Por Mariano Leira
El proyecto de dolarización y la eliminación del Banco Central y su máquina de emitir pesos, quedaron sepultados por las urnas. El 36,68% de los votos en favor de Sergio Massa, le quitaron toda la fuerza a la posibilidad de concretar los proyectos de campaña con los que se embanderaba Javier Milei. Los mercados se calmaron y mejoró el clima para llegar al 10 de diciembre. Sin embargo, del resultado del balotaje dependerá la profundidad del seguro cambio y el impacto real en la economía.
El sorpresivo resultado de las elecciones generales echó por tierra dos propuestas centrales del debate de campaña. El meneado proyecto de dolarización de la economía y la destrucción en modo Franja de Gaza del Banco Central y su máquina de emitir pesos, quedaron sepultados. Lo liquidaron en las urnas el 36,68% de los votos en favor del candidato oficialista, Sergio Massa, al imponerse sobre el impulsor de las medidas disruptivas de la campaña. Finalmente, esas ideas se sumaron a ciertos temores infundidos a una parte significativa de la población. El escaso crecimiento de Javier Milei en las encuestas así lo reflejaría.
La caída del proyecto dolarizador tuvo efectos inmediatos en la semana posterior a la primera vuelta. En pocos días empezó a revertirse la febril carrera de los mercados por tomar posiciones en activos a resguardo de una súbita y violenta devaluación del peso esperada para el día después de la elección.
Ayudaba la memoria y la historia. El 11 de agosto, la última rueda antes de las PASO, el dólar “blue” tenía una cotización de $ 605. Desde las ruedas siguientes a esas primarias, en las cuales Javier Milei se había encaramado como el candidato más votado, hasta las previas a la elección presidencial del 22 de octubre, el precio se duplicó en el mercado marginal. El mismo día de los comicios, el dólar de referencia, el que se negociaba en el turbio mercado de equivalencias en criptomonedas, el llamado dólar digital, llegó a cotizar $ 1.250.
El plan de Massa para ganar, gobernar y romper la grieta argentina
Además, en la memoria colectiva, la devaluación del peso de 18,4% del día siguiente a las PASO, que subió el dólar en 22%, no había sido en vano. Sus efectos en la inflación perduraron.
En sus últimos esfuerzos electorales, el Gobierno se dedicó en octubre a volcar al mercado una batería de medidas para combatir el mercado negro de la divisa y a intervenir en el mercado de los bonos para controlar la compra-venta de dólares. Logró sostener, tanto los financieros –el “contado con liquidación” y el “MEP”- como el marginal, debajo de la barrera psicológica de los $ 1.000.
Finalmente, el poco pronosticado triunfo de Massa cambió el orden de los factores. Pero también el producto. El síntoma más evidente fue que en los primeros días de operaciones después de los comicios del 22 de octubre, los dólares financieros, aquellos por donde se cursa la demanda de divisa de empresas y sectores formalizados de la economía, empezaron a ceder. El “contado con liqui” y el dólar MEP retrocedieron, al igual que el dólar “blue” e incluso el “dólar cripto”.
Una primera reacción negativa de los mercados de acciones y de bonos no expresaban, como suele suceder, desconfianza o descontento con el resultado electoral sino lo contrario: empresas y particulares argentinos empezaban a deshacerse de los activos de “cobertura” en prevención de esa esperada mayúscula devaluación y a un fogonazo inflacionario que se descontaba que sucedería si Milei ganaba en primera vuelta.
El Banco Central dejó de intervenir y comenzó a comprar divisas en el mercado. En parte porque Massa puso en marcha un ensayo de desdoblamiento cambiario ampliado a todos los exportadores de la Argentina que podrían obtener un mejor tipo de cambio de sus ventas al exterior.
Pero también porque el infierno esperado no se produjo. Los analistas sacaban conclusiones que no terminaban de explicar del todo qué era lo que sucedía.
“No podemos descartar ni continuidad del rumbo ni un giro de 180° en la política económica. Pero aún si Massa adoptara una agenda netamente pro-mercado –sostenía la reputada consultora 1816-, enfrentaría la enorme dificultad de convencer a los mercados y al FMI de que hagan caso omiso al desempeño en materia fiscal, monetaria y cambiaria en su año y medio a cargo de la cartera de Economía”.
Desde el exterior, bancos de inversión como JP Morgan o Goldman Sachs emitieron ciertas alertas acerca de las consecuencias de un mantenimiento del cepo cambiario estricto y de las herramientas para evitar una escalada del dólar que impondría Massa hasta la segunda vuelta.
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Pero eso no pasó. ¿Qué cambió en la economía de una semana a la otra? Aún a semanas de las elecciones, pueden lucir prematuras algunas conclusiones. Pero analistas consultados coinciden en que se puso en juego una lógica inversa a la que las campañas electorales dan por sentadas, empezando por la de Bill Clinton. En apariencia, la altanera singularidad argentina fue contra esa prioridad de “es la economía, estúpido”. ¿Era la política la que definía a la economía?
El triunfo de Massa en la primera ronda electoral, como propusimos, trajo al frente las condiciones de imposibilidad de los proyectos más disruptivos de la campaña libertaria. Y algunos resultados ya disponibles, como la nueva conformación parlamentaria, sin hegemonías totales y con mayor dispersión que antes de las elecciones, implican una dinámica que asegura trabas a los proyectos más disruptivos de La Libertad Avanza.
“Inmediatamente después de las PASO, la performance de Javier Milei era un elemento adicional a la inestabilidad financiera de la Argentina. Obviamente que sus propuestas más extremas respecto al tema de la dolarización, la destrucción del Banco Central, y la incertidumbre que generaba la posibilidad en ese entonces más cercana de que fuera presidente, preocupaba a los mercados en general y a los tenedores de bonos, títulos y acciones de la Argentina”, reseña, consultado por Newsweek Argentina, Gustavo Marangoni, polítologo, director de la consultora M&R Asociados.
“A partir de los resultados de las generales, obviamente mejoraron las perspectivas porque al reducirse sustancialmente el riesgo de dolarización y de medidas inmediatas con el cepo cambiario. De alguna manera en los mercados, que a lo mejor no están del todo satisfechos aún con la performance de Massa, aplicaron el consabido ‘más vale malo conocido que bueno por conocer’”, analiza.
Si Milei no pudo siquiera llegar a un 30% de los votos, de acuerdo con los analistas, fue por el temor que infundieron sus propuestas. Si el enfrentamiento directo y brutal con el Vaticano y el Papa Jorge Bergoglio hirieron la piel sensible de la cristiandad argentina, propuestas como la renuncia a la paternidad de la diputada Lilia Lemoine o la cercanía con el sindicalista Luis Barrionuevo, de una trayectoria puesta en cuestión a lo largo de las últimas décadas, encendieron alertas en gran parte del electorado.
Pero en el orden económico, las desbocadas manifestaciones de Javier Milei contra el peso, el llamado a no confiar en la moneda nacional a la que definió como “excremento de la política”, influyó en una salida de los depósitos de los bancos, en una mayor dolarización, pero también generó mucha desconfianza en las apuestas económicas del libertario.
Por eso, después del 22 de octubre, los realineamientos de la oposición, con el sector más radical de derecha de Juntos por el Cambio, incluyendo a la derrotada candidata a presidente Patricia Bullrich, encolumnándose con Milei, también llevaron algo de alivio en el costado frágil de la “gobernabilidad”.
“Podría pensarse que algún tipo de punto de acuerdo programático con el PRO también sería como una suerte de pauta moderadora que terminaría de, por lo menos, aliviar el estrés que le generaba al mercado La Libertad Avanza hasta hace escasos días”, concluyó Marangoni.
En cualquier caso, lo que viene por delante, es un proceso de ajuste de la economía que deberá encarar, gane quien gane en el ballotage.
En ese sentido, el sociólogo Carlos de Angelis plantea que la original irrupción de Milei en la escena política-económica presumió una transformación de la sociedad argentina con un pliego de demandas. “Un cambio de ciertas cuestiones centrales en la Argentina, un Estado que funcione mejor, más ordenado –dijo ante una consulta de Newsweek Argentina-. El juego de Milei obligó a que, por lo menos, cuatro de cinco candidatos plantearan la necesidad del equilibrio fiscal, lo cual fue una novedad y puso sobre la mesa cuestiones que en la Argentina estaban resignadas”.
Sin embargo, no todo está en tela de juicio. “Los argentinos, mayoritariamente, no van a acordar con una ruptura total del sistema político y ciertas prestaciones que se considera que el Estado debe dar, como salud y educación, además de, por supuesto, seguridad, donde hay una demanda fuerte”.
De Angelis pone el acento en que “cambió el panorama entre las PASO y las generales. En la primera vuelta de octubre se frenó la tendencia que proponía Javier Milei hacia la disolución del Estado, pero ya los resultados en las provincias y en las elecciones en el Congreso van a obligar al próximo gobierno, sea Sergio Massa, quien creo que tiene mayor posibilidad de ganar el balotaje, o incluso a un Milei pasteurizado, a tener que sentarse con muchos actores que antes no estaban en la discusión”, agregó.
“Vamos a una situación donde va a haber que modular el ajuste, quienes ganen y quienes van a aceptar perder un poco. Me parece que no hay una disposición en la sociedad para cuestionar cosas de forma rupturista”, señala el sociólogo, quien encabeza la cátedra Opinión Pública en la carrera de Sociología de la Universidad de Buenos Aires.
En el momento preciso en que la alianza opositora Juntos por el Cambio, declaraba su divorcio del creador del espacio, Mauricio Macri, en el mismo instante en que la ex candidata a presidenta por la alianza, Patricia Bullrich, anunciaron su respaldo a la candidatura de Milei, el director de Poliarquía, Alejandro Catterberg, daba una conferencia ante inversores. Realizaba un análisis de las elecciones y trazaba algo de futuro. Los inversores –institucionales y privados- que participaban de su videoconferencia focalizaban sus consultas en las perspectivas de las alianzas y orientaciones del gobierno que emergerá el 19 de noviembre. En particular, las señales a leer vinculadas con la inversión.
“Hay un trade-off muy evidente entre la vocación de hacer reformas pro-mercado, que son básicas para que la economía argentina que está quebrada se empiece a encauzar y a normalizar. Por otro lado, está la capacidad de lograr que esas reformas se realicen. Y, en tercer lugar, la gobernabilidad o la capacidad de subsistir o sobrevivir a las consecuencias sociales que ese proceso de reformas va a tener”, advirtió el economista, consultor y analista político.
“Está mucho menos claro en el lado de Sergio Massa su vocación por ir a unas reformas de profundidad mayor, aunque tampoco descarto, con una probabilidad baja, que pueda hacer ‘la gran Menem’, y decir, ‘si hubiese dicho en campaña lo que iba a hacer, no me votaban’. Pero sí tiene una capacidad de ejecutarlas y una gobernabilidad garantizada. En el caso de Milei, pareciera haber una vocación por ir a reformas mucho más profundas”, advirtió Catterberg.
En el universo futuro, señala Catterberg, se ubica la capacidad legislativa de uno y otro para llevar adelante proyectos. “La dolarización está muerta, incluso si gana las elecciones Milei. Eso era humo, porque la Corte Suprema ya había anticipado que no podría suceder, pero la composición del Congreso que surgió del domingo 22 así lo demuestra. No tendría capacidad de negociar un proyecto así”, señaló el consultor.
Los temores a la ingobernabilidad tenían como base dos hipótesis previas a las generales, alimentadas por la mayoría de las encuestas: que Milei mantuviera su aura y saliera primero en los comicios para disputar un ballottage con Sergio Massa o incluso con Patricia Bullrich. En ese contexto, se debilitaría la capacidad de gestión del gobierno actual, y en extremo la del candidato-ministro de Economía, que había invertido en su carrera presidencial recursos fiscales y simbólicos del Estado tan grandes como fue la conversión del peronismo en un candidato que siempre repudió.
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Sin embargo, que Massa repuntara y apareciera con serias chances de suceder a Alberto Fernández en el sillón de Rivadavia habilitó y forzó un corrimiento de los dos postulantes hacia el centro del arco político, movimiento que alimentaron desde el día siguiente a las elecciones.
Por un lado, el de Milei hacia el republicanismo de una de las alas de Juntos por el Cambio, la encarnada en Mauricio Macri y Patricia Bullrich, que le garantizarían una cantidad de votos, pero también cierto compromiso institucional del que el libertario carece. Del lado de Massa, su cuidada propuesta de gobierno de unidad nacional desprovista, por el momento simbólicamente, del ala izquierda del kirchnerismo.
“¿Massa va a ser Alberto Fernández o Massa va a ser Néstor Kirchner?”, se pregunta Catterberg. “Massa va a ir por su proyecto de poder propio, su proyecto político, y hay varias razones para ver o pensar eso, empezando por las diferencias entre este Massa y lo que fue la llegada de Alberto Fernández al gobierno”, reseñó.
Catterberg recuerda que a Alberto Fernández lo designó Cristina Kirchner, mientras que “si Sergio Massa es presidente lo es por sí mismo, contra viento y marea, contra todas las predicciones, en una que se centró en él solo, y eso va a generarle reconocimiento dentro del peronismo. Si Massa ‘se la ganó’; a Alberto Fernández ‘se la dieron’”.
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También, a diferencia de la coalición del Frente de Todos, en la que en el reparto de poderes la vice era Cristina Kirchner, manejando el Senado, Alberto Fernández al frente del Ejecutivo, y Máximo Kirchner como presidente del bloque del PJ en Diputados, eso cambió. “Ni Cristina Kirchner va a estar en el Senado, ni Máximo Kirchner va a ser presidente del bloque del peronismo”, dijo Catterberg, y advirtió: “De hecho, Massa presidente, no va a tener mayoría en la Cámara de Diputados, va a tener que ir a una negociación que posiblemente involucre a sectores del radicalismo, a sectores moderados del PRO, a las fuerzas provinciales, que todos suponemos que lo podrá hacer con relativa facilidad, porque tiene esa capacidad, esa experiencia, porque ya lo usó, por ejemplo, cuando sacó el acuerdo con el FMI, en el Congreso”.
La incertidumbre cedió paso a la sorpresa, pero el temor a lo incierto puede ser más letal que la certeza de un futuro de caos. La destrucción garantizada y “la ingobernabilidad”, por el momento, retrocedieron algunos casilleros.