Tras el derrumbe de la plataforma FTX, que se declaró en bancarrotas el viernes luego de que sus clientes retiraran todo su dinero a lo largo de la semana, el mundo de las criptomonedas parece haber quedado sumamente resentido.
Cuando se inició el colapso de la empresa de Sam Bankman-Fried, su principal competidor, Binance, realizó una oferta de compra para evitar un mal mayor, pero luego decidió dar marcha atrás por las precarias condiciones financieras en las que se encontraba FTX.
Este lunes, el director general de Binance, Changpeng Zhao, se refirió a la problemática de esta nueva economía ante un grupo de líderes del G20, en Bali. Y pidió una regulación del sector, algo a lo que muchos jugadores del mercado se venían resistiendo, para combatir a los jugadores que “toman atajos”.
«Estamos en una nueva industria; hemos visto en la última semana que las cosas se vuelven locas en la industria. Necesitamos algunas regulaciones, necesitamos hacer esto correctamente, necesitamos hacerlo de forma estable», aseguró el ejecutivo.
En ese mismo sentido, agregó: “Creo que la industria tiene colectivamente el papel de proteger a los consumidores, de proteger a todo el mundo. Así que no se trata solo de los reguladores. Los reguladores tienen un papel, pero no es 100% su responsabilidad”.
Por lo pronto, durante el fin de semana Binance, que es uno de los mayores players del mercado cripto, informó que dejaba de aceptar depósitos de criptomonedas bajo el token FTT (de la quebrada FTX), y pidió a las bolsas seguir ese mismo camino.
Según Bank of America, el colapso de las criptomonedas es el quinto mayor colapso económico de la historia, y el mayor en los últimos 50 años. En apenas un año, el precio del Bitcoin (principal moneda de referencia, con un 40% del mercado) cayó un 77%, pasando de los US$ 69.000 a US$ 16.500. Esto generó una fuerte descapitalización que alcanza los US$ 2 billones en ese marcado.
Los cuatro colapsos que le siguen en este medio siglo son el “lunes negro” de 1987; la explosión de la burbuja inmobiliaria de Japón en 1980; el desplome de la Bolsa de Arabia Saudita en 2006; y el boom inmobiliario en los EEUU, en 2005.
