Hoy, 3 de mayo, es el Día Mundial de la Libertad de Expresión. Por lo tanto, un reconocimiento para todos los que hacen uso de la libertad de expresión en el mejor de los sentidos.
Pero también quisiera hacer una reflexión para recordar cuántas cosas arruinó el kirchnerismo.
Cuando hablamos de la libertad de expresión, más allá de celebrar y de solidarizarnos con todos los que son víctimas de regímenes como la dictadura cubana o la venezolana, lo que pasa en Rusia, lo que pasa en Irán, lo que pasa en un montón de países que no pueden gozar de la libertad de expresión como se goza en otros, hablamos de rescatar la resistencia hermosa que hace mucha gente en esos lugares defendiendo justamente la libertad de expresión.
Es bueno recordar para reflexionar y para que no vuelva a suceder nunca más. Yo me acuerdo de que en la época del kirchnerismo, la libertad de expresión estaba permitida solo para ellos.
En ese entonces, deformaban totalmente el concepto y hacían lo que se llamaba «periodismo militante». Por supuesto, periodismo militante con dinero público y con dinero de la corrupción.
Con dinero público hacían lo que hacían en programas como «678», la Televisión Pública, o en Télam. Es paradójico: Télam se cerró y nadie lo lamenta, nadie defiende a la gente de Télam porque ellos han ejercido la libertad de prensa, la libertad de expresión solo de ellos. No defendían la de los demás y, si uno no pensaba como pensaban ellos (como pensaban los kirchneristas), no le iban a hacer una nota en Télam. Más bien iban a usar Télam para reventar a alguien que se expresara y que pensara distinto al kirchnerismo.
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Me tocó presenciar todas esas cosas con otros medios también fruto de la corrupción, como C5N, comprado con el dinero de Cristóbal López, y con otros medios que solo recibían pauta pública del kirchnerismo.
Cuando una vez yo quise ejercer mi libertad de expresión diciendo que en la Argentina no había 30.000 desaparecidos, todos esos medios se comportaron como medios estalinistas, no respetaron la libertad de expresión.
Esta es una reflexión que me surge en este 3 de mayo, que es el Día de la Libertad de Prensa, de la Libertad de Expresión en todo el mundo para que no se vuelva a repetir.
Por otra parte, quisiera hacer una acotación sobre otro tema que también tiene que ver con esto: es dantesco lo que se está viendo en las universidades norteamericanas. El brote de antisemitismo en el mundo es cada vez mayor y es alentado por esta especie de «camarilla woke«, que son en partes iguales idiotas y autoritarios, porque ya lo venían demostrando hace bastante tiempo en las universidades norteamericanas y en alguna escuela de Europa. Se han convertido ya en «los relacionistas públicos de Hamás».
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Tienen una actitud completamente antisemita, e independientemente de que algunos creen que los universitarios tienen un nivel superior porque estudian en una universidad, lo cierto es que no.
Yo les puedo recordar que en 1933 las universidades alemanas apoyaron a los nazis como ahora las universidades norteamericanas están apoyando a los nazis de Hamás.
Creo que Occidente debe estar más atento a estas cosas y debe reprimirlas con la fuerza de la ley, con la fuerzas del orden y con todas las cosas que hay que hacer dentro de la ley. Pero indudablemente debe reprimirlas.
Y recordé, para graficar esta ola de antisemitismo y lo que está pasando en las universidades norteamericanas, una frase de Thomas Mann: «La tolerancia es un crimen cuando se tolera la maldad«.
(Columna emitida originalmente en el programa «Cristina sin vueltas», conducido por Cristina Pérez en Radio Rivadavia)
