¿Se acuerdan del plan “Llegar al Mundial”? Llegamos al Mundial: todo está peor y el Mundial no fue por ahora el calmante de la realidad que muchos esperaban. En estas horas fueron los empresarios los que se lo hicieron sentir al ministro de Economía pidiendo más medidas de fondo y menos parches. Lindo humo les vendieron.
Es un gobierno curioso. ¿Qué esperaban? ¿A la gente embobada con los partidos y padeciendo una repentina amnesia? Ir a comprar cualquier cosa al súper te hace recuperar la memoria. Y las ruindades del poder te quitan hasta el entretenimiento por los partidos. En sólo 24 horas metieron dos hits de la bajeza con que gobiernan: la compra impúdica de un nuevo avión en medio de la crisis y los $14 millones que gastó el PAMI en cotillón mundialista mientras los abuelos no pueden comprar remedios.
El ministro de Economía sigue haciendo lo mismo que cuando asumió hace más de cien días: hacerse el gil. Cargó contra los que piden una devaluación, cuando el gobierno con sus mil tipos de cambio no hizo otra cosa que devaluar y con el blue de subida pasando el nivel Batakis y empinando el dólar turista a casi 350 pesos.
En otra gran pieza del cinismo, Sergio Massa afirmó que “no se ganan elecciones aumentando el gasto”, siendo que no frenó ni un pedido de aumento de gasto de la vicepresidenta, no hizo ajuste en las empresas deficitarias del Estado, no tocó por ende las cajas de La Cámpora y por ahora se limitó a juntar plata adelantada de la que puede entrar por liquidación de exportaciones con el dólar soja. Plata que entrará ahora pero no entrará después. Algo así como un adelanto de sueldo del año que viene. Massa se camufla de “diferente” frente a los empresarios, mientras gobierna como más de lo mismo. Y peor, porque no sólo el dólar no para la escalada, sino que el cepo recargado sí para a las industrias.
Mientras rezan que el globo del Mundial no se pinche ante México, la única guerra que le importa a la vicepresidenta es la de siempre: la guerra contra la Justicia. En ese tablero, las piezas están que arden, porque corre la cuenta regresiva. Hoy comienza la última etapa del juicio de Vialidad antes de una sentencia. Se trata de las últimas palabras de los trece acusados.
En la tanda de hoy se escucha a Lázaro Baez y a Julio De Vido, y el próximo martes 29, a Cristina Fernández, acusada de ser la jefa de la asociación ilícita. La vicepresidenta llegará a ese día habiendo insistido en los casos Hotesur-Los Sauces y Memorándum con Irán, para que confirmen su sobreseimiento sin juicio, algo inédito. Digno de alguien que se cree intocable, y que, sin embargo, está siendo juzgada estando en el poder, algo que poco se recuerda y muestra una nada despreciable salud institucional (a pesar de que la señora Kirchner, en su furia, exhiba su desobediencia a la Justicia usando el Senado como escudo personal de impunidad).
Como esa movida también se judicializó, por ahora la Corte Suprema la encapsuló a la espera de una definición del juzgado correspondiente y sólo se le tomará juramento a los consejeros de la Cámara de Diputados, mientras se define las presentaciones del senador Luis Juez.
Pensar que la ministra Kelly Olmos soñaba con un mes de descanso porque un mes no iba a hacer la diferencia en material de inflación y todo lo importante era que ganara Argentina. Ojalá la selección le gane a México mañana, pero ni eso suspenderá la crisis.
La sobrevalorada llegada del Mundial si algo demostró es cómo quisieron subestimar a los argentinos. Porque el propio presidente dijo lo mismo que su ministra de Trabajo: que la prioridad era que ganara Argentina. Será que quiere un avión presidencial nuevo para seguir volando y no tocar tierra nunca, como todo el Gobierno que encabeza. Porque el Gobierno está en otra, mientras los argentinos están en la crisis.
Realmente deben estar rezando para que gane Argentina, porque la semana que viene arranca diciembre y llega con el dólar recalentado, la inflación en vuelo crucero y pronósticos judiciales complejos. En el mes más convulsionado de todos, se definirá si Cristina deberá afrontar otros dos juicios y se conocerá la sentencia del que no pudo impedir. Los que pedían su candidatura presidencial quizás tengan que conformarse con la de senadora que incluye fueros por seis años. Y difícilmente los goles apaguen la relevancia de una sentencia por corrupción.
Es insólito, en este contexto, que el kirchnerismo se entretenga buscando mufas del fútbol cuando el fracaso más estrepitoso lo tienen en su propio gobierno. Hábiles para generar confusión, creerán que tal vez así cambian el sentido del enojo. Pero a esta altura todos sabemos que nadie come pelotas de fútbol y la cosa está muy fea.
Por todo esto, hace tiempo, mucho antes de las polémicas por el VAR, que este Gobierno quedó totalmente en offside, incluso con quienes los votaban.