Leyendo:
Historia de un ataque de Israel a una central nuclear: el antecedente que causa temor en Medio Oriente
Artículo Completo 6 minutos de lectura

Historia de un ataque de Israel a una central nuclear: el antecedente que causa temor en Medio Oriente

Por Alfredo Casado

7 de junio de 1981. Ocho jets F16, de origen estadounidense, despegan de una base en algún lugar del Sinaí. Otro grupo de aviones F15 patrullan la región y escoltan a los ocho elegidos para llevar adelante la OPERACIÓN ÓPERA.

Volaron en parejas y con escasos segundos de diferencia entre unos y otros. Radios cerradas, radares apagados, volando a 100 pies de altura para evitar las medidas electrónicas enemigas. Cruzaron Jordania y Arabia Saudita. Sobre este último reino dejaron caer sus tanques suplementarios.

En 1975 se había anunciado de manera oficial un acuerdo entre Francia e Irak. Pagos por 200 millones de dólares a cambio de dos reactores nucleares, aviones Mirage F1, algunos tanques y misiles.

Irán amenazó a Israel con «ataques contundentes y devastadores» si responde a la ofensiva con misiles

Los técnicos franceses armaron barracas al sur de la capital iraquí e iniciaron la construcción un reactor atómico: OSIRAK para los técnicos europeos (TAMMUZ para Saddam Hussein). El líder árabe también suscribió otro acuerdo con Italia para disponer de un laboratorio capaz de extraer radioisótopos de plutonio del futuro reactor. El Mossad sabía de los intentos por comprar a los alemanes uranio empobrecido, combustible del que se puede obtener plutonio para armar bombas atómicas.

Los servicios de inteligencia guiaban a los cazas israelíes hacia su objetivo. Con el temor de ser captados por los jordanos y en especial por los sauditas que contaban con aviones norteamericanos de alerta temprana.

Israel y también Estados Unidos presionaron a Italia y Francia, como lo harían con Argentina y el misil Cóndor, unos años después, para que cesaran sus ventas y la colaboración con el régimen de Bagdad.

El servicio de informaciones israelí se valió de la información de sus pares de Irán, una paradoja del presente, que entonces estaba en guerra con Irak. En el final de los ‘70 y principios de los ‘80 varios científicos que participaban en el proyecto fueron asesinados incluso en la capital francesa. Israel logró entonces retrasar los avances.

La advertencia del líder supremo de Irán: «Israel no durará mucho»

Pero en aquel domingo 7 de junio de 1981 la decisión estaba tomada. No había más tiempo. Israel y su primer ministro Menachem Beguín estaban convencidos que no había que dilatar la cuestión. La OPERACIÓN ÓPERA estaba en marcha y ya no podía ser abortada.

Cerca de las 5 de la tarde algunos soldados caminaban cerca de la cúpula de OSIRAK, algunos técnicos franceses trabajaban en mediciones.

El raid de los F16 israelíes recién llegados con sus pilotos que venían con meses de entrenamiento en EEUU, entró en acción. Con espacios de 5 segundos los aparatos judíos lanzaron sus bombas sobre la instalación nuclear. La destruyeron con artefactos ordinarios donde lo que valía era la precisión de los pilotos. El saldo humano, se dice, fue de 10 soldados iraquíes y un ingeniero francés muertos. Los F16 y sus pilotos retornaron, todos, bien a sus bases secretas en el desierto.

El impacto mundial fue tremendo. Estados Unidos condenó el ataque. Francia mostró indignación y los países árabes pidieron una cumbre y también una reunión urgente del Consejo de Seguridad. No hubo escapes radiactivos porque el reactor no había sido cargado.

EEUU le enviará a Israel un sistema antimisiles y un centenar de tropas ante la amenza de Irán

A 43 años de años de esta historia y en pleno conflicto en Oriente Medio el fantasma de un posible ataque a instalaciones nucleares, en este caso iraníes, se cierne con tenebrosa incertidumbre.

En 2007 Israel atacó el reactor sirio de Al Kibar en una incursión aérea bajo el nombre de OPERACIÓN OLIVO.

Durante los últimos años los servicios israelíes estuvieron muy activos escudriñando los planes atómicos de Irán y buscando a sus cerebros o colaboradores más prominentes. Ya no hubo bombardeos, pero si sabotajes, ataques cibernéticos y ejecuciones selectivas.

Entre esas actividades, una de las más resonantes fue la de propagar con apoyo de EEUU el virus Stuxnet, en las instalaciones de la central iraní de Natanz. Israel no reconoció dicha acción que tuvo el nombre clave de JUEGOS OLÍMPICOS.

El desafío ahora es mucho mayor ya que los objetivos que podría atacar son subterráneos y están repartidas en múltiples locaciones. Se requieren bombardeos de largo alcance, capacidad para reabastecer en vuelo, escuadrillas que destruyan interceptores enemigos y obturar los sistemas antiaéreos. Además, y muy importante: aviones que puedan transportar bombas de enorme potencia anti bunker, enclavados en montañas, que Israel no posee y que EEUU, al parecer, no está dispuesto a suministrarle.

FORDOW, NATANZ, ARDEKAN, son otros centros nucleares de Irán que desvelan a Israel desde hace años.

Los efectos de un ataque sobre el plan atómico iraní intranquilizan al mundo y mucho más cuando aparecen actores recientes como Pakistán que advierte a Tel Aviv y dispone de sus propias ojivas nucleares y vectores para transportar su poder destructivo.

Hay que prestar atención el reciente encuentro del líder ruso Vladimir Putin con el presidente iraní, Masoud Pezeshkian, en la cumbre de Turkmenistán. Allí se habló del conflicto de Oriente Medio y Putin dijo “compartir una visión muy cercana del mundo” con su par iraní quien a la vez es un gran proveedor de drones militares que abastecen los arsenales rusos en su guerra europea.

La decisión de Israel de atacar el Irán profundo, incluso su aparato nuclear, está sujeta a múltiples evaluaciones y también a consecuencias de impredecible diagnóstico regional y mundial. Como lo prueba la historia nada garantiza que los enclaves o socios menores hagan caso eterno a sus protectores de siempre.

Esta situación se acopla a las continuas amenazas atómicas del propio Putin en el teatro de operaciones de la guerra entre Rusia y Ucrania y al rol de EEUU con una reñida elección presidencial en menos de un mes.

La guerra nuclear es un apocalipsis que, en esta época, de liderazgos digitales extremos, impúdicos y deshumanizados, puede encontrar una brecha como nunca antes ocurrió ni siquiera durante la Guerra Fría.

Ingresa las palabras claves y pulsa enter.