Me pareció muy interesante que Luis Brandoni dijera en una entrevista que la película “Argentina, 1985” era una “canallada”. Sin embargo, a partir de lo dicho por el actor, se revelaron un par de síntomas que son habituales en la discusión pública.
En general, en el ámbito artístico, nadie habla en contra de una película como esta. A mí, sin embargo, me parece que no hay nada mejor que se debata sobre estos asuntos.
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Brandoni es valiente y expresó con claridad lo que muchos pensamos. La respuesta de Darín, diciéndole a Brandoni que las declaraciones le habían “provocado un dolor en el alma”, llevaron al ámbito personal algo que no era personal (Brandoni luego aclaró que no tenía nada en contra de Darín y que, naturalmente, hablaba de la película). Nos enteramos del estado del alma de Darín, pero ni él ni nadie ligado a la película propuso un debate sobre los temas que planteaba Brandoni. En la Argentina se ha perdido la vocación de debatir civilizadamente.
“Argentina, 1985” tiene el extraordinario problema de lo que podríamos llamar “peronismo state of mind”. Es una película que relata un hecho histórico (el Juicio a las Juntas), que solo pudo suceder porque el peronismo perdió las elecciones de 1983. El peronismo estaba a favor de la amnistía de los militares (autoamnistía). Sin embargo, la óptica general de la película soslaya a Alfonsín, impulsor de los juicios, y retrata como malos a algunos miembros de su gobierno, falseando así la verdad histórica.
El peronismo tuvo una nefasta actuación en aquella época apoyando la autoamnistía y negándose a integrar la Conadep. La película claramente elude esos datos claves. Podríamos decir que le lava la cara al peronismo y le mezquina méritos a los que verdaderamente los tuvieron. Brandoni rompe la omertá que existe habitualmente sobre estos temas entre los miembros de la comunidad de actores que son, mayoritariamente, kirchneristas.
En las sociedades evolucionadas se debaten todos los temas y, frente a una posición como la de Brandoni (dicha con coherencia y mucha verdad), sinceramente esperaba que hubiera alguna respuesta por parte de alguien del staff de la película que se ofreciera a debatir con Brandoni para defender su posición frente a la misma. Más allá del tema del alma de Darín, nadie dijo nada y nadie propuso debatir sobre el asunto.
¿No sería muy bueno una charla entre el director, el guionista o el productor y Brandoni? No sólo serviría para hablar de cine, sino que, además, se podría poner de manifiesto algunas de las tantas manipulaciones que el peronismo ha hecho de la historia y se podría dilucidar cuánta responsabilidad tienen algunos en esas manipulaciones. También podríamos entender si esas maniobras las hacen por desconocimiento o por un instinto básico de simpatía hacia los postulados del peronismo.
Si bien es una película de ficción, la manipulación es muy notoria y, por lo demás, el recorte de la historia es una decisión que se toma adrede.
Para colmo, en los títulos finales mencionan a Kirchner. Néstor Kirchner no sólo acompañó la posición oficial del PJ en los ‘80, sino que, además, nunca se pronunció en contra del indulto a los militares durante el gobierno de Menem (lo que muchos de nosotros, por el contrario, hicimos). La mención a Kirchner en los títulos es una clara señal de simpatía de los autores, ya que Kirchner no tuvo nada que ver con el juicio a las juntas. Parecía que buscaban un motivo para nombrarlo.
Que los responsables de la película no debatan ni defiendan su postura contribuye a fortalecer los dichos de Brandoni. Nadie que pueda refutar con claridad argumentos en contra de una película dejaría pasar la oportunidad.
Debatir hace mejores a las sociedades. Solo basta ver en qué tipo de países se debaten temas como los que plantea Brandoni y en cuales se plantean visiones interesadas de la historia.
En la Argentina hay muchas visiones distorsionadas de la historia y del rol que jugó cada persona. Solo con debates honestos se puede empezar a modificar este tipo de cuestiones. Brandoni lanzó una idea interesante y no recibió respuesta. Una oportunidad perdida.