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Juan González: “Dios le dijo a Milei que se tenía que meter en política para luchar contra ‘el Maligno’”
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Juan González: “Dios le dijo a Milei que se tenía que meter en política para luchar contra ‘el Maligno’”

A pesar de su omnipresencia mediática, poco se ha escrito acerca de la vida de Javier Milei. La única biografía publicada hasta el momento acaba de llegar a las librerías y se llama “El Loco”. La escribió el joven Juan González, periodista de Perfil y colaborador de Newsweek Argentina.

En un diálogo exclusivo con este medio, González explica por qué decidió llamarlo de ese modo y analizó cómo la violencia familiar, un universo místico-esotérico y lo más terrenal y argentino de la política se conjugan para entender un fenómeno que pasó del consumo irónico a la concreta posibilidad de que llegue a la Presidencia.

«El Loco», de Juan González (Editorial Planeta)

¿Por qué el libro se titula “El Loco”?
– “Loco” es una palabra que persigue a Milei a lo largo de toda su vida y lo complejiza. Aparece primero como la justificación que le daba el padre para fajarlo, para golpearlo en un caso muy terrible de violencia física y psicológica intrafamiliar, tanto por parte del padre como de la madre. El padre decía que lo golpeaba porque estaba loco, porque era un rebelde y no hacía caso. Después el mote de “loco” continúa como un apodo que le ponen los compañeros del colegio Cardenal Copello, en Villa Devoto, donde hizo primaria y secundaria. Nadie le decía Javier, sino simplemente “el loco” porque ya tenía esos rasgos tan característicos de él. Y 40 años después eso aparece en función del esoterismo.

Él le contó a los pocos amigos que tenía -hoy ya no tiene- que vio tres veces la Resurrección de Cristo, y les decía “te prohíbo contarlo porque van a decir que estoy loco”.

O cuando les recomienda a algunos conocidos que tenían problemas con sus animales, porque se estaban muriendo o se habían muerto, la médium a la que él iba por su perro/hijo Conan. Incluso a algunos les pagó la primera sesión y les dijo “te prohíbo contarlo porque van a decir que estoy loco”. También me pasó a mí investigando que cada vez que hablaba con amigos me preguntaban “che, ¿está loco?”. Por lo tanto, es una palabra que tiene adosada.

¿Y está loco? Es decir, ¿cuánto hay de locura real y cuánto de personaje construido?
– Cero. No hay nada de personaje. En el epílogo del libro cuento que fue cambiando bastante mi propia relación con Milei. Habíamos dado un ciclo de charlas en la escuela de periodismo de Perfil, con alumnos recién salidos de la secundaria, y Milei vino varias veces; lo tuve de invitado, digamos. Y me impresionó mucho en 2019, en una conferencia muy informal, con pibes muy jovencitos. Uno de los chicos le preguntó sobre la teoría económica de Keynes. No recuerdo bien pero puede ser que la pregunta haya sido medio picante, pero tampoco era nada grave. Era un pibe de 18 años en un contexto de aprendizaje, y el tipo se sacó completamente. Ese fue el primer indicio que tuve de que no era para nada un personaje, porque lo que hacía no tenía ningún sentido. Te digo más: parte de su éxito se explica porque no es un personaje.

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¿A qué se refiere?
– Hoy en Argentina hay solo dos políticos capaces de poner sensaciones arriba de la mesa y mover algo cuando tienen una cámara en frente, para bien o para mal. Son Cristina y Milei. Cristina es una política con mucha oratoria y trayectoria, pero Milei lo logra porque tiene sus emociones a flor de piel. No está impostado.

¿El percibe que los demás lo ven como un “loco”?
– Me da la sensación de que sí, y acá ya estoy especulando, porque él le teme a esa palabra. O al menos se da cuenta de que eso le puede traer problemas prácticos.

¿Hay alguna vinculación entre esa “locura” personal y su visión política?
– Sí. Yo más que escribir una biografía personal de Milei quise hacer una “biografía política”. Solo me metí en su vida privada en función de lo que pueda tener que ver con la política. Y lo del esoterismo está relacionado directamente con esto. Su misticismo arranca con la muerte de su perro/hijo Conan en 2017 y, de hecho, al principio el desconfía de este tipo de métodos “alternativos”, en un momento en que estaba resignado o desesperado.

Luego pasa a confiar y a tener una médium para hablar con el perro muerto. De hecho, lo manda a clonar a EEUU. Uno de esos perros muere al año (estos clones tienen una menor esperanza de vida y es normal que mueran) y lo llaman Angelito. Conan y Angelito le abren a él un canal de luz que le permite comunicarse con Dios o “el uno”, como dice él. Y fue Dios el que le dijo que se tenía que meter en política para ser presidente y luchar contra “el Maligno”.

En este cruce de violencia, política, esoterismo, hay un personaje transversal, que es su hermana Karina, ¿verdad? ¿Ella también es médium?
– Sí, totalmente. Ella se entrena con la médium que metió a Milei en este mundo, y yo creo que lo hace por amor a su hermano, al que imagino en aquel momento bastante deprimido. Ahora es Karina la que hace esta conexión espiritista.

¿Es cierto que hay decisiones políticas que se han tomado en La Libertad Avanza en base a argumentos esotéricos?
– Vengo siguiendo de cerca los movimiento de la Libertad Avanza desde 2021, y muchos de los que se fueron me decían eso: “Me echaron porque Karina tiró las cartas de Tarot y le salía que yo era un traidor”. Yo escuché audios de Karina Milei en sesiones de espiritismo, por así llamarlas, y era claro que no se limitaban a cosas superficiales. No es que ella te decía “hablé con tu perro y dice que está muy bien , y que le pongas onda y sigas para adelante”. No, lo bajaba a tierra y es como si te dijera a vos “dice tu perro que la semana que viene escribas una nota sobre Massa”. Por eso, me resulta sumamente creíble la versión que dan muchos de que los echaron por una cuestión sobrenatural.

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¿Carlos Kikuchi también juega un rol esotérico o lo suyo se limita a lo terrenal?
– No, me parece que él de esotérico no tiene nada. Su principal capital político es su relación con Karina Milei. Probablemente le siga un poco el juego. Te diría que es un vivo del año cero. En el libro hago todo el recorrido de cómo La Libertad Avanza va cambiando de forma y de estilo, pasando de un partido liberal más clásico y más parecido a lo que Milei decía que era durante las elecciones de 2021, a algo distinto después de que le vaya también, que era algo que nadie esperaba. Ese resultado cambió la manera en que las dos grandes coaliciones políticas lo ven: unos lo usan como una manera de bajar a los rivales y otros, para la interna. Si no fuera por Milei, Patricia Bullrich arrasaría en las encuestas. Este movimiento empezó a cambiar de manera lenta pero inexorable a La Libertad Avanza.

Aparece Kikuchi y monopoliza el armado dándose cuenta de algo que los demás no habían visto: que para controlar a Milei tenías que controlar primero a la hermana. Lo de Kikuchi es también bastante impresionante, porque Milei es el hombre que viene a terminar con la casta y no termina en la cama con la casta, sino con la resaca de la casta.

Te diría que la tercera línea de la casta. Ahora lo demuestra, pero claramente es un tipo que no tiene ni la trayectoria ni la capacidad suficiente para un armado nacional. Pasó de ser vocero de Cavallo en los ‘90 a desaparecer del mapa político. A pesar de eso, se queda con este lugar. Cuando se miran las alianzas que va haciendo a lo largo del país, todas son con las históricas terceras fuerzas. Otro tema del libro es cómo los oficialismos de turno financian y apoyan a las terceras fuerzas para debilitar a las segundas. El caso más claro es el de Bussi. En el libro cuento una charla muy impresionante entre el presidente de la Corte Suprema Tucumana, Oscar Leiva, un histórico del peronismo, con Enrique Pedicone, el juez que investigaba a Bussi por presuntos abusos sexuales. Pedicone empieza a recibir aprietes y lo graba un día con cámara oculta a Leiva, que le dice textualmente “frená la causa de Bussi, que es un tipo que siempre nos fue funcional y no necesitamos que escale”.

Javier y Karina Milei

¿Hay una especie de mesianismo en Milei? ¿Él cree que es un “salvador”?
– Totalmente. No cabe duda de que él cree que es el elegido para llevar adelante “la misión”. No sé si él lo traduce en esos términos. Es interesante que todo esto que estamos hablando se replica en otros fenómenos vinculados a las nuevas derechas en todo el mundo. En otros países también está presente esto del mesianismo, de lo esotérico y la espiritualidad.

¿Por qué la gente sigue a alguien como Milei?
– Ese es un gran tema. Para abordarlo me fui un poco de mi lugar de periodista tradicional. Hay una multiplicidad de factores, como la pandemia, la crisis económica, la crisis política de este Gobierno, la del anterior, la inseguridad, pero también los cambios en los modos de producción. Atrás de Milei se puede ver y entender un poco más a esa parte de la sociedad argentina a la que los discursos políticos tradicionales no los alcanzan, no les llegan. Y con toda lógica, porque el peronismo, que era el que interpelaba a las clases populares que ahora votan a Milei y que son las que peor la pasan, ya no representa a los pibes que laburan en Uber, en Rappi, en Mercado Libre, en una feria o haciendo changas en la calle. Esa sociedad del fifty-fifty, la sociedad “de la casa al trabajo y del trabajo a la casa” ya no existe. De hecho, en la campaña de 2021, Mario Russo fue el estratega, un tipo que mete el concepto de “la casta”, y puso el foco en el “votante Pappi”. También está el fenómeno de la juventud, que llega a Milei porque no se siente interpelada por el avance del progresismo. Está la tesis de Pablo Stefanoni, que asegura que la izquierda, al volverse más del establishment vuelve cool a la derecha. No hay un solo fenómeno, sino una suma de todos estos factores.

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