Hace apenas una semana Martín Lousteau fue elegido presidente del Comité de la UCR, consolidando un proceso de cambio en el radicalismo. Evolución se ha vuelto la línea más numerosa y joven del radicalismo en el país, y eso empieza a verse representado en la estructura partidaria, pero también en la competitividad política del tradicional partido.
Así lo considera Agustín Rombolá, presidente de la Juventud Radical de la Ciudad de Buenos Aires, un joven cuadro de los que comienzan a ser escuchados en las mesas internas y que, además, tiene miles de seguidores en las redes sociales.
Es abogado egresado de la UBA, tiene un máster en Administración y Políticas Públicas, y en este diálogo con Newsweek Argentina analiza las primeras medidas de Javier Milei en el Gobierno, el rol que jugará el Poder Legislativo como contralor y garante de la institucionalidad y también, desde luego, el impacto económico y social en la juventud, que en las urnas apoyó mayoritariamente al líder libertario.
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¿Cómo evalúa este primer mes de Javier Milei en la Presidencia?
– En principio lo veo con muchísima preocupación. El DNU y el proyecto de ley, si bien contienen algunas cosas que pueden llegar a ser interesantes de tratar, tienen como epicentro una fuerte idea de una mayor concentración de capital económico, más fuerte todavía; una precarización de los derechos laborales; una extranjerización de los bienes públicos, como es el suelo; una precarización de los peones y de los trabajadores rurales, que también lo sufren. Vemos esa “libertad” de la que hablaba Alfonsín: “el zorro libre, comiendo gallinas libres en el gallinero libre”. Algo que se ve claramente marcado en las relaciones contractuales que están generando ahora entre inquilinos y propietarios, en las que se puede pactar comunidad extranjera.
¿Qué tanto está impactando esta medida tan reciente?
– En la Ciudad de Buenos Aires, en las últimas semanas salió un informe en donde se muestra que el 80% de los jóvenes están rescindiendo sus contratos de alquiler porque no pueden sostenerlos. Y esto puede impactar directamente en los procesos de desarrollo cognitivo, cultural, productivo, identitario, no solo de las generaciones que pertenecen ahora a la población activa, sino también de las nuevas generaciones, porque la cadena de crecimiento también afecta a las últimas generaciones.
Entonces, creo que es muy grave lo que está pasando, y a eso, a este combo inclusivo, le sumamos algo que considero aún más grave: un desprecio absoluto por las instituciones democráticas; por la representatividad de los diputados y los senadores; por el carácter, no solo simbólico, sino también cultural, político y hasta fáctico de lo que es gestionar en minoría, hablándole al Congreso. Me parece que Javier Milei está envuelto en una dinámica y una vorágine autoritaria, autocrática y, por ende, peligrosísima para el futuro de Argentina.
Sin dudas, el Congreso empieza a jugar un rol clave para avalar estas medidas o ponerles límites. ¿Cuál cree que va a ser la actitud del Poder Legislativo en ese sentido?
– El DNU tiene como trampa que se apruebe o se rechaza en su totalidad. Judícamente, no admite otra cosa. A ver…, yo creo que tanto el DNU como el Proyecto de Ley Ómnibus tienen que ser votados en contra, porque su corazón y su alma es una puesta en venta de toda la República Argentina; un abandono a los trabajadores, a los jubilados (de hecho, se quiere eliminar la fórmula de movilidad jubilatoria y ahora se discontinuó el “Compre sin IVA”) y a los jóvenes, con la cuestión de los alquileres y la precarización laboral. Además, el DNU contiene, así como el Proyecto de Ley también, algunas condiciones jurídicas que hacen claramente inconstitucional su sanción, e incluso su tratamiento. Yo lo que espero de los políticos elegidos por el pueblo es que oigan justamente al pueblo que los votó. Y el pueblo que los votó está pidiendo que el DNU y la Ley Ómnibus no se apliquen.
¿Se está dando este debate dentro del radicalismo? Porque hay sectores que ya se manifestaron abiertamente en contra, mientras que otros parecen estar negociando con el Gobierno, como es el caso de los gobernadores.
– Sí, se está hablando; se está debatiendo como siempre. Nosotros debatimos política todo el tiempo y no nos es extraña esta situación. Yo lo veo, por ejemplo, a Maxi Pullaro, que es gobernador de Santa Fe, muy preocupado por la situación, marcando límites claros a estos delirios autocráticos de Javier Milei. Veo a Emiliano Yacobitti, que es referente de la UCR nacional, diciendo que los diputados radicales van a votar en contra del DNU. Lo veo a Martín Lousteau criticando también el DNU, y no solamente es senador nacional, sino que además es presidente del Comité Nacional de la UCR, y hablando severamente sobre las formas que son esenciales en una república democrática para tratar cuestiones de fondo. Yo lo que veo es un partido que oye el reclamo popular y actúa en consecuencia.
Aseguraba al principio que había cosas en el DNU y la Ley Ómnibus con las que estaba de acuerdo. ¿Podría enumerar algunas?
– Sí… son pocas. Pero la mayoría tienen que ver con alguna eliminación de trabas burocráticas. Por ejemplo en algunos casos de constitución de sociedades. Me pareció que los de los Registros del Automotor estaba muy bien, pero también me enteré de que se subieron los aranceles para las transferencias. Entonces no sé cómo van a articular eso, si no pueden controlarlo hoy. Yo soy abogado y, en relación a mi profesión, me pareció que estuvo bien la derogación del artículo 5° de la Ley de Honorarios Profesionales, porque permite también a los estudios jurídicos más pequeños adquirir algún arma que, lamentablemente, tiene que ver con ofrecer un servicio a menor precio que los estudios jurídicos más grandes, pero que igual te da cierta competitividad respecto a estudios jurídicos que tienen otra espalda para sostener estas situaciones. Por eso, me parece que eso puede llegar a ser tratado y sancionado, pero son nimiedades, si se quiere, en comparación con el aumento de tres a ocho meses del período de contrato a prueba en los trabajos; la Ley de Tierras, que autoriza la compra de más de 1.000 hectáreas a extranjeros; la Ley de Tratamiento del Fuego; la quita de la fórmula de movilidad jubilatoria; todo lo que tiene que ver con la reforma del Código Penal, con modificaciones que aluden a las peores etapas de nuestra historia en términos de violencia política (esto del castigo del derecho a reunión, por ejemplo). Hay cambios en el Código Civil.
¿Ve viable la aprobación?
– Hay cuestiones que son muy graves y que nos hacen pensar y discutir la constitucionalidad de los proyectos. Sin ir más lejos, el proyecto de ley tiene distintas modificaciones que requieren distintas mayorías, por lo cual el proyecto de ley nunca se va a poder tratar en su totalidad con un mismo sistema de votación. Son tres bloques distintos. De hecho, me parece que está muy claro que lo que están haciendo es intentar desviar el foco del debate público hacia el DNU y el proyecto de ley para llevar adelante, de acá a marzo o abril, todos los ajustes que estamos viviendo, que son un montón, que están en todos los ámbitos, y que, por supuesto, los pagan los de siempre: la clase media con sus ingresos, y sobre todo los va a pagar con su vida o con su dignidad la clase más desfavorecida, la clase indigente y los sectores más vulnerables de la Argentina.
Usted representa a la juventud radical porteña, y justamente la juventud fue la que mayoritariamente votó a Milei en 2023. ¿Qué pasa hoy con los jóvenes? ¿Qué reclaman? ¿Siguen “bancando” a Milei ahora que dejó de ser una promesa para ser Gobierno?
– Yo creo que los jóvenes venían de un presente donde reinaban la incertidumbre, la desesperanza, la frustración. Lamentablemente, creo que la victoria de Milei se vivió como un cambio, y creo que también parte de su victoria tiene que ver con la concepción de un cambio en las formas. Está claro que al final eso tampoco se verifica, porque termina castigando a los mismos de siempre, privilegiando los mismos de siempre. Yo creo que eso va a traer una gran desilusión en todos esos jóvenes que vos mencionás.
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¿Cuál va a ser la estrategia para captarlos, entonces?
– Creo que nuestro principal rol, como partidos tradicionales o por lo menos con vocación de mayoría, es el de no ser soberbios, ni intentar ninguna táctica revanchista para con todos estos jóvenes que incluso con mucha violencia -porque Javier Milei encarnó la violencia y la furia durante toda la campaña- se vieron reflejados en esa furia que sienten. Nuestro rol va a ser, en este momento, mostrarle a la ciudadanía lo que Javier Milei está haciendo y lo que no muestra, porque tenemos un presidente que solo dedica a subir memes a sus redes sociales.
Y después de eso, lo que tenemos que hacer es, cuando todos estos chicos que nacieron en 2004, 2005, 2006 y no vivieron al kirchnerismo (al que ven como el establishment, como lo preconcebido, y que se han rebelado contra eso, por un presente que era acuciante y que ahora sigue siéndolo, y quizás aún peor), esperarlos para que todos esos intereses en la política que manifestaron a través de Javier Milei los podamos reconvertir en un proyecto colectivo que represente a las mayorías y que pueda garantizar, y sobre todo materializar, todos los derechos que vienen siendo postergados para los jóvenes.
En alguna época, los jóvenes eran el motor de los grandes partidos tradicionales, pero eso pareció irse diluyendo en los últimos años. Tal vez el último movimiento en apostar a sus jóvenes no solo para militar, sino también para gobernar haya sido el kirchnerismo. ¿El triunfo de Milei abrió los ojos de los principales dirigentes radicales? ¿Ahora los escuchan más en la discusión interna?
– Sí. Bueno, de hecho nosotros, el radicalismo de la Ciudad de Buenos Aires, terminamos la elección con dos legisladores porteños radicales jóvenes: Francisco Loupias y Aldana Cruzitta. Tenemos, de 29 y 26, respectivamente. Una de las cosas buenas que trajo esta forma de recuestionar la política y el liderazgo tiene que ver con eso. Yo creo que mi línea interna dentro del radicalismo, que es Evolución, liderada por Lousteau y Yacobitti, se ha caracterizado durante estos últimos 10 años en el radicalismo nacional por recuestionar los liderazgos, por repensar la relevancia social o cultural, haciéndola primar por sobre la relevancia del aparato, o por la relevancia territorial o incluso punteril. Porque eso tiene que ver con lógicas más vetustas, más antiguas, tanto del radicalismo como del peronismo. Eso ha ocasionado en el radicalismo un proceso virtuoso, y se vio un cambio de liderazgos en varias de las provincias.
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¿Podría citar algunos ejemplos de dirigentes radicales jóvenes en puestos de liderazgo?
– Maxi Pullaro es una persona muy joven; lo mismo Leandro Zdero en Chaco. Hemos tenido candidatos a gobernadores de Evolución en un montón de provincias, como Martín Berhongaray en La Pampa, con 45 años, que estuvo a nada de ganarle al gobernador peronista. Evolución viene marcando ese camino y, de hecho, es la línea más numerosa de la Unión Cívica Radical, y no es casualidad: es porque también viene con esa premisa de cuestionar constantemente los liderazgos que parecen preestablecidos, que tienen derechos adquiridos; y nosotros pretendemos ponerlos a prueba, testearlos constantemente con ciudadanía porque, en definitiva, lo que vale es la legitimidad. Creo que Javier Milei lo hizo de una forma más radical, mucho más extrema, mucho más personalista. Porque, si uno se pone a pensar, las vistas de Milei no tienen jóvenes en casi ningún distrito. No hay gente menor de 40 o 45 años en las principales instituciones de gestión. Incluso a Iñaqui creo que ahora también lo echaron. Si bien Javier Milei fue vocero de una parte importante de la juventud, también es una persona que replica constantemente las vetustas doctrinas, las lógicas obsoletas, y sobre todo, el discurso de Milei representa cada vez menos a la juventud.
¿Cree entonces que Milei va perdiendo representatividad en la juventud?
– Eso se ve representado en el último informe de Jorge Giacobbe, que no es particularmente opositor al gobierno de Milei, que marcó una disminución del 80% al 49% en su aprobación y en su imagen positiva. Entonces, me parece que todas estas medidas de Milei lo único que hacen es mostrar su verdadera cara y que ese liberalismo que profesaba no es más que el conservadurismo más rancio de la historia argentina, que lo único que quiere hacer es evadir impuestos y llevar adelante su agenda de cercenamiento de constantes derechos.
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¿Lousteau puede unificar a un radicalismo que hoy parece resquebrajarse, como le ocurre al peronismo y a otros grandes partidos en el mundo?
– Mirá, no es que yo lo piense: Lousteau ya lo hizo. Hace tres semanas fue elegido en acuerdo con todas las provincias, de manera unánime por el radicalismo nacional, como presidente del Comité. Yo creo que Martín ya ha logrado sintetizar o unificar las distintas identidades radicales a lo largo del país, en su persona, pero sobre todo en su idea de construcción. Esa idea de construcción va a tener, por supuesto, un amplio protagonismo de los gobernadores que han sido elegidos por su gente, y de los representantes de distintos poderes. Hay una impronta clara en la historia de Martín, que tiene que ver con un verdadero liberalismo, un país con mucha más igualdad de oportunidades (o una igualdad de realmente efectiva), un país mucho más moderno y con una perspectiva desarrollista, un país donde se mejoren las instituciones y que ellas expliquen el progreso de Argentina, un país donde se construyan políticas públicas basadas en la evidencia, donde haya diálogo interpartidario. Me parece que el proyecto del radicalismo está muy claro y la verdad es que veo a la enorme mayoría embarcados en ese mismo sentido.