Por Analía Del Franco (*)
Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri son, sin duda, los referentes fundacionales de sus movimientos: kirchnerismo y PRO, respectivamente.
Representan hoy las posiciones extremas a uno y otro lado de la grieta. Sin embargo, este importante lugar simbólico no les garantiza ni consenso dentro de su propio partido ni alta aceptación en la opinión pública. Coinciden también en estar atravesando una etapa “de sucesión”, especialmente en el frente electoral.
Con la elección presidencial a la vista, en el esquema de Juntos por el Cambio (frente que integra el PRO) los movimientos de sucesión avanzaron más temprano y desembozadamente que en el frente oficialista. Los precandidatos dentro del PRO -Patricia Bullrich, Horacio Rodríguez Larreta) y también aquellos en el espacio ampliado de Juntos (los radicales)- iniciaron una disputa fuerte para imponer un nombre, si bien hoy se presenta más diluida en manos de Facundo Manes como precandidato presidencial en disputa.
En el Frente de Todos, la situación es más compleja debido al tipo de liderazgo de CFK, que es más fuerte, intenso, presente, emocional, activo y peronista, donde la verticalidad es un rasgo identitario. Probablemente esta sea diferente a la de otros momentos, pero es un aspecto que no se puede soslayar al analizar los liderazgos y la sucesión.
Un común denominador en ambos dirigentes es la incógnita que manejan respecto a su lugar en el escenario en la carrera 2023. Manejarse en la ambigüedad puede ser parte de una estrategia electoral. En el caso de Cristina Kirchner, fiel a su estilo, agrega una cuota de complejidad. Manifiesta personalmente que no se va presentar como candidata, pero inmediatamente surge la duda y la presión de sus más cercanos para mantenerse en carrera. Alentada también por la oposición, que la ve con muy buenos ojos como contrincante de posición extrema.
Desde la opinión pública, ambos dirigentes concentran más opiniones negativas y rechazos que apoyos. Un “núcleo duro de imagen favorable” (buena y muy buena) de 27 puntos para Cristina Kirchner y 20 puntos para Mauricio Macri, que crece a 35% considerando la categoría “regular/bueno”.
En términos de “ingeniería electoral” la situación descripta no resulta la ideal para avanzar en una campaña electoral.
Cristina Kirchner concentra un núcleo duro de “seguridad de voto” de 20%, el más alto comparativamente con otros, pero considerando su potencial, (aquellos que “probablemente la votarían”) que es de solo 12,5, la posiciona con bajo nivel de competitividad. CFK garantiza un piso, pero estaría limitando crecimiento entre nuevos votantes.
Mauricio Macri se encuentra en las mismas condiciones, pero con un peso de “voto seguro” más bajo (12%) y el mismo porcentaje de voto probable que la vicepresidenta.
Esta fotografía, muestra a ambos dirigentes con núcleos duros en sus preferencias, pero sin poder de resolución en una elección.
En el espacio de Juntos por el Cambio, como mencionábamos más arriba, las precandidaturas ya están “caminando”. La foto de este momento ya es de contienda, a lo que se les suma una preocupación extra: la tensión con los Libertarios, específicamente con Javier Milei.
Mauricio Macri, por las razones que mencionamos, no está hoy en su mejor momento competitivo entre la opinión pública. La transferencia de sus votos a los precandidatos actuales, resulta por el momento bastante pareja y siempre en el marco de Juntos por el Cambio.
En síntesis, el peso de ambos dirigentes en sus espacios es importante. Mantienen posición de liderazgo, un lugar de peso al momento de la toma de decisiones, núcleos de adherentes y votantes duros importantes, aunque habría que agregar que los de CFK se muestran con mayor grado de fidelidad.
El nivel de incidencia de estos dirigentes es fuerte hacia el interior de sus espacios, mientras que por fuera prevalece la controversia.
(*) Socióloga, titular de Analía Del Franco Consultores.