La pasión de Jane por el reino animal se remonta a sus primeros años de su vida, en época de posguerra. Nacida en 1934, en el seno de una familia de clase media inglesa, su amor por la naturaleza despertó a muy temprana edad, junto con su necesidad de explorarla. Mientras sus amigos disfrutaban de los tradicionales juegos de niños, los días de Jane transcurrían entre lecturas y pasatiempos con animales, contemplando su modo de relacionarse, su inteligencia y, por sobre todo, su sensibilidad.
Con tan solo 10 años, la pequeña Jane ya soñaba con viajar a África. Era muy joven pero no tenía dudas: había un universo natural que la deslumbraba y haría lo imposible por cuidarlo. Así fue como a sus 23 años, y acompañada por el apoyo incondicional de su madre, viajó por primera vez a Kenia. Escasa de experiencia pero con una profunda vocación innata, conoció al distinguido antropólogo Louis Leakey, quien la guió en sus primeras investigaciones y estudios.
En 1960 se trasladó a Gombe, Tanzania, donde se instaló en una reserva natural de chimpancés salvajes y estudió cuidadosamente su comportamiento. Un viaje de unos pocos meses que, sin saberlo, se convertiría en la labor de toda su vida.
En 1977 fundó el instituto que lleva su nombre, Jane Goodall Institute for Wildlife Research, Education and Conservation, cuyo objetivo principal es impulsar programas de conservación de la especie y mejora de las condiciones de vida de los primates. Pero su trabajo no se limitó a esta institución: incontables estudios, 26 libros, 100 premios internacionales, más de 20 producciones para cine y televisión y una vida concedida a la naturaleza convirtieron a Jane en una de las científicas con mayor impacto del siglo XX. “Lady Chimpance”, como la apodaron cariñosamente, revolucionó la ciencia con sus métodos innovadores y sus descubrimientos sobre la conducta de los primates.
Activista incansable y conservacionista de alma, fundó en 1991 el programa Roots & Shoots —actualmente con presencia en más de 120 países—, cuya misión es promover el entendimiento entre todas las culturas y motivar a cada individuo para hacer de este un mundo mejor. Además, en abril de 2002 fue nombrada “Mensajera de la Paz” por las Naciones Unidas y, al día de hoy, su labor no se detiene: continúa viajando 300 días al año para concientizar sobre el daño que el ser humano le está causando al planeta.
Mujer aventurera y conmovedora, reina de la selva y fiel amante de la naturaleza, Jane predica en cada palabra y en cada acto la grandeza de honrar no solo la nuestra, sino todas las vidas. Y atesora, a sus 81 años, la sabiduría de quien ha recorrido un mundo y el anhelo intacto de quien todavía sueña con salvarlo.
Textos: Sofía Suarez
Fotos: The Jane Goodall Intitute y National Geographic