Por Cristian Buttié (*)
Las elecciones PASO cumplen un rol muy importante en el esquema electoral argentino: permite a los partidos dirimir sus internas, pero también permite a la ciudadanía depurar fórmulas que no superen el umbral de 1,5% de los votos de cara a las elecciones generales que son las que realmente importan en términos de representatividad.
Más allá de eso, en términos simbólicos, es la primera elección PASO donde los principales frentes van con una interna, con lo cual le dan funcionalidad a la identidad propia de las PASO. Tampoco es una elección trascendental ni se convierte simbólicamente en una primera vuelta, como se ha querido instalar en otros procesos electorales.
Es una elección PASO, es primaria y las que realmente importan son las elecciones generales.
En estos comicios hay tres modelos en pugna: un modelo de centroizquierda, obviamente representado por el actual Gobierno, que se orienta más hacia el centro a través de la figura de Sergio Massa, pero con perfil de izquierda por la identidad propia que le va a dar el kirchnerismo. Otro modelo más de centroderecha, representado por Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich: uno más dialoguista y otro un poco menos dialoguista, pero con mayor proyección del programa de gobierno en base a sus convicciones. Y un modelo más de derecha en términos económicos y conservador también en términos políticos, que es el de Javier Milei. Esos son los tres modelos que están en pugna en este momento.
«Apatía», el denominador común en la última semana de campaña
La sociedad argentina llega con un espíritu de extrema apatía, de extremo descontento, poca esperanza, mucho enojo y un claro posicionamiento en base a lo que considera el mal menor. No hay idolatrías ni favoritismos, excepto raras excepciones. Hay una parte del segmento joven que se inclina por las figuras de Javier Milei; y una parte del segmento de una franja etaria alta que se vuelca por Patricia Bullrich. Pero, fuera de eso, la gran mayoría de los electores principalmente van a la elección en el marco de una apatía y distancia entre la clase política y la sociedad. Eso obviamente limita que las proyecciones electorales en base a encuestas terminen siendo extremadamente quirúrgicas y taxativa. Te permite identificar una tendencia pero es muy difícil identificar el último posicionamiento por cómo llegue a ese electorado.
Hay pocas posibilidades de que el resultado de las PASO condicione lo que vaya a ocurrir en la elección general, más allá de los candidatos que queden en el camino. Ningún postulante va a quedar con solvencia electoral para lograr un triunfo en primera vuelta.
Va a haber mucho corrimiento electoral: no hay garantías de que los votos de la fuerza, independientemente de a qué candidato se haya votado, se queden en la fuerza. De manera tal de que a partir del 14 de agosto encontraremos un escenario que se va a ir construyendo de cara a las generales. Poco le va a dejar como antecedente lo que suceda este 13 de agosto.
(*) Cristian Buttié es politólogo y director en CB Consultora Opinión Pública
