Por Alfredo Casado
La maquinaria militar de Israel comenzó a mover sus piezas tácticas en el escenario de una confrontación directa en territorio libanés, con el fin de barrer con las milicias integristas del Hezbolá.
En las últimas horas, la 98a Brigada de las Fuerzas de Defensa Israelí se desplazó hacia la frontera norte y se unirá a la 36ª División del Comando de esa región, con el aporte sustancial de tropas de elite y paracaidistas.
De acuerdo a la información que recogió Newsweek Argentina con protagonistas en el terreno, Israel busca cambiar el eje de la campaña sosteniendo dos divisiones en Gaza, pero haciendo pesar su extraordinario poder de fuego ofensivo, fuerza aérea de ataque y capacidad defensiva, con el firme objetivo (no lejano) de cruzar la frontera y lanzarse sobre las milicias chiítas, las rampas de lanzamiento y los sistemas de drones con que Hezbolá martilla el territorio de Israel.
Aunque Israel no lo admite, hay que recordar que casi nunca el Gobierno comenta operaciones del Mossad. Los servicios occidentales y también los rusos y chinos creen que la tecnología de inteligencia judía estuvo detrás de la voladura de beepers y radios de comunicación que mataron a 37 personas e hirieron a casi 3.000. El daño en materia psicológica fue tremendo. Las detonaciones arrancaron manos, dedos, vaciaron ojos y seccionaron genitales.
El líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, afirmó que la operación sobres los sistemas de comunicación que usa ese grupo armado es “un crimen de guerra o al menos una declaración de guerra; es puro terrorismo”. Reconoció que se trata de una situación inédita, pero destacó que la capacidad de los centros de mando y articulación operativa están intactos. Nasrallah subió la apuesta y amenazó: “Responderemos. No diré el lugar, ni hablaré del momento ni de ningún detalle. El ajuste de cuentas ocurrirá. No diremos nada porque estamos en una etapa muy sensible de la Gran Batalla”.
Por su parte, Israel guardó las palabras, pero no los aviones y, a la par que Nasrallah brindaba su discurso, descargó intensos bombardeos sobre el sur del Líbano. Algunos cazas se desprendieron de sus formaciones y sobrevolaron Beirut superando la velocidad del sonido y creando más terror entre los habitantes.
Hay que recordar que el Hezbolá y el Hamás, que gobierna en Gaza, tuvieron marcadas diferencias en el pasado. Junto a la Yihad islámica tienen como enemigo común a Israel, pero la milicia en el Líbano es chiíta y Hamás es de origen palestino y sunita. La guerra en Siria permitió observar sus visiones distintas pero la respuesta militar israelí sobre Gaza, tras los salvajes ataques de los comandos del Hamás contra civiles israelíes del pasado 7 de octubre, generó un factor de unidad contra ese adversario común al que ambos desean destruir.
Los ataques y contrataques en la frontera norte de Israel produjeron el desplazamiento de miles de personas a uno y otro lado de la línea de confrontación.
El líder de Hezbolá habló tras la explosión de los beepers: «El ajuste de cuentas sucederá»
Israel tiene la firme determinación de hacer que los pobladores retornen a sus casas. Sabe que para lograr ese objetivo quizás deba inmiscuirse en un nuevo conflicto a gran escala en territorio ajeno y, a la vez, mantener las líneas de suministros y hacer equilibrio con el peso de la guerra en dos frentes distintos.
Otro punto a tener en cuenta es que Hezbolá es el grupo no gubernamental mejor armado del mundo y, si bien su arsenal no es ni de cerca comparable con el de Israel, tiene una gran capacidad para infligir daños. Sus sistemas sofisticados pueden alcanzar objetivos sobre la población y poseen otras formas dormidas de atacar y generar reacciones internas en aquellos israelíes que no estén dispuestos a nuevas escaladas militares.
Al cierre de este informe, Israel volvió a atacar y destruyó lanzaderas de cohetes y depósitos de armas en Líbano. El jefe de Estado Mayor israelí, Herzi Alevi, afirmó: “La secuencia de nuestras acciones continuara”. Y agregó que “se aprobaron los planes de ataque y defensa; el costo para Hezbolá debería ser muy alto”.
Todo indica que la maquinaria de guerra en el segundo frente está en marcha. Una regla de los conflictos de tercera generación dice que cuando dicha maquinaria se pone en movimiento es casi imposible frenarla, y mucho menos si no hay decisión política para lograr tan loable fin, que supondría detener la guerra y su secuela de horror y muerte.
