El trastorno bipolar le inhibió los prejuicios, le desató la genialidad y le propició el valor de pedir ayuda a través de su obra literaria.
El trastorno bipolar: ¿Una puerta hacia la máxima creatividad?
Dicen que nacemos con sólo dos temores: a los ruidos fuertes y a las caídas. Con el transcurso de la vida, aprendemos el resto. Miedo a las enfermedades, al error, al fracaso, al éxito, al rechazo, a la soledad, y muchos otros. Se almacenan en el cerebro por repetición y siempre acuden al hemisferio izquierdo al enfrentarnos a las actividades diarias. ¿Qué ocurriría si los anuláramos? Un fluir exento de paradigmas.Edgar Allan Poe, al igual que otros creativos, ha logrado utilizar en profundidad el hemisferio derecho del cerebro; a un precio muy alto: sufrir el trastorno bipolar. Como el nombre lo indica, la enfermedad desarrolla dos polos o fases: la maníaca, de extrema exaltación; y la hipomaníaca, de notable depresión. Según muchos investigadores, en la etapa maníaca, debido a una compleja alteración de neurotransmisores, la persona bloquea pensamientos automáticos limitantes y multiplica su creatividad. Dispone de extrema energía; es capaz de trabajar durante veinticuatro horas seguidas. Ocurre pronto la transición a la fase opuesta. La espiral de beneficios cae de manera abrupta y sobreviene la depresión.Muchos hombres estudiaron el fenómeno. Una de ellos: Selligman, el padre de la psicología positiva.
En sus cartas, Poe devela su lucha contra pensamientos suicidas. «La otra cara de la moneda». La fase hipomaníaca, que le hizo conocer el rostro sórdido de la existencia y lo empujó a beber de manera compulsiva, a la indigencia y a una insuficiencia cardíaca aguda que acabó con su vida a los cuarenta años de edad. Él escribió:«Los hombres me han llamado loco; pero no se sabe si la locura es la más excelsa inteligencia. Todo aquello que es profundo brota de la enfermedad del pensamiento, de modos de pensar exaltados respecto del intelecto general. Aquellos que sueñan de día son conocedores de muchas cosas que se les escapan a los que únicamente sueñan de noche.»
Edgar Allan Poe (1809 – 1849)
El 19 de enero de 1809, nació en Boston, Estados Unidos.Poeta, crítico y maestro universal del relato corto. Plasmó sus páginas de terror, reformó la novela gótica, recreó la ciencia ficción y parió el cuento detectivesco. Oyó la voz de su pasión y la atendió. Fue el primer escritor estadounidense en atreverse a vivir de su oficio, y pagó las consecuencias.Q uedó huérfano. Era un niño. Frances y John Allan, matrimonio adinerado de Richmond, Virginia, lo recogió; no lo adoptó de manera oficial. Creció junto a ellos. Se educó y, finalmente, ingresó a la Universidad de Virginia. Luego al ejército. Desde allí envió a su familia postiza gritos de ayuda, que fueron ignorados por su padrastro, disgustado por el accionar de Poe. Lo desheredó. La angustia debía ser liberada. Y fue plasmada en papeles con una prosa exquisita y devastadora. Escribió relatos y críticas literarias para periódicos de la época. Adquirió notoriedad y aceptó traslados laborales a Filadelfia, Nueva York y Baltimore. Aquí conoció al motor de su vida, el gran amor: su prima de trece años de edad, Virginia Clemm.
Redactó, en 1845, «El Cuervo»; poema que lo convirtió en celebridad. Trabajó duro en la creación de su propio periódico: The Stylus. Nunca se materializó porque la tragedia venía tras sus pasos. Lo alcanzó en 1847. La tuberculosis horadó a Virginia. Larga agonía con destino único: la muerte. Después, en compañía del alcohol, soportó la desaparición de las personas que más necesitaba. El sufrimiento y la bebida produjeron estragos silenciosos en sus órganos. Los votos políticos siempre se compraron. Hoy, también. En Baltimore, Estados Unidos, el 3 de octubre de 1849, Poe era un vagabundo; sus vestimentas, andrajosas. Entregó su voto a cambio de un monto irrisorio de dinero. No lo recibió y acabó tirado en la calle, semiconsciente. Alguien lo recogió y lo trasladó al hospital. Permaneció internado cuatro días en los cuales gritó y gritó. Terribles delirios. Imágenes de terror a repetición en su debilitada mente. Dejó el mundo el 7 de octubre de 1849, en Baltimore, Estados Unidos. Cuarenta años de edad. Los médicos se mostraron dubitativos al exponer la causa de la muerte. No existía la tecnología actual y convivían con él surtidos asesinos silentes: cólera, alcohol, drogas, insuficiencia cardíaca aguda, ideas de suicidio, tuberculosis y un trastorno bipolar severo. Aun peor, el recuerdo lacerante de sus seres amados.
La herencia de Edgar Allan Poe marcó a dispares autores como Charles Baudelaire, Fedor Dostoyevski, William Faulkner, Franz Kafka, H. P. Lovecraft, Ambrose Bierce, Guy de Maupassant, Thomas Mann, Jorge Luis Borges, Clemente Palma, Julio Cortázar. Y muchos otros. Rubén Darío, poeta nicaragüense, le dedicó el ensayo titulado «Los raros ».El director estadounidense Roger Corman realizó adaptaciones cinematográficas de sus escritos. También trasladados a la pantalla chica. Por ejemplo, en la serie «Historias para no dormir».
Los terribles sucesos hicieron transitar a Poe por el dolor. El dolor le engendró una profunda melancolía. La melancolía y el trastorno bipolar lo estimularon a coquetear con el suicidio. Intentó apaciguar la idea con el alcohol. La bebida lo destruyó.Nos dejó el horror de su vida garabateado en papeles. El tío del escritor declaró: «Tenía tan pocos motivos para sentirse satisfecho con la vida que su muerte apenas puede considerarse una desgracia».
Poe y la novela policíaca
En la segunda mitad del siglo XIX, la escuela filosófica llamada «positivismo», influyó en los sectores académicos y culturales. En consecuencia, múltiples escritores elaboraron sus escritos con los cimientos del «positivismo». El corolario: El nacimiento de dos géneros literarios: La novela policíaca y el relato de anticipación.
Edgar Allan Poe fue el padre de la novela policíaca–cuna de la novela negra–. Imprimió terror al desarrollo de la acción criminal, y la resolvió utilizando el método científico en boga: el razonamiento inductivo y deductivo. A partir de las premisas planteadas como incógnitas, el detective inducía o deducía la conclusión.
«Los crímenes de la calle de la Morgue (1841)», «El misterio de Marie Roget (1842–1843)» y «La carta robada (1845)» son los cuentos de Poe, arquetipos del naciente género policial. El detective Auguste Dupin poseía la inequívoca habilidad para aclarar el enigma. No fallaba. Podría trazarse un paralelo con un matemático, quien reúne las incógnitas en una ecuación, la trabaja y consigue el valor resultante.
Dupin inspiró a Holmes, y más tarde a Poirot. Verdaderos genios del pensamiento vertical–lógico–, y horizontal–lateral–. Cuando la razón arribaba a un callejón sin salida, olvidaban los supuestos preestablecidos y encontraban la solución. Los tres crearon lo que mas tarde llamarían «pensamiento lateral»; hoy estudiado en las universidades. Décadas después, los detectives dejaron de ser máquinas perfectas y se humanizaron. Adquirieron vulnerabilidades y, muchas veces, cometían errores en la investigación. La novela enigma dio paso a la novela negra, utilizada con el fin de realizar denuncias políticas, económicas, sociales y policiales.
Poe llegó a ser considerado el primer escritor universal engendrado por Estados Unidos. Traducido por Baudelaire, Mallarmé y Cortázar; y admirado por Julio Verne. Lovecraft dijo que Poe era deidad y fuente de toda ficción diabólica.
En 1839, escribió «El hundimiento de la Casa de Usher»; relato tomado por el escritor Alejo Carpentier, con el objeto de emitirlo por la estación de radio CMZ del Ministerio de Educación de Cuba, el 4 de octubre de 1939. El escueto diálogo del cuento impulsó a Carpentier a inventar personajes para que el público radiofónico interpretara el desarrollo de la acción.
«El Gato Negro», la fiel representación de la mente del escritor
No existe en el mundo un escritor con personalidad tan compleja como la de Poe. Motivo que explicaría la diversidad de sus problemáticas facetas plasmadas en sus obras, y el escaso éxito de quienes intentaron imitarlo.La actividad de su enigmática y terrorífica arquitectura cerebral se aprecia mejor en el cuento «El Gato Negro». Revela que, a pesar de su introversión y aparente frialdad, el escritor poseía una colosal capacidad para amar. El personaje del cuento manifiesta su afecto por los animales y las personas. Padecía una despiadada enfermedad que lo empujó a matar al gato y su esposa.
El subtexto de la obra atestigua el pensamiento de Poe sobre la autodestrucción. Aunque seducía a la muerte, nunca parecía alcanzarlo. Vivenció el fallecimiento secuencial de sus seres queridos. Primero, su padre. Segundo, su madre; y luego el resto de sus allegados. Virginia, su prima, constituyó la pérdida más dolorosa. La amó al extremo, sumido en la desesperanza durante los seis años que duró la agonía de la mujer. Murió el 30 de enero de 1847.
Abrumado por la soledad y la enfermedad, halló cobijo en el alcohol. Situación trasladada al personaje de «El Gato Negro», quien experimentó la atenuación progresiva del amor por los animales y bebió ilusionado en calmar el dolor que borboteaba de su alma.
El protagonista de la historia adoró al gato. Poco a poco, sus sentimientos atravesaron los diferentes matices hacia el odio. Acabó por detestarlo. Una noche acudió ebrio a su casa y decidió extirparle un ojo al animal. El motivo: ninguno más que dañar. El gato sufrió, se desangró y perdió fuerzas. Al conseguir una pequeña recuperación, lo ahorcó en un árbol.
En el transcurso de los días consiguió un felino negro similar. La única diferencia era una delgada línea blanca en el pecho, que se desfiguró para simular el contorno de la horca. El hombre no fue movilizado por el odio sino por el pánico. Aquella forma representaba un llamado a sus fantasmas mentales. Fantasmas opresores. Tomó un hacha, se inclinó y dejó caer el acero sobre el cuerpo del animal. Ataque fallido. Su esposa le detuvo el brazo. Iracundo, la golpeó y la mató.
Era llamativa la frialdad del protagonista del cuento durante la manipulación del cadáver, y en los días posteriores, cuando lo despidieron de sus trabajos a causa de los problemas psicológicos y de las regulares borracheras. Se trataba del traspaso al papel de la vida del propio Edgar Allan Poe; permaneció impasible ante el deceso de las personas que amaba y tras perder numerosos empleos. Las acciones denotaban episodios de deliriums tremens. En el cuento, culminaban con asesinatos ausentes de remordimientos; en la vida real, con desmayos.
«El Gato Negro» es la historia que desnuda la mente del escritor. Situaciones exageradas de la vida real. El relato de su desesperación, incomprendida por el mundo. ¿Por qué el personaje del cuento mató a su esposa? Era un simbolismo. La mujer representaba los amores del escritor, no tan especiales como el de Virginia. Relaciones destruidas por los estragos que el alcohol ejercía en sus neuronas y por las enfermedades que apresaban a las mujeres. Se acostumbró a dejarlas ir. Sus ausencias le crearon un callo en el alma.
«El Gato Negro» y la actualidad
«El Gato Negro» refleja la fase hipomaníaca del trastorno bipolar. Tras la exaltación y la desinhibición, se presentaban los miedos: a perder el amor y a cometer locuras por sus delirios y el alcohol. El manuscrito representaba un pedido de ayuda a la sociedad, que no supo interpretarlo. Tal vez sumida en su propia sombra.Los hechos aún se repiten. Las personas manifiestan de diferentes maneras su propio «Gato Negro». ¿Nos atrevemos a verlo?