El líder de la coalición rebelde que tomó el control de Siria anunció su intención de disolver los múltiples grupos armados que participaron en el derrocamiento de Bashar Al Assad, integrándolos en un ejército unificado bajo el Ministerio de Defensa.
En sus declaraciones, también llamó a la comunidad internacional a levantar las sanciones económicas que pesan sobre el país, argumentando que esto es esencial para la reconstrucción y el regreso de los refugiados.
Apenas una semana después de que los rebeldes asumieran el poder, siguen los interrogantes sobre la dirección que tomará el nuevo gobierno. Ahmad al Shareh, también conocido como Jolani, líder de Hayat Tahrir al Sham (HTS), inició contactos diplomáticos clave, incluyendo reuniones con representantes británicos y una delegación francesa, la primera en visitar Damasco en más de una década. Mientras tanto, Estados Unidos y la Unión Europea observan con cautela, considerando posibles cambios en su política hacia Siria dependiendo de las acciones del nuevo liderazgo.
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El colapso del régimen de Al Assad, que dominó Siria durante casi medio siglo, fue marcado por escenas de celebración en algunas zonas y actos de represalia en otras, como el incendio de propiedades vinculadas al antiguo gobierno.
Sin embargo, la tarea de unificar a un país profundamente dividido no será fácil. Aunque el HTS asegura haberse desvinculado del extremismo, su pasado como afiliado de Al Qaida sigue generando desconfianza en Occidente, donde aún es considerado una organización terrorista.
En un esfuerzo por ganarse la confianza de la población y la comunidad internacional, las nuevas autoridades han hecho un llamado a todas las facciones religiosas y étnicas para construir un contrato social inclusivo.
A nivel diplomático, el cambio de poder en Siria abrió la puerta a nuevas conversaciones internacionales. La Unión Europea ya ha enviado un representante para dialogar con el HTS, mientras que Estados Unidos ha mantenido contactos preliminares. Por otro lado, Moscú y Teherán, aliados históricos de Al Assad, enfrentan una reconfiguración de su influencia en la región.