Un error recurrente, y malintencionado, en Argentina es confundir cambio con violencia y orden con represión. La Argentina debe cambiar de manera brutal para cortar un largo ciclo de violencia del poder contra los ciudadanos. Y cuando se habla de orden (y los ladriprogres hablan de represión) se trata de exactamente lo contrario: si no hay orden, se perjudican los sectores más desprotegidos de la sociedad. Si hay días sin clases por salvajadas sindicales, se perjudican los sectores de menos recursos (los sectores de mayores recursos llevan a los niños a colegios privados y tienen personal trabajando en las casas).
Cuando el poder es corrupto, se favorece a sectores empresariales prebendarios en lugar de que los fondos públicos lleguen a los sectores desprotegidos de clase media y baja. Cuando se cortan calles y avenidas se complica la vida del que trabaja. El orden no es autoritario. El orden protege a los ciudadanos que trabajan y quieren que su familia progrese.
Un ejemplo cabal de eso se está viviendo en la provincia de Jujuy. Un grupo de marginales de la política corta rutas que van hacia lugares turísticos. Estamos en plena temporada y hay un mucha gente que vive de actividades turísticas. Cuando un grupo se arroja la potestad de cortar una ruta, le arruina la economía a mucha gente que tiene en estos meses la oportunidad de trabajar más. Hoteles, restaurantes, taxis y todas las actividades que viven en torno al turismo.
Caballos de Troya del kirchnerismo: los falsos progres que impiden el verdadero cambio
Las fuerzas federales no concurren porque los que cortan las rutas son amigos del poder K y acólitos de Milagro Sala. En cuanto los tocaran dirían que los están reprimiendo. Ese corte perjudica a trabajadores y pymes, y se hace en nombre de estrafalarios reclamos de grupos de lúmpenes. La demanda de orden es un reclamo en defensa del que quiere trabajar y no lo dejan. Es tremendo el sufrimiento de las familias a las que les cortan la posibilidad de trabajar. Los sueños de progreso se derrumban por acción de grupos facciosos.
El discurso ladriprogre que dice que cambiar este estado calamitoso de cosas puede ser violento es absolutamente funcional a todos los grupos concentrados: empresarios aliados al poder, sindicalistas y políticos corruptos, y grupos de piqueteros que esclavizan a los pobres, entre otros. Usan una bobalicona diatriba que beneficia a lo más oscuro del poder.
Ahí están los disfuncionales políticos kirchneristas haciendo campaña para Massa, el representante más cabal del capitalismo de amigos. Trabaja en la política para beneficiar a todos los millonarios que viven de los negocios del Estado. Los militantes kirchneristas que hacen campaña por Massa defienden un modelo que necesita a la gente dominada para que los amigos del poder se hagan ricos. Como Putin, pero haciéndose los simpáticos y diciendo que defienden la agenda progre.
Por eso es tan crucial este proceso. Es casi la última oportunidad de dejar de ser un país que ejerce violencia contra los ciudadanos para beneficiar a los que usan la política para hacer negocios y para beneficiar a sectores corporativos. Nunca más hay que dejarles a esta gentuza la posibilidad de que acusen de nada al que reivindique el orden. Hay que enfrentarlos y desenmascararlos.
Massa decía que iba a echar a los ñoquis de La Cámpora hasta que se dio cuenta de que tenía que aliarse con ellos para hacer lo que más le gusta: un capitalismo que sólo lo beneficia a él, a su familia y a sus amigos. Que estos impresentables anden por la vida diciendo que son progresistas es un disparate que solamente puede operar sobre una sociedad anestesiada, que no da más, y que está alimentado por medios y periodistas oficialistas, que en lo único que piensan es en cómo ganar más dinero.
La influencia de ese concepto ha sido tan brutal en los últimos 20 años que penetró en sectores de la política, de la educación, del empresariado y de los sindicatos. Hay sectores de la oposición que también han caído en ese discurso. El poder de las corporaciones ha sido nefasto.
El orden es defender a los ciudadanos contra las fuerzas del atraso. “Orden y Progreso” es la inspiradora frase que está en la bandera de Brasil. Es una frase rotunda y clara. Necesitamos el progreso de los ciudadanos y eso se logra con orden. La falta de orden favorece al poder mafioso. No hay que dejarse manipular nunca más.