Los equipos de rescate salvaron el viernes a un bebé de 10 días y a su madre, atrapados entre las ruinas de un edificio en Turquía, y desenterraron a varias personas de otros lugares, mientras el presidente Tayyip Erdogan afirmó que las autoridades deberían haber reaccionado con más rapidez al terremoto de esta semana.
Cuatro días después del terremoto más mortífero en la región en dos décadas, el número de víctimas mortales confirmadas ascendía a más de 24.000 en el sur de Turquía y el noroeste de Siria.
Cientos de miles de personas más se han quedado sin hogar y sin alimentos en unas condiciones invernales desoladoras, y los líderes de ambos países se han enfrentado a preguntas sobre su respuesta.
El presidente sirio, Bashar al-Assad, realizó su primer viaje a las zonas afectadas desde el terremoto, visitando un hospital en Alepo con su esposa Asma, según informaron los medios de comunicación estatales.
Su gobierno también aprobó la entrega de ayuda humanitaria en los frentes de la guerra civil que asola el país desde hace 12 años, una medida que podría acelerar la llegada de ayuda para millones de personas desesperadas.
El Programa Mundial de Alimentos había declarado anteriormente que se estaba quedando sin existencias en el noroeste de Siria, controlado por los rebeldes, ya que el estado de guerra complicaba las labores de ayuda.
El terremoto, que sacudió el país en la madrugada del lunes, es el séptimo desastre natural más mortífero de este siglo, por delante del temblor y tsunami de Japón en 2011 y acercándose a los 31.000 muertos por un sismo en el vecino Irán en 2003.
El número de muertos en Turquía ascendió a 20.213 el viernes, según informó el ministro de Salud del país. En Siria han muerto más de 3.500 personas. Muchas más personas permanecen bajo los escombros.