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Los 98 milmillonarios latinoamericanos ahondan la desigualdad en la región
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Los 98 milmillonarios latinoamericanos ahondan la desigualdad en la región

Por Gabriel Michi

Mucho para pocos. Poco para muchos. Esa es una realidad que se repite en todo el planeta. Pero en un lugar en particular: América Latina es la región más desigual de todo el Mundo. Allí cientos de millones de personas viven en la pobreza más extrema, a la vez que también hay un muy selecto grupo de privilegiados: son un puñado de apenas 98 milmillonarios cuya riqueza combinada es de US$480.800 millones, algo que equivale al PBI de Chile y Ecuador juntos.

Así surge de un informe de la ONG Comité de Oxford de Ayuda contra el Hambre (Oxfam) que también agrega que el 1% más rico de América Latina y el Caribe posee el 43,5% de la riqueza total, mientras que la mitad más pobre (alrededor de 330 millones de los 662 que viven en la región) sólo alcanza el 0,8%.

Y hay un dato bien ilustrativo: según Oxfam, una persona promedio en Latinoamérica debe trabajar 90 años para ganar lo mismo que cosecha un milmillonario en un solo día. De eso se trata la desigualdad extrema que vive esta región. Por ello, esta ONG no sólo traza un diagnóstico sino que plantea alternativas concretas para revertir esa situación de enorme injusticia. Por ejemplo propone reformas tributarias que podrían generar unos US$264.000 millones a los Estados, representando el 4% del PBI regional, «para apoyar acciones y políticas públicas que prioricen la sostenibilidad de la vida».

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Oxfam elaboró el informe «Econonuestra: Es tiempo de una economía para todas y todos» en el que graficó la enorme e inequitativa polarización de la riqueza en América Latina y el Caribe, y que muestra los privilegios de ese minúsculo grupo de ultrarricos que, con su poder, influyen de forma determinante en la política y, de esa manera, condicionan decisiones que terminan afectando los derechos de las mayorías, con todo lo que eso implica en las golpeadas democracias latinoamericanas. Desde ese punto de vista, la desigualdad afecta en forma directa la calidad y las condiciones de empleo, profundizándose sus consecuencias en los sectores más vulnerables: mujeres, jóvenes y comunidades indígenas y afrodescendientes.

Pero no sólo esa desigualdad económica se traduce en cuestiones sociales, sino que también se materializa en desafíos ambientales -con el cambio climático amenazando y golpeando particularmente a los más marginados, y demográficos que se consustancian con procesos migratorios muy fuertes y determinantes. Para atender todos esos frentes son necesarias grandes inversiones de los Estados que, justamente, deberían recaudar más impuestos entre los más ricos para hacer frente a esas demandas acentuadas por la desigualdad extrema.

Según Gloria García-Parra, directora regional de Oxfam en América Latina y el Caribe, «la disparidad en la distribución de la riqueza está erosionando los cimientos de nuestras democracias. Un puñado de individuos no debería decidir el destino de la mayoría. Es imperativo reequilibrar nuestra economía para que refleje las voces y necesidades de todas las personas, no sólo de unos pocos privilegiados”.

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Por eso desde la ONG plantean la urgencia de cambios estructurales para hacer frente a esas inequidades. Y sostiene que ese cambio estructural debería reducir las desigualdades económicas y sociales, avanzar en justicia climática y mejorar la autonomía financiera de las mujeres, con el fin de incrementar ingresos y acceso a servicios básicos, y garantizar empleos dignos.

“Este es un momento histórico para la región; con la Presidencia de Brasil en el G20, tenemos la plataforma ideal para promover un cambio significativo. La implementación de un pacto regional podría ser la clave para erradicar la pobreza extrema y fortalecer nuestra lucha contra la crisis climática,” señala Garcia-Parra.

Según las estimaciones de Oxfam, sacar de la pobreza extrema a todas las personas que actualmente se encuentran en esta situación en la región, «supondría un monto total de US$175.000 millones. Poner en marcha los sistemas nacionales públicos de cuidados que requiere LAC implica una inversión de US$75.600 millones y duplicar el actual gasto público regional para enfrentar la crisis climática, supone US$13.000 millones adicionales por año». Si bien la cifra parece muy grande, es poco frente a los problemas que vendría a solucionar. Y son migajas si se tiene en cuenta las fortunas de esos milmillonarios que viven y lucran en la región. Una forma de dejar atrás tantas injusticias. Tantas desigualdades. En la región más desigual del planeta. Donde pocos tienen mucho. Y muchos tienen poco. O nada.

Publicado en cooperación con MundoNews

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