Este viernes 18 de octubre falleció a los 79 años de edad Ginés González García, el exministro de Salud de la Nación en dos oportunidades que sin dudas será recordado como uno de los mejores sanitarias de la historia del país y, al mismo tiempo, como el símbolo de los privilegios de la política a partir del “Vacunatorio VIP” instalado durante la pandemia de COVID-19 en su cartera.
Nacido en San Nicolás en 1945, González García se había recibido de Médico Cirujano en la Universidad Nacional de Córdoba y se graduó con honores en el Diplomado en Salud Pública Escuela de Salud Pública de la Universidad Nacional Buenos Aires. Además, fue especialista en Salud Pública en el Consejo Médico de Córdoba, diplomado como Médico Sanitarista por la Academia Nacional de Medicina, magíster en Sistemas de Salud y Seguridad Social de la Universidad Nacional Lomas de Zamora y la Fundación ISALUD y doctor honoris causa de la Universidad de Morón.
Su carrera en la salud pública comenzó en 1970, y hasta el golpe militar de 1976 trabajó en Salta, Buenos Aires, La Rioja, Córdoba y San Luis como delegado sanitario federal. La Dictadura lo obligó a renunciar como director general del Sistema Nacional de Salud de San Luis y tuvo que exiliarse en España. Recién pudo volver al país poco antes del regreso de la democracia.
Tras su retorno, trabajó en la Unión Trabajadores de Entidades Deportivas y Civiles (UTEDYC), la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (UOCRA) y como auditor médico en las obras sociales de ambos gremios.
Pero tal vez su gran paso a las grandes ligas de la salud nacional se produjo en 1988, cuando fue designado como ministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires bajo el Gobierno de Antonio Cafiero (hasta 1991). Al concluir la gestión, creó la Fundación Isalud.
En 2002, en medio de la grave crisis institucional que sacudió al país, Eduardo Duhalde llegó a la presidencia y convocó a González García, cuyo protagonismo en el mundo de la salud pública iba en crecimiento, para hacerse cargo del ministerio nacional, cargo que ejerció hasta 2007, porque fue ratificado por Néstor Kirchner.
Fruto de esta gestión, el sanitarista impulso el Plan RemediAr, que permitía a amplios sectores de la población bajo la línea de pobreza el acceso a medicamentos de manera gratuita, además de los grandes avances del país en materia de vacunación, acceso a atención primaria, salud reproductiva, e incluso se fomentó el aborto legal, seguro y gratuito, que años más tarde sería convertido en ley. Y a esto se debe agregar el plan SUMAR (de cobertura de salud para 18 millones de argentinos) y el sostén al tratamiento de enfermedades poco frecuentes.
A la llegada de Cristina Kirchner, Ginés González García fue enviado como embajador a Chile, puesto diplomático que ocupó hasta 2015, cuando Mauricio Macri se convirtió en presidente. En esos años, el médico era referente obligado en cualquier tema de salud, tanto por parte del mundo de la salud pública como de los medios de comunicación. Y, además, comenzó a mostrarse como un hombre destacado en el PJ Nacional, con un atractivo potencial electoral.
Con el triunfo de Alberto Fernández, González García volvió al Ministerio de Salud (que había sido convertido en secretaría por la gestión de Cambiemos), y allí su imagen llegó a su apogeo: en marzo de 2020 una pandemia de una desconocida enfermedad sacudió al mundo y el país puso su destino en manos del experimentado doctor y el equipo de gobierno.
Homenaje a Ginés González García por «su labor» en la pandemia
En aquellos días, la popularidad de Alberto Fernández era una de las más altas de la historia para un presidente (llegó al 80% de imagen positiva). González García ofrecía conferencias casi a diario, mientras la gente respetaba de manera estricta una dura cuarentena. Incluso se llegó a hablar en diversos medios del rol histórico que estaba desempeñando el médico, lo cual podría merecerle un monumento una vez que se superara la crisis.
Con el correr de las semanas, los plazos del aislamiento se fueron extendiendo y comenzaron a surgir las primeras voces en contra, que señalaban que en el mundo se estaba adoptando una actitud diferente. Pero los números parecían acompañar y justificar las medidas adoptadas. Hoy, se sabe que Argentina está entre los países que mejor manejo hicieron de la crisis global, considerando la cantidad de fallecimientos por habitante, pero en ese contexto se produjeron hechos que conmocionaron a la opinión pública.
En el marco de las pujas internas entre Alberto Fernández y su vicepresidenta, Cristina Kirchner, el periodista filo-kirchnerista Horacio Verbitzky reveló que se vacunó de manera exclusiva y prioritaria en el Ministerio de Salud. Esa fue la punta del ovillo que terminó revelando la existencia de lo que se llamó “Vacunatorio VIP”, donde familiares y amigos del Gobierno se aplicaban las vacunas antes que el resto de la sociedad.
Esta crisis se potenció por el hecho de que, en una extraña maniobra, el Gobierno decidió priorizar las vacunas rusas Sputnik antes que las probadas Pfizer de los EEUU. Esta decisión generó sospechas de que pudiera haberse producido algún hecho de corrupción, lo cual sigue investigando la Justicia.
Presionado por la prensa, la oposición y los propios enemigos internos, Alberto Fernández le sacó la mano a González García, que tuvo que renunciar y sumergirse en el ostracismo durante meses. Incluso tuvo que recluirse en España, donde fue escrachado por opositores argentinos en varias oportunidades.
En varias oportunidades el sanitarista intentó volver al ruedo político, pero en ninguna de las entrevistas en las que fue consultado por el Vacunatorio VIP pudo dar respuestas convincentes.
Cursando una larga enfermedad, González García se sumergió en la literatura, y en 2024 presentó “Amantes y alquimistas”, una novela histórica que, según confesó, es el género literario que más lo apasionaba.
Finalmente, este viernes 18 de octubre se informó de su fallecimiento como consecuencia del cáncer que enfrentaba y que lo mantenía internado en el Centro Quirúrgico Callao.
Por el momento, no se informó cómo será la despedida de sus restos, pero dirigentes de todos los colores políticos han comenzado a expresarse sobre la muerte del médico que, para bien o para mal, marcó la historia de la salud pública en la Argentina.
