Por Darío Lopérfido
“Bad hombre” es el último y muy recomendable libro de la escritora argentina Pola Oloixarac. En el mismo trata un tema espinoso y poco visitado por los escritores e intelectuales que están muy compenetrados con la ideología “woke” y con la dictadura de lo políticamente correcto: las falsas denuncias por abuso sexual.
Pola es de esa clase de intelectuales que disfruta nadando en contra de la corriente, lo cual en Argentina es singular, ya que el kirchnerismo ha fomentado, hasta el hartazgo, la detestable especie del “intelectual orgánico”. El advenimiento del “Me Too” provocó un aluvión de denuncias por acoso, y la izquierda mundial, después de su fracaso estrepitoso intentando representar a la clase obrera, ha alentado este tema junto a las insustanciales políticas identitarias y, en algunos casos, la criminalización del hombre. Cierto feminismo autoritario y “woke” también ha alentado el discurso anti-hombre. Por supuesto, no se trata de subestimar la violencia sexual, que ha sido un flagelo contra las mujeres a lo largo de la historia. La misma Oloixarac habla de eso en el libro, y todas las personas de bien lo admitimos. Pero el objeto del libro es desentrañar cómo una buena causa (la lucha contra el abuso) puede tener un mal uso.
Una denuncia falsa puede arruinarle la vida a cualquiera. Desprestigio reputacional, pérdida de empleos, aislamiento social, desastres familiares… son algunas de las cosas que sufren quienes han pasado por ese trance. En Argentina hemos visto el caso de los rugbiers franceses que fueron acusados y encarcelados por una denuncia que se reveló falsa. Por más que la Justicia les haya dado la razón, nada volverá a ser lo mismo para esos jóvenes. La mirada social sobre ellos ha cambiado radicalmente.
Lo dice bien la autora en su libro: un flagelo (los abusos sexuales) no puede generar colateralmente otro flagelo (las falsas denuncias). Pola describe en su libro casos reales en los que se mezclan distintos motivos de denuncia: mujeres despechadas; ideologización extrema; intentos de sacar, con malas artes, a alguien de un puesto codiciado… Las metodologías cambian, y hasta hay casos donde la presunta abusada no existe. Es un invento de redes sociales, con fotos falsas, usado para perjudicar a alguien por otro motivo.
Uno de los casos que estudia Pola es el de Francia. Una autoridad policial afirma en una charla con una de las víctimas de denuncia falsa que, en ese país, un 25% de las denuncias por abuso o violación son falsas y que es muy complicado descubrirlas.
Las fuerzas de izquierda como Podemos han usado la frase “Yo te creo, hermana” ante cualquier denuncia de abuso. Fueron imitadas por las indigentes intelectuales que ocuparon el Ministerio de la Mujer en el Gobierno de Alberto Fernández, que tenía un gobierno feminista y lo demostraba sopapeando a la mujer. Esas frases demagógicas ponen en riesgo el soporte mismo de una sociedad civilizada, que es la presunción de inocencia. Eso, sumado a que, a veces sin denuncia judicial, las acusaciones transitan por los medios, las redes o la palabra de los políticos, convierte a la víctima de la falsa denuncia en un paria.
Muy interesante el libro de Oloixarac porque el tema lo vale y muestra, una vez más, el daño que la puritana agenda “woke” ha hecho en todo el mundo, y en especial en Estados Unidos. Los abusadores reales deben sufrir un castigo judicial. Las falsas acusadoras, también.
Pola Oloixarac es una voz destacada en un medio, el intelectual, que está en franca decadencia. Todo intelectual que va contra la corriente merece una gran consideración. El libro es muy sofisticado y, a su vez, tiene una lectura amena. Y nos hace reflexionar sobre un tema peligroso y poco visitado.