La edición de Newsweek Argentina de mayo tuvo como tema central de portada el «Fenómeno Milei», el entonces precandidato que generaba terror en el establishment y en buena parte de la población, por su promesa de romper el statu quo con sus estrambóticas propuestas. Las PASO 2023 demostraron que, tal como lo había anticipado este medio, no solo se trataba de un movimiento esporádico, sino que tenía y tiene serias chances de llegar a la Presidencia. Juan González, autor de «El Loco», la única biografía no autorizada del ahora candidato libertario, había ofrecido un anticipo de su libro, con un completo retrato de la personalidad y la vida de «el león».
Por Juan González (*)
Javier Milei es muchas cosas. Y tiene muchas caras.
Algunas son bastante conocidas. Es el economista excéntrico, de pelos largos y pose rockera, que triunfó en los medios gracias a sus virulentos gritos y exabruptos. Es el libertario que, con esa fama a cuestas, armó un partido que tuvo un impresionante debut electoral en la Capital Federal, y que sacó 17% de los votos en la primera elección. Es el líder de La Libertad Avanza, el partido que lo quiere ver Presidente y que, según marcan todas las encuestas, tiene alguna chance de serlo. De hecho, varias consultoras hasta lo imaginan entrando al ballotage. Es, también, el fondo de pantalla de teléfono de miles y miles de jóvenes de todo el país.
Y es el que, por todo esto, le quita el sueño al PRO y al kirchnerismo. Su propia irrupción, de hecho, obligó a los dos grandes partidos a actualizar su discurso y, en muchos casos, ajustar los planes de cara a la contienda electoral.
Pero hay mucho, muchísimo, de Milei que se desconoce. Él también es el niño que tuvo una infancia traumática, entre los golpes y la ausencia de su padre, Norberto, y la falta de amigos que padecía en el colegio Cardenal Copello, en Villa Devoto. Es el chico que bailaba como Mick Jagger en los recreos para llamar la atención, sin éxito. Es el adolescente al que jamás se le conoció un amorío. Es el rockero frustrado que nunca pudo ser. Es el economista que se convirtió en un intelectual que plagia y roba trabajos de otros autores. “Pandenomics”, su anteúltimo libro, tiene decenas y decenas de páginas copiadas a por lo menos seis autores de distintas partes del planeta, y uno de ellos, un físico mexicano, ya le está haciendo un juicio.
El libertario también es el que odia a la casta, el que dice venir a terminar con ese grupo privilegiado de políticos que viven del Estado durante generaciones, pero que hace arreglos con la casta. No sólo por las alianzas que hace, como con Ricardo Bussi o con Martín Menem, sino que también por la ayuda logística y financiera que recibe del peronismo de diversas provincias. Es el caso de los colectivos que le “prestaron” en Tucumán para sus actos. Pero no es el único.
Milei también es quien les abre la puerta a apologistas de la última dictadura. No sólo por su alianza con Bussi -el hijo orgulloso del genocida tucumano, que fue condenado no sólo por crímenes de lesa humanidad sino también por casos de corrupción- o por su compañera de fórmula, Victoria Villarruel, que se hizo famosa defendiendo a genocidas en la televisión y que apenas llegó al Congreso contrató de asesor a Marcelo Cinto Courtaux, hijo homónimo de uno de los más sangrientos militares del Proceso de Videla. También por los históricos aliados del considerado (por muchos) neonazi, Alejandro Biondini que actúa dentro de su espacio.
Quién es Victoria Villarruel, la compañera de fórmula de Javier Milei
Tampoco hay que olvidar que en 2021 el libertario compitió gracias a, entre otras cosas, al sello “Unite” que le “prestó” José Bonacci, un santafesino que vive de lo que gana “alquilando” su partido y que suele sacarse fotos leyendo libros de Adolf Hitler. La gentileza, Milei se la devolvió poniendo a Lucía Montenegro de legisladora porteña, la hija de Antonio, hombre muy cercano a Bonacci, a Biondini y que fuera también mejor amigo del líder carapitanda Alí Seineldín. Y Montenegro, apenas asumió la banca, buscó cuidar a los suyos: contrató de asesor a Ricardo Yebra Díaz, histórica mano derecha de Biondini y uno de los fundadores de su partido, “Bandera Vecinal”.
Milei también es quien nunca supo tener diálogos reales con los que lo rodeaban, y por eso es alguien al que siempre le costó tener amigos y pareja. Salvo por la cantante Daniela, una novia que tuvo en el 2018 con la que salió seis meses, jamás había tenido una relación que durase más de dos meses.
Es un hombre que no tiene hijos y que vive solo, rodeado sólo por sus perros, unos gigantescos mastines ingleses que pesan casi 100 kilos. En el 2021, en plena campaña, abandonó su departamento de 100 metros cuadrados en el barrio del Abasto (en el que vivía desde el 2000), para mudarse a un coqueto barrio privado en Benavídez. Fue un salto importante para el hombre que “regala” su sueldo de diputado, y que además sigue envuelto en el misterio: el libertario no deja entrar a casi nadie a su hogar.
El economista también es un hombre paranoico que ve conspiraciones en todos lados, y que por eso expulsó del espacio a todos los que tenían espalda o voz propia como para, en un futuro distópico, hacerle sombra. Es una realidad que, por otro lado, no deja de tener sentido: su padre y madre le enseñaron a desconfiar de los que lo rodeaban desde que tiene memoria. Norberto pasó de golpearlo de niño a decirle, ya cuando estudiaba la carrera que luego lo haría famoso, que era un “inútil”, que toda la vida se iba a morir de hambre, que no servía para nada y muchos más insultos de ese estilo. Sobre el final de su cursada, de hecho, dejó de pagarle los estudios, como si fuera una última burla. Luego, años después, dicen que le robó bastante dinero que el libertario tenía ahorrado.
Es que Norberto, el hombre que arrancó de colectivero y que llegó a tener una empresa de transportes, otra de finanzas, dos agropecuarias, una inmobiliaria y dos offshore en Estados Unidos, es alguien que, como me contó una persona que fue su socio: “camina en el cordón”, entre lo legal y lo ilegal. Y que no sólo con su hijo operaba con mucha violencia. “Cuando manejaba el colectivo tenía una cachiporra al lado del asiento, y se ve que esos a modos los llevó también dentro de su casa”, comentó una persona que lo conoce bien.
La lista puede seguir y seguir. Pero hay algo que está claro: Javier Milei tiene decenas de rostros. Cuál de todos ellos es el verdadero y cuál usa sólo por conveniencia, depende del cristal con el que se lo mire. Quizás es todos a la vez, lo que podría explicar parte del caos emocional en el que vive desde hace 52 años.
Los últimos ocho meses los dediqué apasionadamente a esta precisa búsqueda: descubrir qué tanto de lo que Milei decía ser, era cierto, y que era (si es que había algo) lo que se escondía cuando las cámaras se apagaban y él se iba de los estudios de televisión. Qué estaba oculto atrás de esos pelos largos y ese andar desconfiado.
Lo que encontré fue una sorpresa. En verdad, mucho más de una. Y de eso va a ir el libro que Editorial Planeta va a publicar en julio: la verdadera cara del “León”.
(*) Periodista, investigador y autor de la biografía no autorizada de editorial Planeta sobre Javier Milei, próxima a salir a la venta.