El bloque del radicalismo viene atravesando una fuerte crisis, lo que antes era fragmentación ahora está a punto de transformarse en ruptura. Las diferencias internas del partido fortalecen la posición de Javier Milei; si bien se acordó una mesa de diálogo interna para salvar distancias, los insurgentes no garantizan darle la espalda al presidente.
Lo que dicen en el radicalismo es que la interna se ha vuelto insostenible desde que algunos miembros del bloque comenzaron a apoyar al gobierno de Milei. Hubo una reunión donde los diputados más críticos amenazaban con abandonar el bloque si no salían aquellos que habían votado en favor de iniciativas del gobierno, incluyendo el veto a la ley que modificaba las jubilaciones y el financiamiento a las universidades públicas. Si bien el bloque no se rompió, nada garantiza que pueda sostenerse unido hasta fin de año.
Quienes están en el banquillo de los acusados son los cinco diputados que han decidido alinearse con Milei: Mariano Campero, Luis Picat, José Federico Tournier, Martín Arjol y Pablo Cervi
La crisis no se limita a un simple desacuerdo interno, la acusación es concretamente de traición, por eso los caracterizaron como “radicales con peluca”, quienes no sólo respaldaron los dos vetos presidenciales desafiado la unidad del partido si no que son acusados de llevarle a Milei información de la mesa interna.
El bloque tiene 33 miembros, de los cuales 5 son acusados de traidores, unos 10 o 12 que miembros que responden a Lousteau y a Manes fueron quienes amenazaron con abandonar el bloque si no se resolvía la situación de los acusados. Más allá de lo numérico, se trata de una lucha interna por el control del partido; una parte no está dispuesta a ceder el control ni total ni parcialmente. La posibilidad de una continua colaboración de los radicales con peluca hacia el Gobierno resulta en un debilitamiento del radicalismo como fuerza y también como oposición.
La situación actual beneficia claramente a Milei, quien se fortalece al contar con el apoyo de estos radicales disidentes, que se suman al respaldo del PRO y ciertos diputados provinciales que acatan las órdenes de sus respectivos gobernadores. La reciente cena que tuvo lugar en la víspera del cumpleaños de Milei para homenajear a los gobernadores que dieron su apoyo al último veto, subraya aún más la consolidación de su base.
El nuevo mapa político que emerge tras la situación del radicalismo podría redefinir la dinámica en el Congreso. Lo que ahora es una fragmentación pronto puede ser una ruptura formal.
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Por el momento, se acordó conformar una mesa de dialogo donde se establezcan criterios comunes a todos, quienes no respeten los acuerdos internos quedarían afuera. La posibilidad de firmar un documento que exprese que si la mayoría decide apoyar iniciativas del Ejecutivo, el bloque así lo haga (como también en caso de rechazo) parece un poco lejana: en el medio también están los intereses de los gobernadores y la relación que cada uno tenga con Milei.
Desde adentro dicen que algunos diputados se sienten presionados a elegir entre el partido y la necesidad de sobrevivir políticamente por eso las tensiones internas podrían volverse irreconciliables. La debilidad del radicalismo abre la puerta a un fortalecimiento de Milei y altera el equilibrio de poder en el Congreso. Mientras se avanza en esa mesa de dialogo, se acordó no responder los llamados de Casa Rosada hasta que al menos se defina un representante para un tema de agenda oficialista como es allanar el camino para el Presupuesto 2025
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