Por Mariano Leira
A poco de ponerse en marcha el gobierno de Javier Milei, comienzan a asomar los primeros ganadores y perdedores en materia económica. Por el momento, lo que queda claro es que del lado de los perdedores están el mercado interno, el consumo y los ingresos. Y entre los ganadores se ubican los sectores exportadores como el agro, el energético, la minería y la economía del conocimiento. La puja distributiva apenas está asomando y el camino a recorrer se muestra largo y sinuoso.
Al filo del cierre de enero, los empresarios de CAME, la central que agrupa a las pequeñas y medianas empresas, se reunían por tercera vez en dos semanas con un alto directivo del Gobierno. En ese caso fue el ministro de Interior, Guillermo Francos, a quien intentaban sensibilizar de los problemas del sector, sobre todo tributarios. Pero no era solo eso. Un exhaustivo relevamiento mensual de la entidad marcaba que la producción manufacturera Pyme había caído 26,9% en diciembre y que el año pasado se había retraído 2,6%. En apenas un mes, comparado con noviembre, el último mes previo a la llegada de Javier Milei y La Libertad Avanza al gobierno, la producción de las pymes se había reducido un tercio, el 31,7%.
En carpeta llevaban el ruego de alivianar diversas cargas impositivas a las economías regionales, a las transacciones comerciales digitales y que no se impusieran las exportaciones con retenciones.
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Semanas antes, sus hermanos mayores de la Unión Industrial Argentina, plantearon por boca de Daniel Funes de Rioja también sus preocupaciones por la presión impositiva. Decenas de cámaras empresarias dejaron traslucir una serie de pedidos por el estilo con un saludo caluroso al nuevo Gobierno, a sus lineamientos de austeridad fiscal y, sobre todo, a los proyectos de reforma laboral.
Para las empresas, la última semana de enero fue desilusionante: mientras en el Congreso de la Nación se debatía lo que quedaba del denominado proyecto de ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos, unas cuadras más allá, en los Tribunales, el DNU 70, el decreto desregulador del Estado entraba en terapia intensiva.
El intento reformador de Milei, el puñetazo en la mesa de los libertarios sobre la piel económica de la Argentina, comenzaba a sentir el rigor de las medidas cautelares. La ambiciosa reforma laboral, contra la cual se movilizó y organizó un paro nacional de actividades la Confederación General del Trabajo (CGT), quedaba esterilizada por decisión de un juez.
La estrategia de choque desde una minoría parlamentaria, que buscaba casi en forma testimonial dejar sentada una posición “frente a la casta”, se iba desdibujando. Poco antes, frente a la resistencia legislativa a un proyecto ambicioso, desprolijo y de dudosa legalidad en su redacción, “el plan” económico que lidera el trío de Milei, Luis Caputo y Santiago Bausili desde el Banco Central perdía fisonomía.
Sin claridad sobre el futuro, pymes y grandes empresas por igual comenzaban a quedar en una suerte de limbo de los objetivos y de las circunstancias del nuevo gobierno.
¿Quién gana con el plan de Milei? ¿Hay sectores beneficiados y otros más perjudicados que se puedan rastrear en el corpus desplegado en los primeros dos meses de gobierno libertario?
Hay sectores que surgen con mayor claridad como beneficiarios potenciales de medidas delineadas por la administración de Javier Milei. Lo ha expresado claramente el Presidente al referirse a empresas de matriz tecnológicas o energéticas, por citar un par de casos. Sin embargo, la mayoría de la estructura productiva atraviesa un limbo que desafía a los analistas más avezados.
“Es prematuro todavía identificar a ganadores y perdedores del modelo de Milei porque todavía no comenzó a funcionar. Todo lo que él planteaba en la campaña electoral, que era un conjunto consistente de ideas económicas muy vinculadas con el liberalismo, todavía no se la vio”, advierte a Newsweek, Jorge Colina, economista de Idesa, un think tank especializado en cuestiones tributarias, laborales y regionales.
“Un ejemplo más concreto es que en el proyecto de ley de Bases nunca estuvo, por ejemplo, la revisión de los regímenes de promoción fiscal, como el de la industria de Tierra del Fuego, que en los discursos decía que los iba a revisar”, recuerda.
CONSENSOS
Durante la campaña electoral, el candidato libertario hizo particular hincapié en que su propuesta buscaba sacar de encima de los emprendedores, empresarios y productores la bota fiscal que aplastaba la cabeza y la iniciativa privada. Regulaciones e impuestos debían quemarse en la plaza de armas del castillo de la Libertad.
Sin embargo, con el rostro herético de la necesidad y de la realidad dominando la gestión, una generalización y aumento de las retenciones a las exportaciones al 15% surgió como palanca de la recaudación destinada a complementar por el lado de los ingresos el objetivo de lograr un ajuste del gasto público de cinco puntos del Producto Bruto Interno.
Desde el punto de vista del Gobierno, para los exportadores y los productores primarios habían recibido su parte principal con la primera gran medida que adoptó el Ministerio de Economía en manos de Caputo, la devaluación del peso de 54%, que movió el tipo de cambio oficial de $ 344 a $ 800, un 118 por ciento.
En efecto, después del 12 de diciembre, cuando el Banco Central dispuso esa medida comenzaron a afluir dólares de los exportadores, algunos días de inversores en minería, remanentes de soja que buscaron aprovechar un dólar de “overshooting” antes de que la inflación redujera su poder de compra.
Pero a poco de andar, el proyecto de ley con el aumento de retenciones puso en guardia al campo, donde La Libertad Avanza había logrado una de las mayores bases de sustentación política territorial en todo el país. De repente, de ser agraciado se convertía en el primer traicionado de los sectores económicos productivos.
Luis Caputo y las organizaciones del campo motorizaron encuentros de acercamiento, pero las posiciones de los productores se volvieron irreductibles. Las provincias, asentamiento de las producciones, se alzaron para lograr un retroceso del Gobierno con la propuesta. Caputo aclaró que la retirada de su paquete fiscal de la ley de Bases era apenas un hasta luego.
De esta forma, el campo y las industrias extractivas, los exportadores en general, volvían al ruedo de los beneficiados.
LOS TRES VECTORES
Fabio Rodríguez, economista y socio de M&R y Asociados explica a Newsweek que, a su juicio, hay tres sectores básicos hacia donde apuntar para tratar de esbozar un primer cuadro de elegidos y perjudicados por la política del Gobierno.
“La primera definición obviamente fue el sinceramiento cambiario, que dejó, por un lado, un panorama muy negativo para los ingresos y el empleo. En los componentes del programa económico no hay ninguna búsqueda de recuperación de la política de ingresos”, advierte Rodríguez.
En consecuencia, “la recomposición de la competitividad vía tipo de cambio aparece la producción de bienes transables, como el sector mejor posicionado: por supuesto todo el agro, que suma el repunte de natural de la ausencia de sequía; te aparece la minería, te aparece la energía; algunos sectores de insumos más difundidos, como el aluminio”, señaló.
Del lado de los perdedores, por otra parte, “miraría obviamente el mercado interno, el consumo y los ingresos y el empleo, que probablemente comience a retraerse”, apuntó el socio del politólogo Gustavo Marangoni.
En ese “club” se inscribe “gran parte de la industria que no compite o que no exporta o que no tiene salida exportadora y que abastece al mercado interno, los clásicos de siempre: alimentos y bebidas, la industria textil, de indumentaria, calzado, juguetería y plásticos”, acota Rodríguez.
Si la dinámica cambiaria “ordena”, al decir del especialista, del lado de la apertura comercial que cuadra al enfoque liberal del Gobierno, se acentúa la perspectiva. “En algún momento va a pesar de vuelta la discusión de la más apertura importadora”, reflexiona.
Finalmente, un tercer sector se convertiría en el más perjudicado de la ecuación: “los llamaría ‘presupuesto-dependientes’, y ahí claramente está la obra pública, que se vería afectada por el famoso recorte que va a pegar directo a la construcción”.
En otras palabras, los ganadores y perdedores se ordenan por su exposición al tipo de cambio, competitividad externa y salida exportadora; los que son más sensibles a los ingresos, esencialmente productos de consumo y del empleo de masa salarial; y finalmente los que dependen de los presupuestos públicos.
Entonces, para sintetizar, hay tres componentes y los ganadores y perdedores se ubican de uno u otro lado mirando el tipo de cambio, la competitividad y salida exportadora. Mirando ingresos, caída del consumo y del empleo de la masa salarial, y hay que mirar sectores ligados al presupuesto donde que claramente están la infraestructura, la obra pública y la construcción.
¿HAY UN PLAN?
Si la instrumentación de medidas puede definir un mapa de ganadores y perdedores, hay una parte de la biblioteca económica que es menos comprensiva. Esa parte apunta a que la estabilidad y el establecimiento de ciertas reglas ordenarán la economía. Sería como una academia de la mano invisible.
Pero tiene varias caras. Por ejemplo, el directivo de una empresa de servicios turísticos acostumbrada a lidiar con cientos de miles de clientes por año, podría tener motivos para alegrarse de la política de cielos abiertos que propone La Libertad Avanza, para que aerolíneas low cost puedan operar en la Argentina. Tenían motivos para el optimismo si es que su actividad dependiera exclusivamente de las regulaciones. Sin embargo, sus pronósticos de ventas para 2024 se sitúan un 30% por debajo de lo facturado en 2023 en términos reales. “La recesión pinta fuerte”, reconoce.
Por esa misma razón el Fondo Monetario Internacional (FMI) recortó sus pronósticos económicos para la Argentina, de un crecimiento estimado en 2,75% a una caída de 2,8%, producto de los ajustes anunciados al gasto y de los efectos de la devaluación y la inflación.
EL COMBO
“El DNU y la ley de Bases y Puntos de Partida…, además del paquete de emergencia económica, apuntaban a ser un combo”, recuerda el economista Luis Secco. “No se puede separar una cosa de la otra, no es que por un lado va la estabilidad y por el otro va la reforma estructural, los dos juntos son un plan integral cuyo objetivo principal es bajar la inflación”, señala.
Para Secco, el diagnóstico es el correcto y el diseño del programa es el correcto. “Lo que está hoy absolutamente en duda, es su implementación”, afirma el economista al calor del confuso trámite que atravesaba al cierre de esta edición la también denominada “ley ómnibus”, que se debatió en sesiones extraordinarias del Congreso de la Nación.
Desde la perspectiva de Secco, el conjunto de medidas de ordenamiento macro determina ganadores y perdedores sin mirar sectores de producción en particular. “La demora judicial, la discusión legislativa, el cuestionamiento del DNU, demoran también la implementación del paquete de emergencia porque el Gobierno está imposibilitado de contar recursos como pensaba antes de dejar fuera de la Ley al paquete fiscal”, señala.
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“Pero también hay cuestiones fundamentales, como la corrección tarifaria. En la luz y más tarde en el gas es una demora innecesaria que genera básicamente un problema en términos de desinflación”, advierte. “No va a ser tan rápida como se pensaba, y todo lo que se posterga perjudica a los que tienen ingresos fijos y que sufren más fuerte la suba de los precios”, subraya en diálogo con Newsweek Argentina.
Del mismo modo, el campo de batalla de winners y loosers también está definido, en esta visión, por el acceso o pérdidas de privilegios de la mano de la reforma del Estado. “Pierden todos aquellos que escudan sus ineficiencias detrás de la regulación, o sea todos los sectores sobre regulados – señala-; ahí van a haber muchos que tendrán que acostumbrarse a las nuevas reglas del juego”, observa.
A LA LUZ DE LA EMERGENCIA
Como la mayor parte de los economistas consultados, también a Carlos Pérez se le hace dificultoso rescatar una línea del “plan Milei” que esté destinada en forma concreta hacia sectores determinados. El análisis, pero también la coyuntura, lo obligan a prestarle mucha atención a la “emergencia”. “Es muy grave la herencia económica: estanflación, precios relativos totalmente distorsionados, el Banco Central y el sistema financiero financiando exclusivamente al fisco y con reservas internacionales muy negativas; es hora de un ordenamiento macro, de ajuste fiscal y devaluación, cerrar el acuerdo con el FMI, conseguir dólares y lograr soporte político”, describe Pérez.
“Lo que está claro es que en el primer semestre se profundiza la estanflación, combinación de recesión con altos niveles de precios, con su impacto negativo y generalizado sobre el poder adquisitivo de la población, el consumo y la inversión”, sentenció.
En ese contexto es que, a su juicio, y en coincidencia con Fabio Rodríguez, “los sectores ganadores, en términos relativos, serán los exportadores, como ser el agro, el energético, la minería y también la economía del conocimiento, que ya venía con una dinámica propia muy buena”, recuerda Carlos Pérez.
Pero no logra escapar de la pesadilla cotidiana: “El desafío del segundo semestre es la estabilización macroeconómica y que se pueda evitar una reiteración de la devaluación y la inflación, escenario que, lamentablemente, tiene también probabilidad de ocurrencia”, anticipa.
SIN DETALLES
Si en la campaña electoral las consignas claras del libertarismo eran la motosierra para el gasto de la casta, el cierre del Banco Central para terminar con el robo de la emisión, el camino a la dolarización, los primeros pasos dejando para adelante algunas aristas sin consenso ni siquiera en la academia, ahora, cada vez que el presidente o su ministro lo mencionan suelen generar incertidumbre en una economía que luce sin rumbo.
El comienzo de febrero recibe a una administración con un horizonte de vencimientos de deuda despejado, un acuerdo con el FMI que le da aire a las reservas y al ordenamiento macroeconómico interno, la deuda de los importadores casi reprogramada. La desorganización institucional del arribo al poder de un equipo sin experiencia muestra que por el momento los trazos más gruesos del plan económico en ciernes tienden a beneficiar a los que están en mayor relación con el exterior o con el ingreso de divisas. Una última –tal vez la primera- conclusión acerca de beneficiados y perjudicados concluiría en que con más énfasis que en otros momentos de la historia, el que apuesta el peso, pierde.