Por Fernando Heredia, de Energía Online
El gas de Vaca Muerta empieza a cobrar escala regional. Mientras todavía se discute con Brasil los mecanismos de financiamiento para terminar la segunda parte del Gasoducto Néstor Kirchner y hacer un nuevo tramo hasta Porto Alegre, un crédito de la CAF activó un segundo camino para llevar nuestro gas al país vecino.
Se trata de un proyecto que viene siendo analizado desde los tiempos en que Sergio Lanziani era secretario de Energía, pero quedó relegado frente a la traza Tratayén-Salliqueló que actualmente está en ejecución. La obra consiste en construir un tramo de 130 km entre La Carlota y Tío Pujio para unir el Gasoducto Centro Oeste que nace en la Provincia de Neuquén con el Gasoducto Norte que llega hasta Bolivia.
A partir de este nuevo caño y tras montar una serie de plantas compresoras, se podría revertir el sentido del flujo del ducto que atraviesa el NOA y abastecer a esta región que viene sufriendo el declino de producción boliviana.
“Hemos cerrado junto a CAF el Plan de Obras de Gas que será aprobado en el mes de marzo. Serán US$ 540 millones para construir el Gasoducto La Carlota-Tío Pujio, el Reversal del Norte y las plantas compresoras” afirmó el ministro Sergio Massa.
Construido hace 50 años, el Gasoducto Norte fue una de las obras energéticas más importantes de todo el hemisferio occidental para la época. Con 1740 km de extensión, fue pensado para transportar el gas salteño hasta Buenos Aires.
A lo largo de las décadas, la cuenca del noroeste fue perdiendo importancia y aun así el caño fue incrementando su capacidad hasta los 28 millones de metros cúbicos diarios actuales ya que comenzó a abastecerse del gas boliviano.
El problema es que el país vecino ahora se encuentra con serios problemas de producción y presenta una curva de declino alarmante. Para tener una idea de la dimensión, en 2023 entregará casi la mitad del gas enviado el año previo, lo que puso a todo el NOA al borde del desabastecimiento.
Con esta obra, se podría sustituir la totalidad del gas de Bolivia (que en 2022 representó un gasto de USD 1.700 millones), exportar al norte de Chile por el ya existente Gasoducto Norandino y llegar hasta Brasil por medio del Gasbol que presenta una gran capacidad ociosa dado que las ventas de gas boliviano también presentan una fuerte merma hacia la máxima economía de la región.
Según los especialistas consultados por este medio, se trata de una obra relativamente sencilla que se puede terminar en menos de un año y tiene un impacto significativo en términos de sustitución de importaciones y de eventuales exportaciones producto de la gran capacidad del caño, aunque en esta primera etapa serían saldos de escasa magnitud.
Por otro lado, el camino hacia Brasil resultaría muchísimo más extenso que la alternativa desde Uruguayana hasta Porto Alegre, implicaría un pago doble de peaje y se llegaría a San Pablo con un precio mucho menos competitivo que por la vía Porto Alegre. Si bien hoy quizá todavía resulte conveniente por los altos precios internacionales, el escenario es mucho más incierto de cara al futuro cuando se pongan en valor los recursos del Presal.
De todos modos, la obra tiene sentido en sí misma solamente teniendo en cuenta el ámbito local, donde hay un enorme mercado de gas por ganar a nivel industrial, transporte y en términos de generación eléctrica que últimamente se está acostumbrando a tener que usar combustibles alternativos como el gasoil y el fueloil que demandan importaciones incluso más elevadas (más de 2.000 millones de dólares en 2022 sólo para el parque térmico) y son más contaminantes.
Publicado en cooperación con EnergíaOnline.com.ar