Alegría y desconcierto fueron algunas de las primeras reacciones al anuncio oficial de que ya no será obligatorio el uso del barbijo al aire libre que, luego de un año y medio se convirtió en uno de los símbolos de la pandemia de coronavirus a nivel global.
El Gobierno nacional anunció esta mañana el fin de una serie de restricciones por la pandemia de coronavirus a partir del 1 de octubre próximo, entre ellas, el levantamiento de la obligatoriedad del uso de tapaboca al aire libre siempre que no se esté en actividades masivas o multitudinarias.
Pocos minutos después de la conferencia de prensa oficial, la arquitecta Verónica de La Cruz, 49 años, caminaba con su cara descubierta por la calle Lavalle altura Paraná, en el barrio porteño de San Nicolás. Consultada por Télam opinó que «es irracional usar el barbijo al aire libre», aunque sí tomo la precaución de volver a colocárselo al ingresar a un banco.
Por su parte, Saraí Quispe, estudiante de enfermería de 21 años, quien caminaba junto a una amiga con barbijo, y apuntó ante Télam que lo va «a seguir usando hasta que esté confirmado que no hay posibilidad de contagio», sobre todo -agregó- «especialmente en las vías públicas con tanta circulación de personas».
Desde esta mañana, con el comienzo de la primavera, las personas que circulen al aire libre podrán dejar de usar tapabocas, siempre que no haya un conglomerado de personas, anunció la ministra de Salud de la Nación, Carla Vizzotti, de la que participó el flamante jefe de Gabinete, Juan Manzur, quien supo estar al frente de aquella cartera durante un tramo de la Presidencia de Cristina Fernández de Kirchner.
Sin embargo, continúa siendo obligatorio su uso en lugares cerrados (aula, cine, teatro, ámbitos de trabajo, transporte público, espectáculos y eventos masivos) y al aire libre cuando hay aglomerados de personas.
«Estamos en momentos muy positivos, sabemos que la pandemia no terminó, tenemos que mantener los cuidados», explicó Vizzotti, para quien «estamos avanzando hacia la recuperación total de las actividades y podemos ver que cada vez falta menos».
De acuerdo al último reporte del Monitor Público de Vacunación, casi 20,3 millones de personas recibieron el esquema completo de vacunación y fueron aplicadas algo más de 49,3 millones de dosis de vacunas contra el coronavirus.
Por otra parte, Salud informó que ya son 16 las semanas consecutivas de descenso en el número de casos positivos de Covid-19 y que tal disminución se acerca al 95 por ciento respecto al pico de contagios del mes de mayo. En el caso de las camas de las unidades de terapia intensiva, la ocupación se redujo un 80 por ciento desde el pico máximo registrado en junio.
En una mañana helada, Sandra, de 60 años, caminaba tratando de acaparar el rayo del sol primaveral empujando un chango, luego de hacer las compras.
«Estoy a favor del barbijo», dijo a Télam cuando fue informada sobre la nueva flexibilización y agregó: «La banco a (Carla) Vizzotti, pero creo que la gente puede empezar a hacer cualquier cosa y cada vez tener menos cuidados». Por eso y porque tiene «miedo», continurá usando el barbijo por el momento.
Reynaldo, de 18 años, dijo que era algo que esperaba «porque se iba diciendo que se iba a anunciar por estas fechas».
Él tampoco cree que vaya a dejar de usar el barbijo, pero le parece bien la medida mientras que «no se haga en interiores» e indicó que durante el día ve a mucha más gente usando el barbijo que por la noche.
Al ser consultado sobre los festejos del Día del Estudiante consideró que «cuando te juntás querés verle la cara a las personas».
Por otra parte, María del Valle, de 68 años caminaba por avenida Rivadavia al 8100 ya sin tapabocas.
«¡Por fin!», exclamó al hablar con Télam, y agregó: «Ya era hora… ¡Libertad!».
María llevaba la marca del barbijo en el rostro por estar expuesta al sol y dijo que no lo había dejado de usar en la calle, pero que con la habilitación lo abandonó.
En un primer momento, la Organización Mundial de la Salud en su guía de recomendaciones publicada el 6 de abril del 2020, solo recomendaba el uso de mascarillas para personal de salud, quienes atendían a personas potencialmente contaminadas, o con algunos síntomas como tos o estornudos.
Luego, a principios de junio de ese año, la organización recomendó que en lugares con transmisión generalizada de coronavirus todas las personas que no pudieran mantener con otras la distancia de dos metros, como por ejemplo en el transporte público, tiendas o espacios cerrados con mucha gente, utilicen mascarillas o tapabocas de tela.
De inmediato, las redes sociales se plagaron de tutoriales de cómo confeccionar barbijos caseros y se hizo viral el video de un bombero explicando con un aerosol cuál tela era la más conveniente, mientras las autoridades sanitarias pedían no utilizar los profesionales que debían quedar para los médicos en la línea de batalla.
Así, empezaron a aparecer modelos para todos los gustos y no hubo tienda de ropa que no los ofreciera. Desde el Conicet se confección los Atom Protect, el primero que garantizaba la protección de uno profesional pero con la comodidad de uno casero.
Martín Agüel, 41 años, abogado del barrio porteño de Saavedra, quien caminaba sin barbijo por la calle Montevideo, en el centro porteño, apoyó la nueva medida anunciada sobre la no utilización del barbijo en la vía pública. «Me parece perfecto, no lo aguanto más, creo que para caminar en la calle está bien no tener el barbijo puesto», resaltó y dijo que hay que apuntar a la «responsabilidad de la gente». De todas formas, el abogado consideró que él no iría a un boliche cerrado con el aforo al 50%, «porque en lugares cerrados es peligroso».
(Por Eurídice Ferrara y Agustina Ramos)