Por Baby Etchecopar
Mientras desayunaba, escuchaba las melosas sandeces de Yuyo relatando sus correrías por los balcones de la pequeña Verona de Olivos donde transcurren los más increíbles momentos de amor dignos del compañero Shakespeare, entre sudores gimnásticos y cataratas de una sustancia melosa como esos fluidos que hace tiempo no aparecían, y Julieta los cuenta como un logro más del liberalismo.
Me puse a pensar en Romeo, que cada vez se acerca más a lo que pienso desde hace 8 meses. Ay, Romeo, Romeo, la soledad de las malas compañías te están llevando a perder la seducción y convertirte en el hazme reír de los Capuletos.
El ansia desmedida del poder y el egoísmo de concentrar el juego en la mesa chica te van a llevar a perder absolutamente todo en manos de quien quisiste combatir. Todos los días quebrás una lanza con los aliados, te van dejando solo, los que te ayudaron a llegar y tus pactos cada día se acercan más a asociarse con lo peor de la casta.
Mi querido Romeo, traslademos tu historia a nuestros días a ver si lo entendés. El PRO se está armando para cortarse solo; los radicales son pocos, muy pocos, y escuchan ofertas; el peronismo ortodoxo se está reagrupando; la izquierda sigue a cualquiera por un par de bancas. Solo te queda la agrupación de Maléfica que, cuando haga falta, te va a respaldar a cambio de la impunidad.
Resumo: Karina, la que no quería hacer nada, se prepara para salir a la cancha contra Cristina y así definir tu oposición y polarizar el 2025, y dejar a los demás afuera.
Mi querido Romeo, anticasta, cada día me doy más cuenta que ese personaje inventado por empresarios también tuvo un padre político al que te le fuiste de las manos y, siguiendo con la beta literaria, más que Romeo y Julieta suspirando entre los yuyos reverdecidos pareciera ser la historia del varón Frankenstein.