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El año de Milei: centralidad absoluta, resultados parciales y desafíos materiales
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El año de Milei: centralidad absoluta, resultados parciales y desafíos materiales

Por Manuel Zunino (*)

Es indiscutible la capacidad de Milei para centralizar la conversación pública. No hubo a lo largo de este año, ministros, aliados, ni mucho menos opositores que lograran eclipsar su figura. Ocupó el centro de la escena con una mezcla de fundamentalismo discursivo y pragmatismo activo que lo sostuvo frente a debilidades políticas evidentes, como la falta de estructura partidaria y el frágil apoyo parlamentario.

La oposición, por su parte, perdió un año, no logró entender el fenómeno, ni desarrollar una narrativa alternativa que conectara con una sociedad con muchas demandas y poca paciencia. En cambio, se limitó a reaccionar frente a los encuadres del gobierno, a esperar el desgaste y a imaginar una caída que se diera por su peso propio.

A pesar de la centralidad, Milei no logró dominar todos los frentes y en tres asuntos, al menos, perdió la conversación pública.

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Primero, la universidad, símbolo histórico del ascenso social en Argentina, reaccionó al verse amenazada y el gobierno retrocedió desde su idea original de arancelamiento general a uno parcial sobre los estudiantes extranjeros.

Segundo, la política tarifaria, fue otro campo donde se encontró con resistencias que limitaron su capacidad de maniobra y el intento de adjudicar los aumentos a los gobiernos provinciales fracasó. Además, generó desconcierto, que observamos en investigaciones cualitativas y se resume en la siguiente idea: “dijeron que iban a bajar impuestos, pero aumentan la luz y el gas” (batalla cultural confusa pero perdida).

Tercero, jubilaciones, para ningún gobierno es gratis ajustarlos y es casi imposible explicarlo con éxito. Milei evita nombrarlos, los despersonaliza y habla de “sistema previsional”, pero a pesar de los esfuerzos semánticos la realidad se impone.

Por un lado, está el relato y por otro, el modelo Milei, que convergen en un globalismo explícito y un antinacionalismo velado, basado en la destrucción del Estado, la desprotección de la industria y el abandono del sistema universitario-científico. Deja un vacío en términos de desarrollo, idea y palabra ausente, mientras la oposición opta por discutir su discurso (lo dicho) antes que su modelo (lo hecho).

Entre otras rarezas de época, el presidente buscó construir el nivel de consenso social mínimo e indispensable y se enfocó en consolidar una primera minoría intensa que le permita mantener una base de apoyo, condiciones de gobernabilidad y perspectivas de crecimiento de su fuerza política sobre la base electoral del macrismo. Pero en el mismo movimiento constituyó su anverso: un anti-mileísmo, por ahora silencioso, que no se siente legitimado ni del todo representado.

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El juego del gobierno es mantener la confianza de “la gente” y de “los mercados” simultáneamente, siendo actores con intereses contradictorios. Por el momento le sale bien, y en términos futboleros cierra este primer año ganando 1 a 0, con una recuperación en su imagen y saldo positivo de su gestión.

Pero el partido se define en el segundo tiempo y la Provincia de Buenos Aires será el terreno. Allí no tiene intendentes, en las elecciones de 2023 apenas ganó en 15 de los 135 municipios, con un solo triunfo en una ciudad de más de 100 mil habitantes. Su caída en el conurbano, donde mayor apoyo perdió este año, es un indicador de las dificultades que enfrentará.

Milei tiene al menos tres desafíos electorales: uno, transferir su apoyo porque es el que más mide, pero no estará en la boleta. Dos, no queda claro si puede prescindir de un acuerdo con Macri o con una parte del radicalismo para abordar territorialmente la elección en Provincia de Buenos Aires. Tres, mostrar resultados.

Una parte importante de la sociedad reconoce el orden público y orden económico como resultados (parciales), de los que surgen nuevas demandas: reactivación, llegada de inversiones, y principalmente crecimiento de los salarios e ingresos.

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El gobierno de Milei cierra su primer año combinando potencia simbólica y tensiones estructurales. La pregunta central sigue siendo si podrá superar las contradicciones entre su relato y su modelo, y si logrará transformar una narrativa disruptiva en un proyecto sostenible.

Althusser sostiene que “la ideología representa la relación imaginaria de los individuos con las condiciones materiales de existencia». En este sentido, Milei logró amortiguar las tensiones entre la promesa de futuro y la dureza del ajuste implementado en el presente, mientras que la “existencia material” de ese sistema ideológico ritualizado en actos, declaraciones, datos (algunos polémicos), conversaciones sobre experiencias de un pasado reciente, refuerza la percepción de la inevitabilidad de sus políticas.

Pero, las condiciones materiales no pueden ser transformadas indefinidamente por narrativas ideológicas. Si los resultados concretos (y presentes en las expectativas sociales) no acompañan la promesa, la relación imaginaria se quiebra. En ese momento, los rituales que sostienen la ideología pueden volverse extraños e insuficientes, abriendo el camino para la afirmación de un anti-mileísmo como fuerza social (y política) potente.

El principal desafío para Milei radica en garantizar que la relación imaginaria que su sistema ideológico ha construido no desmienta la realidad socio-económica, porque todo el edificio en última instancia se sostiene allí.

(*) Sociólogo y director asociado de la Consultora Proyección

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