El 24 de marzo se conmemora el aniversario del golpe militar de 1976. Debería ser un día donde todos recordaran con respeto esa parte trágica de la historia. Sin embargo, no lo es porque un sector de la política se apropio de manera sectaria de la fecha para usarlo para su conveniencia y para demostrar que siguen pensando en la lógica de los nefastos años ’70, y no en el análisis y el respeto con que se debe recordar una época de violencia.
El kirchnerismo manipula el uso de la memoria y descalifica a todo el que no se sume a su pensamiento. Los que se suponía que velaban por los derechos humanos han dilapidado su capital simbólico y son parte de esa secta. Las Madres de Plaza de Mayo han usado la consigna “no a la proscripción, Cristina conducción” para el acto del 24 de marzo. Sería desopilante si no fuera tan decadente y patético. Lo mismo harán muchos militantes de La Cámpora. La secta mostrando la plenitud de sus formas delirantes.
Siempre recuerdo una entrevista a Graciela Fernández Meijide de hace unos años en la que decía que ella no iba a la marcha del 24 de marzo y, entre las razones que daba, planteaba que podía ser víctima de provocaciones de parte de algunos de los asistentes. Graciela es madre de un desaparecido y ha sido una de las más valientes y lúcidas investigadoras de la tragedia del proceso. Además, denunciaba las desapariciones de personas durante la dictadura militar. Se jugaba la vida en esos tiempos. Ahora, por no pertenecer a los cultores del relato kirchnerista es vilipendiada y discriminada.
Eso marca la pauta del nivel de secta que se maneja en ese ámbito y la profunda bajeza moral de muchos militantes de la comodidad y el sueldo estatal a fin de mes. También se expresa en ese sentido Norma Morandini: “Hace rato que la memoria ha sido profanada. Quienes somos opositores al Gobierno ya no podemos ir a esa plaza donde el kirchnerismo sólo se festeja a sí mismo”, declaró por estos días en La Nación. Norma Morandini tiene dos hermanos desaparecidos.
La prepotencia del relato kirchnerista invisibilizó muchas cuestiones de la historia de los ´70 que en los 24 de marzo no se recuerdan. La dictadura comenzó ese día y la locura de muertes y desapariciones fue enorme. La condena histórica a la dictadura debe ser implacable. Pero, si realmente hubiera un deseo de homenajear a las víctimas de la violencia, habría que recordar a todos ellos.
Antes del 24 de marzo, durante el gobierno peronista encabezado por Isabel Perón, ya se vivía una orgía de muertes. Ya había habido muchas personas desaparecidas, muchos debieron exilarse y la organización paragubernamental Triple A (conducida por López Rega, secretario de Perón y ministro de Isabel Perón) asesinó a muchísima gente. Lo mismo hicieron los Montoneros y el ERP.
Por eso cuando Alfonsín firmó el decreto que dispuso juzgar a las juntas militares, lo acompañó con otro decreto en el que se disponía juzgar a la cúpulas guerrilleras. Ese fue el pacto fundacional de la democracia argentina frente a lo que había pasado en los años 70. Los muertos que están invisibilizados fueron asesinados por organizaciones peronistas y durante un gobierno peronista. Recordemos: Montoneros y la Triple A eran organizaciones peronistas.
En la Argentina se discrimina a la tradición histórica democrática que defendió el juicio a la juntas, el juicio a los guerrilleros, que estuvo en contra de la autoamnistía de los militares y defendió la creación de la Conadep. Nada de eso hubiera sido posible si el PJ ganaba las elecciones en el 83. Es el mundo al revés. Hay que recuperar la verdad histórica. Hay que aclarar ese equívoco.
El kirchnerismo habla de memoria y desprecia a la historia porque la historia le muestra datos que no le convienen y porque a la memoria se la robaron para manipularla. La mejor prueba de esto es que esta semana organizaron un patético Foro de Derechos Humanos en los que participaron solo miembros de su secta. No invitan a gente que no sea de su procedencia porque no tienen capacidad intelectual ni moral para discutir fuera de su grupo mafioso. Por eso, entre los ponentes a ese foro, había muchos que defienden dictaduras como la venezolana, la cubana o la nicaragüense, entre otras. Porque los que torturan y matan tienen derecho a hacerlo si son amigos de los K. Por eso Firmenich (símbolo de esos ’70 que reivindican los militantes K) trabaja para el tirano Daniel Ortega. A esa liga de dictadores inmorales pertenecen.
La enfermedad argentina tiene un síntoma importante en el hecho de que el 24 de marzo sea feriado. Mucha gente se va de fin de semana largo y la marcha que se realiza siempre tiene carácter militante. El día que debería ser feriado es el 10 de diciembre. Ese día terminó la dictadura y empezó la democracia. Los días en los que se recuerda una tragedia no son festivos. El kirchnerismo tiene el 24 de marzo para despreciar a los que piensan distinto, para hacer demostraciones de poder o para decir imbecilidades como que Cristina está proscripta cuando nada le impide presentarse a elecciones. Usan el manual del populismo.
Los derechos humanos son de todos, no deben nunca emparentarse con un grupo porque se desnaturalizan. Y las violaciones a los derechos humanos deben ser siempre condenadas, sin importar quien las cometa. La izquierda se pasó todo el siglo veinte condenando las muertes producidas por sus enemigos y justificando las muertes que producían ellos. Es hora de terminar con esas manipulaciones nefastas.
Una de los temas que deberá enfrentar el próximo gobierno es corregir todas las distorsiones históricas que instaló el adoctrinamiento de este populismo nefasto.