José Natanson es periodista, escritor y politólogo, un intelectual argentino que dirige la edición de Le Monde Diplomatique para el Cono Sur. A días de las elecciones presidenciales en Venezuela, acaba de publicar su nuevo libro “Venezuela. Ensayo sobre la descomposición” (Penguin), en el que analiza cómo fue que el país sudamericano pasó de ser un faro ideológico para la izquierda latinoamericana y mundial a convertirse en un régimen que incomoda al progresismo y alimenta a las derechas.
Desde México y diálogo con Newsweek Argentina, evaluó este momento clave de la historia del país en el que el presidente Nicolás Maduro pone en juego en las urnas un proceso de casi 25 años, como lo es el socialismo chavista fundado por su predecesor, Hugo Chávez.
¿Qué significa Venezuela hoy para la región? ¿Cómo fue que un país con la potencia de Venezuela se hundió de pronto en una crisis económica, política y social que parece no tocar fondo? ¿Son estas elecciones una salida, cualquiera sea el resultado? Natanson responde a estas y otras cuestiones en una entrevista exclusiva.
¿Venezuela hoy se está enfrentando un momento crucial en su historia o es un capítulo más de un largo proceso?
– Las dos cosas, yo diría. Es parte de un proceso porque el chavismo está en el poder desde hace 24 años; y, al mismo tiempo, es un momento crucial porque son unas elecciones realmente atípicas en la historia reciente de Venezuela. Las elecciones anteriores, cuando las disputaba Chávez, casi siempre las ganaba en buena ley, o recurriendo a algunas maniobras al filo de la legalidad, pero siempre teniendo más votos que la oposición. Maduro fue elegido presidente en 2013 por una diferencia muy chiquita frente a Capriles, pero ganó. Después fue reelegido en condiciones muy regulares en 2018. Pero ahora Venezuela se enfrenta a una elección en la cual, por primera vez, pareciera que la oposición puede llegar al Gobierno después de casi un cuarto de siglo del proceso bolivariano.
¿Parte de que sea un proceso atípico tiene que ver también con que quien era la principal candidata está proscripta?
– Sí. Pero yo diría que lo que realmente marca una diferencia con las elecciones anteriores es que esta vez la oposición hizo todo bien. En las elecciones anteriores, donde ya hubo proscripciones y prohibiciones, inhabilitaciones, la oposición se presentó dividida y no llegó muchas veces a un acuerdo estratégico acerca de qué hacer frente al chavismo.
Chávez ganó las presidenciales. Maduro ganó en 2013. Y en 2018, que fue la anterior elección presidencial, una parte de la oposición se abstuvo y otra parte se presentó muy debilitada. En este caso, yo creo que una de las cosas que marca una diferencia entre esta elección presidencial y las anteriores es que la oposición entendió que tenía que llegar unificada, que tenía que mantener una misma estrategia, que no tenía que salirse de la ruta electoral, como llaman en Venezuela a presentarse a las elecciones.
Recordemos que el Gobierno, el Consejo Nacional Electoral, había inhabilitado a María Corina Machado, que fue quien ganó las elecciones internas de la oposición. María Corina designó a una filósofa sin participación política, que nunca había ocupado un cargo público, como su reemplazante. El Gobierno inhabilitó también a esa persona. Y, finalmente, después de una especie de acuerdo (de esos acuerdos que nunca terminan de quedar claros entre la oposición y el chavismo en Venezuela), se anotó la candidatura de Edmundo González Urrutia. Según lo que dicen las encuestas, le lleva una ventaja importante a Maduro.
Acaba de publicar su libro “Venezuela. Ensayo sobre la descomposición”, en el que analiza todo el proceso que nos trajo hasta estos comicios. ¿Qué significa hoy Venezuela para la región en términos políticos, económico e ideológicos?
– Venezuela es el punto ciego de la izquierda latinoamericana. Es eso con lo que la izquierda latinoamericana no sabe qué hacer. La izquierda latinoamericana había llegado a tener una posición más o menos consensuada sobre Cuba. Es más, si uno le pregunta a cualquier persona qué opina sobre Cuba, seguramente te dirá “bueno, es un régimen autoritario, no hay elecciones libres, hay un solo partido, es un gobierno del Partido Comunista desde hace 60 años”, pero al mismo tiempo “hizo progresos notables en salud, educación, etc.”. En cambio, sobre Venezuela vos hacés esta pregunta… Y eso fue en parte lo que me motivó a escribir el libro. Muchas personas, incluso gente informada, no sabía qué decir.
¿Venezuela es un país con un Gobierno autoritario? ¿Es no autoritario? ¿Es semi-autoritario? ¿Qué pasó con la economía? ¿Por qué les fue tan mal en materia económica? El PBI venezolano se redujo a un cuarto en cinco años. Venezuela genera esto. Había sido un faro ideológico durante los primeros años de Chávez, y ahora se convirtió en este punto ciego.
Y pareciera ser un punto incómodo también para el resto de los líderes de la región, que no saben bien cómo posicionarse, a excepción de Milei, por ejemplo. Cuando les preguntan por estas cuestiones a Lula o Petro tampoco tienen una posición tan clara.
– Sí, genera una incomodidad en la izquierda. De todos modos, yo creo que justo esos dos que vos mencionaste, que son Lula y Petro, finalmente se ubicaron de cara al proceso electoral venezolano en posiciones muy constructivas. Los dos intentaron convencer al Gobierno de Maduro de que lo mejor que podía hacer era realizar elecciones más o menos limpias; y a la oposición de que le convenía presentarse a esas elecciones para que Venezuela tenga un proceso electoral lo más normal posible. Y, eventualmente, que haya una transición hacia un gobierno de otra orientación política, si es que Maduro pierde las elecciones, como todo lo indica.
Así como es un punto incómodo para la izquierda, pareciera ser un blanco fácil para la derecha.
– Sí. El fantasma de la venezuelización reemplazó al fantasma de la cubanización como espantapájaros para las derechas regionales. Cualquier líder de derecha en América Latina que se precie tal tiene en algún momento de su vida va a decir “no hagamos tal cosa porque si no nos vamos a convertir en Venezuela”. Lo cual es una locura, porque Venezuela tiene características tan únicas… Es un país tan diferente en tantos aspectos a otros países de América Latina que, de hecho, es la única economía monoexportadora de la región, porque el 94% de las exportaciones venezolanas se explican por el petróleo. No hay otro país de América Latina con estas características. Pero aún cuando Venezuela es un mundo aparte, fue muy útil para muchos gobiernos. ¿Qué pasó? La idea de socialismo del siglo XXI quedó asociada a lo peor del socialismo. Colas, desabastecimiento, inflación, autoritarismo, sin lograr casi ninguno de los avances del socialismo en materia de desigualdad, lucha contra la pobreza, etcétera. Venezuela es hoy uno de los países más desiguales de América Latina.
En Argentina, esa imagen del socialismo chavista quedó sumamente asociada al kirchnerismo, y esta relación es criticada y explotada por todo el amplio espectro “no kirchnerista”. ¿Cree que en en este país sí hay cierto consenso sobre Venezuela y sobre Maduro?
– No, yo creo que el kirchnerismo tiene una mirada un poco nostálgica respecto a Venezuela, que en parte la entiendo porque se explica por la alianza y la sociedad que tuvo el Gobierno de Néstor Kirchner y después el de Cristina con Chávez, una alianza en algunos aspectos muy positiva para Argentina. En efecto, Argentina aumentó mucho sus exportaciones a Venezuela. La negociación para la salida de Techint de Venezuela terminó bien, gracias a una intervención puntual de Néstor Kirchner. Venezuela, en un momento delicado de la deuda externa argentina compró bonos de esa deuda. O sea, Venezuela hizo en su momento muchas cosas por Argentina.
Por lo tanto, se entiende, desde mi punto de vista, que el kirchnerismo tenga una mirada piadosa de lo que pasa en Venezuela. Ahora, creo que esto no debería significar ignorar las cosas que pasan en Venezuela en materia de crisis económica, migraciones, violaciones a los derechos humanos, etcétera.
¿Crees que Maduro y el chavismo en general están preparados para entregar el poder en caso de una eventual derrota?
– Yo creo que los costos de salida de Maduro son muy altos. Aún cuando va a tener muchos reaseguros, porque las elecciones son el domingo, pero la entrega de mando es en enero. El chavismo va a seguir controlando la Asamblea Legislativa y va a seguir controlando buena parte de las fuerzas armadas. O sea, aún cuando probablemente vote una ley de amnistía, aún cuando haga un pacto con la oposición, seguramente va a haber algún nivel de diálogo. Pero más allá de todos estos reaseguros, el costo de salida de Maduro es extremadamente alto.
¿Con los militares pasa lo mismo?
– El costo de los militares también es alto, porque están muy integrados al dispositivo gubernamental. Entonces, probablemente sean desplazados de muchas posiciones de poder. No de todas, pero sí de muchas.