Un niño de unos tres años que descansaba de costado en una tumba de tierra hace 78,000 años, con las piernas cuidadosamente pegadas a su pequeño pecho, es el entierro humano más antiguo conocido en África, informaron investigadores el miércoles.
El foso hundido en un complejo de cuevas a lo largo de la costa de Panga ya Saidi en Kenia, carecía de adornos, ofrendas o tallados de arcilla de color ocre que se encuentran en las tumbas más recientes de la Edad de Piedra de la región, detallaron en la revista Nature.
La investigación, –coliderada por el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), el Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana (MPI-SHH) y los Museos Nacionales de Kenia (NMK)– se suma a la evidencia creciente sobre los primeros comportamientos sociales complejos de Homo sapiens.
Pero “Mtoto”, que en la lengua swajili significa “niño”, había sido envuelto en un sudario con la cabeza apoyada en lo que probablemente era una almohada, “lo que indica que la comunidad pudo haber realizado algún tipo de rito funerario”, dijo la paleoantropóloga Maria Martinon-Torres, directora del Centro Nacional de Investigaciones sobre Evolución Humana, en Burgos, España.
Excavaciones en Panga ya Saidi
Desde que comenzaron las excavaciones en 2010, Panga ya Saidi ha sido un enclave fundamental para investigar el origen de nuestra especie. “En cuanto visitamos Panga ya Saidi por primera vez, supimos que era especial”, afirma en un comunicado Nicole Boivin, investigadora principal del proyecto de investigación original y directora del Departamento de Arqueología del MPI-SHH. “El yacimiento es verdaderamente único.
Las sucesivas temporadas de excavación en Panga ya Saidi lo sitúan como un yacimiento clave en la costa del este de África, con un registro extraordinario de 78,000 años de actividades culturales, tecnológicas y simbólicas”.
En 2013 se encontraron los primeros fragmentos de hueso, pero no sería hasta la excavación de 2017 cuando la cavidad en la que se hallaba el cuerpo quedó completamente expuesta.
Se trataba de una cavidad circular situada a unos tres metros por debajo del suelo actual de la cueva, rellena de sedimento y una acumulación de huesos frágiles y muy degradados. Dada su delicadeza, el bloque fue estabilizado y escayolado en campo.
“En ese momento, no estábamos seguros de qué habíamos encontrado. Los huesos eran demasiado delicados para estudiarlos in situ”, señala Emmanuel Ndiema, de los Museos Nacionales de Kenia. “Estábamos entusiasmados con el hallazgo, pero pasaría un tiempo antes de que comprendiéramos su importancia”. Una vez escayolado, el bloque fue transportado primero a Nairobi y luego a Burgos, para su excavación y análisis especializado en los laboratorios de Conservación y Restauración, Arqueometría, Cartografía Digital y Análisis 3D, y Microscopía y Microtomografía Computarizada del CENIEH.
Mtoto
Dos dientes, visibles en la superficie durante la excavación inicial de laboratorio del bloque de sedimento en el NMK, llevaron a los investigadores a sospechar que los restos podrían ser humanos.
El trabajo llevado a cabo por el Grupo de Antropología Dental del CENIEH, confirmó que los dientes pertenecían a un niño humano de 2,5 a 3 años, que más tarde fue apodado “Mtoto”.
“Comenzaron a perfilarse partes del cráneo y la cara, con la articulación intacta de la mandíbula y algunos dientes cuya raíz aún no se había formado”, explica la paleoantropóloga María Martinón-Torres.
“La articulación de la columna vertebral y las costillas también se conservaba, e incluso se mantenía la curvatura de la caja torácica. Todo esto apuntaba a que se trataba de un enterramiento deliberado y que la descomposición del cuerpo había ocurrido en la misma cavidad en la que se habían hallado los huesos”.
El análisis microscópico de los huesos y del suelo circundante confirmó que, tras ser depositado en la cavidad, el cuerpo había sido cubierto con tierra rápidamente, protegiéndolo así del deterioro y la desarticulación.
Mtoto se hallaba en posición flexionada, con las rodillas hacia el pecho, recostado sobre su lado derecho. La evidencia tafonómica apunta al uso de un sudario o mortaja o a un enterramiento en tierra densamente apretada.
Aún más importante, como señala Martinón-Torres, es que “la posición y rotación de la cabeza sugiere la utilización de un soporte perecedero, a modo de almohada, lo que indica que la comunidad pudo involucrarse en algún tipo de rito funerario”.
La datación por luminiscencia sitúa a Mtoto hace 78,000 años de antigüedad, por lo que representa el enterramiento humano más antiguo conocido en África hasta la fecha.
Los enterramientos posteriores de la Edad de Piedra en África también incluyen a personas jóvenes, lo que sugiere un tratamiento especial de los cuerpos de los niños en este período de la prehistoria.
Los restos humanos fueron encontrados en niveles arqueológicos con herramientas líticas pertenecientes a la Edad de Piedra Media africana, un tipo de tecnología conocida como MSA y que se había potencialmente relacionado con varias especies de homininos.
“La asociación entre el enterramiento de este niño y las herramientas de la Edad de Piedra Media ha jugado un papel crucial a la hora de demostrar que Homo sapiens fue, sin duda, el fabricante de esta industria”, señala Ndiema.
Publicado por: Newsweek México