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12 de octubre: quiénes fueron las «lenguas», mujeres que iniciaron el mestizaje en América Latina
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12 de octubre: quiénes fueron las «lenguas», mujeres que iniciaron el mestizaje en América Latina

Por: Emilia Zavaleta, creadora de Mulanas *

El 12 de octubre es el símbolo de una herencia hispano europea que conquistó y colonizó América. Pero nos oculta muchos detalles que merecen ser reivindicados. Principalmente de un pasado anterior a esta herencia, donde las personas rendían culto a otros Dioses y vivían en unión profunda con la naturaleza. Y un legado femenino por mucho tiempo borrado de la memoria que de a poco se va recuperando. 

¿Cuál fue el rol de la mujer en ese cambio crucial en la historia de la humanidad? ¿A qué se le debe el nombre de diversidad cultural en la Argentina cuando conmemoramos el 12 de octubre? La historia nos cuenta sobre un choque de civilizaciones donde hubo dominación, explotación, y abuso de poder. Los conquistadores se basaron en el uso de la fuerza y se derramó mucha sangre para imponer una forma de vida en las bautizadas “Indias”.

 

Las «lenguas» fueron consideradas como traicioneras a sus pueblos. Y hoy se las reconoce como aquellas que, ante un destino inevitable, pudieorm paliar el impacto del dominio español en el continente.

 

Cuando los primeros españoles llegaron a América el 12 de octubre de 1492, se encontraron con el edén. Se había abierto la puerta al paraíso y sus infinitas riquezas. ¿Pero cómo convencer a los pueblos locales que el Dios cristiano era el único todopoderoso y que por tal debían rendirse ante Él? El camino más rápido y eficaz era el dominio por las armas. Sin embargo, este mecanismo brutal y sangriento no siempre les daba lo que querían: los tesoros de la tierra estaban bien guardados. 

Era necesario también el uso del diálogo. El desafío era comprender el lenguaje de estos nuevos pueblos y hacer que éstos a su vez entendieran los designios divinos en nombre del Rey en esas tierras. La respuesta fue “la lengua”, una mujer traductora indígena, como lo fue Malinche para Hernán Cortés en México, o la India Catalina para Pedro de Heredia en Colombia. Ellas aprendieron el español, fueron bautizadas y, tomadas como esclavas, sirvientas o amantes, y así se transformaron en el nexo entre los dos mundos. Sus corazones probablemente hayan estado divididos entre esa promesa divina de la salvación por un mundo mejor, y la tradición de los dioses de su tierra natal. Sin mucha alternativa se convirtieron en las primeras diplomáticas de la historia de la región. Por mucho tiempo han sido consideradas como traicioneras a sus pueblos. Y hoy se las reconoce como aquellas que ante un destino inevitable, fueron capaces de paliar el impacto del dominio español en el continente.

 

Malinche quedó en la historia como la traidora que causó la conquista de la Nueva España.

 

De estos encuentros nacieron las primeras huellas del mestizaje en esta región. La unión de la “india” con el español era inevitable y en muchos casos necesaria, ya que la colonización empezaba a tomar forma en la campaña de conquista. No solo había que conquistar “Las Indias” sino también dominarlas y poblarlas. Ellas fueron las madres de tantas líneas de antepasados que se fueron mezclando en nuestra historia. Tal fue el caso de Teresa de Ascencio, hija del Anta Huarpe de la región de Cuyo en Argentina, o Juana Ortiz de Zárate Yupanqui, la descendiente inca-española fruto de la unión de una princesa inca y el colonizador español Juan Ortiz de Zárate.

 

LA LENGUA COMO MEDIACIÓN

El primer registro de esta “lengua” es el de Malinalli, o Marina según las fuentes históricas cristianas. Una mujer náhuatl de la zona de Veracruz nacida a principios del siglo XVI, que le abrió el camino a Hernán Cortés para entrar en la antigua ciudad de Tenochtitlan, el corazón del imperio azteca. Gracias a su habilidad lingüística, esta joven indígena se convirtió en una consejera imprescindible que guió al principal conquistador de México a entender las costumbres locales y la estructura política de los diferentes pueblos para así encontrar la mejor manera de dominarlos sin mucha resistencia. Se cree que hasta el propio Moctezuma, autoridad máxima de los aztecas, fue convencido por ella a que se entregase a Cortés. Malinche quedó en la historia como la traidora que causó la conquista de la Nueva España, la primera cristiana en México y la iniciadora del mestizaje en el continente por el hijo que tuvo con el líder de la conquista. 

 

Imagen de Malinche. Foto: Wikimedia

 

La India Catalina es un claro ejemplo de esta doble identidad que no termina de ser reconocida por la herencia cultural latina, pero que es símbolo de los vestigios del viejo mundo.  

 

Luego tenemos a la India Catalina, que según algunos registros, fue una niña secuestrada por el explorador Diego de Nicuesa alrededor de 1509 durante un ataque a la comunidad indígena de Galerazamba, hoy departamento de Bolívar en Colombia. De allí fue enviada a Santo Domingo donde fue evangelizada. Años más tarde fue entregada a Pedro de Heredia quien la llevó como traductora para las tierras costeras donde fundó Cartagena de Indias en 1533. Hoy allí existe un monumento en su memoria y una estatuilla otorgada a los ganadores del Festival Internacional de Cine de Cartagena. Catalina es un claro ejemplo de esta doble identidad que no termina de ser reconocida por la herencia cultural latina, pero que es símbolo de los vestigios del viejo mundo.  

 

El Monumento a India Catalina se encuentra en Cartagena de Indias, en Colombia. Crédito: Wikimedia.

 

LA LENGUA COMO UNIÓN

Teresa de Ascencio fue el nombre que se le dió a la Ñusta Huarpe, hija del Cacique Angaco, cuando se unió en matrimonio con Juan Eugenio de Mallea, hidalgo español y segundo Capitán de una Expedición que fundaría ciudades en la región de Cuyo a mediados del 1500. Al ser ella considerada una princesa huarpe, la unión generó un pacto de amistad con los españoles que se extendía a las tribus vecinas. El Anta Huarpe fue considerado por el rey Felipe II como un noble, otorgándole el trato de “Don” y concediéndole el señorío de las tierras para él y sus descendientes: dotes reales y alianzas territoriales.  Mallea formó parte de la fundación de San Juan y el haberse casado con una india noble le daba una posición muy importante ante la corona. Fruto de esta unión nacieron seis hijos y uno de sus descendientes, tres siglos más tarde, fue el ilustre argentino Domingo Faustino Sarmiento.

 

Para que el mestizaje se produjera fueron necesarias estas mujeres, que criaron hijos mezclando tradiciones y creencias duales.

 

Uno de las fusiones más representativas que dió lugar a la diversidad cultural americana fue la unión entre Leonor Yupanqui Palla, hija de Manco Capac Yupanqui -consagrado Inca después de la ejecución de su medio hermano Atahualpa-, y Juan Ortiz de Zárate, un hidalgo conquistador que había llegado a América con Francisco Pizarro y luego nombrado 3er Adelantado del Río de la Plata y Paraguay. Esta historia de amor muy poco conocida hoy fue la más impactante en su tiempo ya que ninguno renunció ni a su religión ni a su mandato familiar; y aún así se unieron en matrimonio con el aval del Imperio Inca y la corona española.

Juana, la hija de ambos, sólo podía heredar la fortuna de su padre y madre una vez que fuera casada, gracias a una autorización concedida por Felipe II. Su tutor, Juan de Garay, la ayudó a hacerlo de forma libre y su elección fue el Oidor de la Real Audiencia de Charcas, Juan Torres de Vera y Aragón. Esto generó la ira de las autoridades virreinales por no tratarse del candidato de su interés y Vera y Aragón fue llevado a juicio. Eso sí, no sin antes autorizar a Juan de Garay  a hacer uso de los fondos heredados de su esposa inca-española para fundar la ciudad de Buenos Aires, hecho que ocurrió en mayo de 1580. 

 

Sin mucha alternativa, las «lenguas» se convirtieron en las primeras diplomáticas de la historia de la región.

 

La historia nos habla de la iniciación de un mestizaje, del diseño de nuestra América Latina diversa y multicolor. Y para ello se necesitó un enlace, una lengua de fuego que permitiera la comprensión por encima de los gestos corporales. Mujeres que criaron hijos mezclando tradiciones y creencias duales. Esos seres dotados de la percepción y la inteligencia emocional, que fueron arrancadas de las entrañas de sus pueblos, para transformarlas al cristianismo europeo y así servir de intérpretes y vínculo entre dos mundos. Mujeres valientes que tuvieron que someterse al dominio del hombre para poder ablandar corazones y fundar una nueva cultura en América Latina.

En este año de la resiliencia, donde la distancia fue la protagonista, el 12 de octubre cobra un nuevo sentido. Estamos en un mismo espacio y vivimos los mismos designios de Dios. Un Dios universal, sin distinción de razas ni género, ni colores. Un Dios espiritual, místico y tolerante que se hace  presente en aquellas pequeñas acciones solidarias, utilizando el diálogo como la mejor forma de convivencia y el respeto a la diversidad cultural.

 

* Emilia Zavaleta es Licenciada en Relaciones Internacionales, egresada de la Universidad del Salvador. Es magíster en Integración Latinoamericana y escribe relatos sobre mujeres de la historia latinoamericana “Mulanas”. 
@sermulanas

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