En el marco del décimo aniversario de la asunción del Papa Francisco, el gobierno de Nicaragua decidió “suspender” su relación diplomática con el Vaticano y cerró su embajada.
La decisión fue tomada este domingo 12 de marzo por el Ministerio de Relaciones Exteriores nicaragüense, a un año de la expulsión del monseñor Waldemar Stanisław Sommertag del país caribeño.
A través de un comunicado, el gobierno de Daniel Ortega señaló que se planteó una “suspensión en las relaciones diplomáticas”, tras las últimas críticas que el sumo pontífice hizo sobre su régimen.
La Iglesia católica mantiene una tensa relación desde hace años con el régimen sandinista, pero en los últimos meses se intensificó una persecución religiosa que incluyó la detención de varios sacerdotes y allanamientos en establecimientos religiosos.
Desde el Vaticano señalaron en su momento que recibieron “con sorpresa y dolor” la noticia de que Nicaragua le retiró el beneplácito a Sommertag.
“Tal disposición resulta incomprensible ya que, durante su misión, ha trabajado incansablemente por el bien de la Iglesia y del pueblo nicaragüense, especialmente por los más vulnerables, buscando siempre favorecer las buenas relaciones entre la Sede Apostólica y las Autoridades de Nicaragua”, remarcaron.
Recientemente, el Papa Francisco realizó una entrevista con Infobae en el que se refirió a las declaraciones de Ortega, quien aseguró que “los obispos, los curas, los Papas son una mafia”.
“Con mucho respeto, no me queda otra que pensar en un desequilibrio de la persona que dirige. Ahí tenemos un obispo preso, un hombre muy serio, muy capaz. Quiso dar su testimonio y no aceptó el exilio”, expresó el sumo pontífice.
Al respecto, comparó lo que ocurre actualmente en Nicaragua como “si fuera traer la dictadura comunista de 1917 o la hitleriana del 35”. “Son un tipo de dictaduras groseras. O, para usar una distinción linda de Argentina, guarangas. Guarangas”, agregó.