de hacerse el progresista cuando hace años que defienden el atraso y la corrupción o cuando hicieron silencio ante hechos criminales.
Hay que ponerlos en el lugar político que les corresponde por sus actos miserables y no avalar el lugar en el que ellos mismos se colocan desde la impostura y la frivolidad.