Por Valeria Muzzio, de El Ojo del Arte
Fue Claude Monet quien revolucionó París en 1874, presentando “Impresión, sol naciente”, desde el Salón de los Rechazados. Obra inaugural del impresionismo como movimiento artístico, y el origen de una relación diferente con la pintura.
Un vínculo que encontraría nuevas formas de habitar el arte, un instante en cámara lenta, un relato poético y proustiano al mismo tiempo. Una impresión que no fue bien vista por los críticos y que los artistas supieron adoptarla como manifiesto.
Las fotos de “Antártica, Melting Beauty” (“Antártida, belleza que se derrite”), nacen de la impresión de una artista, del shock que sintió Paola Marzotto tras su visita al Continente Antártico poco antes de la pandemia. No es cuestión del azar, que esta fotógrafa con un pasado vinculado al arte italiano muestre lo que muchos no pueden ver: un paisaje fragmentado, otro damnificado en esta catástrofe ambiental.
La serie de 27 fotografías que componen la muestra no están a la venta, y ya se presentaron en el Pabellón Italiano de la Bienal de Venecia 2021 y este año en la escuela de Minas y Energía en Madrid, en el marco de un proyecto de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM).
Con motivo de la presentación de esta exposición en La Cumbre Mundial de Alcaldes del C-40 sobre ciudades y cambio climático que se desarrolló en la Ciudad de Buenos Aires y su mención por parte de la Legislatura, Newsweek Argentina charló con la antropóloga, psicóloga y fotógrafa italiana Paola Marzotto.
Sin dudas no fue un viaje más en su vida, ¿qué fue lo que pasó en la Antártida?
– El viaje no fue un viaje espiritual ni un viaje ambiental. Yo fui de viaje porque mi hijo Carlo me decía “mamá andá”. Él había viajado en 2013 para su Luna de Miel. Pensaba en ver las ballenas saltando, caminar en medio de los pingüinos. Ya había estado en Magallanes cuando Carlo y Beatrice eran niños; era un lugar fantástico, lleno de pájaros. Jamás hubiera pensado en llegar a un continente sin vida. Viajé en el rompehielos National Geographic Explorer, pero no había hielo que romper. La primera cosa que me impactó fue la falta de vida. Charlaba con los mozos y ellos me decían, señora estuvimos hace dos años, ahora no hay nada. Ellos estaban impresionados. Los científicos dicen que, si el mundo parara hoy, tendríamos entre cuatro a diez años para salvar el planeta. Para una persona de 67 años como yo, es mañana. En la psicología existe un ejemplo que dice “si estás en un cuarto y tienes miedo que haya un tigre y no hay un tigre está mal, no tienes que tener ese miedo; si estás en un cuarto y tienes miedo al tigre porque está el tigre, tu miedo es sano”. Nosotros -y esto lo agrego yo-, estamos en un cuarto con un tigre y casi que todos lo ven, y hacen como si nada, no le tienen miedo. Los científicos llaman a esta época “la gran negación”, como que la gente no lo quiere ver; no solamente lo vemos, estamos alimentando al tigre, le estamos afilando las uñas”.
Marzotto nació en Venecia, Italia, pero vive parte de su vida entre Argentina y Uruguay. Es hija de Humberto y Marta Marzotto, y nieta del conde Gaetano Marzotto, fundador de una de las empresas textiles más importantes de Italia. Su madre, quien falleció en 2016, a la edad de 85 años, fue una diseñadora destacada, conocida en Italia como «la reina de los salones», por su presencia en eventos del mundo del arte, la política y la cultura. Marta era toda una celebridad italiana, tanto por su estilo como por su particular sonrisa y su vida amorosa, musa inspiradora y pareja del pintor Renato Gutusso. Paola tiene dos hijos, fruto de su relación con Carlo Borromeo: Carlo y Beatrice, quien se casó con Pierre Casiraghi, el hijo menor de Carolina de Mónaco y de Stefano Casiraghi; y Carlo, se casó con la reconocida diseñadora de modas Marta Ferri.
“Esta exposición ya tiene su rodaje, es la tercera etapa, la voy afinando de a poco porque todo esto para mí es nuevo”, explica Paola, y agrega: “Una cosa es ser fotógrafa y otra es hacer exposiciones. Además era todo un trabajo para mí salir de Europa. Ahora antes de volar lo evalúo, trato de tomar conciencia. No quiero decir que soy una santa, pero intento volar lo menos posible, vuelo poquísimo, me he ido dos veces en tres años a Europa. Me cuesta mucho, sobre todo porque tengo cinco nietos”.
“Realmente volar es un problema grande, pero me hizo bien alejarme de Europa en este momento, se respira una mala atmósfera, la locura. Aquí la gente todavía tiene una cierta alegría, una capacidad de sonreír, allá es muy duro. Y entonces vine con alegría, estamos en un momento de la historia muy bravo. Yo soy la que se dio cuenta, mi toma de conciencia fue muy directa en este viaje, vine con ganas de venir”, asegura.
Ha trabajado en diferentes expresiones artísticas, ¿Cómo se definiría en este momento?
– No sé lo que quiero, yo sé lo que no quiero. Soy muy maniática, no quiero fake en mi imagen, porque yo quiero ser creíble. No quiero que se diga que soy una ambientalista, pero no porque no lo sea, como muchos. No soy una ambientalista de profesión, no soy una artista de profesión; ahora sí, de hecho; antes no. Tampoco he buscado una carrera en el mundo del arte, aunque me lo han ofrecido. Me cuesta mucho la exposición; si yo hubiese querido exponerme, lo hubiese hecho antes, hubiese elegido otra forma tal vez. Yo era de escribir, de estar atrás, de hacer entrevistas, no era de aparecer. Por ahí en algún comienzo, pero nunca me ha gustado aparecer; lo hago porque es muy necesario, y estoy muy agradecida a la prensa, porque me han ayudado mucho, y no he tenido que defenderme. Intento hacerlo todo de una manera real, yo no voy a cambiar mi forma de ser. No estoy asumiendo un papel de artista, no quiero que me confundan respecto a que me hago la artista. Hay tanto fake en el mundo del arte… ¡Lo que me hubiese facilitado a mí hacerme la artista con una cosa así canchera! Yo quiero romper también ese esquema.
¿Cuándo aparece la fotografía?
– Arranqué con la fotografía desde muy chica, a los 16 años ya trabajaba como fotógrafa de moda. Chiara Samugheo, una amiga de mi madre, una persona muy interesante y muy culta, que hacía retratos a actrices y cantantes famosos, necesitaba una persona lista que la ayudara, y yo iba, era su asistente.
Fue ahí, en la casa de Chiara, que conocí junto a mi madre a Francis Ford Coppola y a los productores de El Padrino III, que estaban por filmar en Filipinas Apocalipsis Now y me invitaron a viajar y a sacar fotos. Yo estaba empezando como fotógrafa y ese fue mi primer trabajo grande como free lance. Después fui a China a fotografiar sobre medicina del trabajo; eso fue en el ‘78 como parte del primer grupo italiano en cruzar la frontera abierta. Mis fotos las distribuía a través de agencias y después hice una Bienal de Venecia en Cine.
Posteriormente trabajé mucho para la televisión, y abandoné la fotografía: fui secretaria de edición, ayudé en todo, en la escenografía, hacía la entrevistas, escribía textos, era una televisión muy nueva, el comienzo de la televisión privada. Después pasé a la RAI en televisión e hice un programa cultural sobre la vida de Balthus. Fui periodista y consultora. Tengo formación de antropóloga; me mandaban a trabajar a eventos sociales y era durísima, me mandaban a cubrir esas cosas y yo era muy crítica, tenía otra perspectiva, más rara, más irónica. Pero después pasé a la moda porque me lo ofrecieron. Fue una constante en mi vida, siempre me quisieron hacer de relaciones públicas, solamente lo hice dos veces en mi vida: un evento para Kenzo y otro para una marca de cigarrillos. Ahí te das cuenta, cero conciencia. Vengo de un mundo donde se fumaba en el cine, estaba todo manchado con colillas; en algunos cines había ceniceros para apagar el cigarrillo, en los aviones. Todas mis fotos de joven estoy con el cigarrillo en la mano. Yo no se como no me maté; ahora hace mucho que no fumo.
¿Cuándo empieza su conciencia ambiental?
– Mi conciencia ambiental se ha ido desarrollando con los años. Al principio levantaba los cigarrillos de la playa, iba con mis hijos. Es terrible lo que sucede en las playas, el microplástico. Está bueno decir lo que sucede en la Patagonia. La gente lo tiene que saber primero para dejar de comer pescado; una cosa que me ha impresionado mucho es que como no hay pescado, a los pescadores los mandan a pescar basura. Firmo peticiones, pienso que son muy útiles, es una cosa cívica, yo siempre he hecho activismo.
Soy una activista, fundamentalmente. Ahora mi búsqueda fotográfica viene de un año y medio, pero eso no quiere decir que yo durante muchos años no haya hecho una búsqueda.
¿Cómo aparece Eye-V Gallery?
– Cuando pensé en V Gallery no estaba pensando en mí, estaba pensando en otros. Fue así: registré el sitio, y comencé a hacer una gran búsqueda, que puedo ampliar. La idea es ampliarla, y durante ese tiempo aparece Paola Ruotolo, la curadora del Departamento Fotográfico del Pabellón Italia de la Bienal de Venecia, y me dice que le habían gustado mis fotos. Le cuento que estoy buscando embajadores de la naturaleza, pero gente mística que pueda ver la belleza que ve más allá de la parte ornamental, la parte linda, las flores. Gente que realmente se pierda horas y horas en la naturaleza, que tenga búsqueda de décadas, y que la sepa mostrar también de forma interesante, a nivel artístico con gran sentido estético y poético. Ella me dijo que sí y que podía tener mis fotos. Ahí empezó todo. Era marzo. Me dije me tengo que comprar una cámara, no puedo seguir con el celular, ahí me di cuenta el problema que había tenido en la Antártida. Me enfrenté a un gran desafío para poder imprimir. Ahora compré una buena cámara; al principio fue bravo por el peso, la cantidad de funciones que tiene. Fundamentalmente me gusta jugar con la cámara para poder lograr imágenes que me gusten a mí, que puedan representar la naturaleza como la quiero narrar. Cuando veo una luz especial, esas formas mágicas, la vida, eso es en realidad lo que hago. No tomo fotos del macro, puedo hacer flores, pero normalmente hago pequeños paisajes. Tampoco es botánico lo mío, simplemente miro y lo que me gusta lo saco. Es muy instintivo, intuitivo, yo soy una persona así. No soy una persona paciente. Cuando veo una luz que me llama la atención, tengo que ir a tirarme afuera, si hay una persona al lado mío trato de no escucharla, le pido que se calle. Eso me pasó en el Botánico de Buenos Aires. Un día estaba yo ahí y veo entrar un rayo rosado sin filtro, el guía me explicaba sobre Thays y yo le decía “sh, sh, está pasando algo raro”, “veo una cosa rosada”; después entendí que apuntando la puesta de sol en invierno en alguna circunstancia, la luz refleja rosado, fue increíble.
Eye-V Gallery fue creada en agosto de 2021. Global y asociativa, organiza espectáculos y eventos culturales en todo el mundo en diversos escenarios que incluyen galerías, museos, exposiciones de arte y bienales. Eye-V Gallery se centra en la fotografía artística, albergando una comunidad internacional de artistas con sedes en Uruguay, Milán y Nueva York.
En medio de un escenario distópico enmarcado por una pandemia y crecientes catástrofes naturales, su fundadora, la activista y fotógrafa italiana Paola Marzotto, sugiere apuntar el lente hacia la Naturaleza. Eye-V Gallery considera el arte fotográfico como una forma clásica de expresar la visión humana sobre los misterios del mundo natural. Sus artistas representan a la Naturaleza como un bien superior que sustenta el futuro de la humanidad.
Manifiestan su visión con diferentes estéticas, técnicas e interpretaciones en busca de una nueva mística natural que ayude a impulsar la revolución cultural que tanto necesita el Planeta Tierra, nuestro Paraíso Perdido. De acuerdo con su misión, Eye-V Gallery explora técnicas de impresión y proyección con un efecto ambiental reducido.
En noviembre del 2020 Paola vivió un momento difícil porque se cayó en su casa de Uruguay, se fracturó y fue operada con éxito en Montevideo. “Me rompí una pierna y empecé a hacer listado de soluciones de problemas de cosas que se podían arreglar, estuve tres meses y medio en la cama, es por eso que armé todo esto. Al estar tan tiempo dependiente de enfermeros, fue muy duro, una situación muy fea porque yo estoy acostumbrada a estar sola y viajar, a ser independiente. Entonces en ese momento decidí hacer algo útil. Así nació esta empresa cultural que se reúne bajo el manifiesto no de la naturaleza como subject, nosotros no retratamos al arbolito, no somos botánicos, retratamos la magia la divinidad que es intrínseca a la vida, no me interesa una flor cortada, yo quiero que la flor me transmita la vida de la flor, la magia del fractal. No somos fotógrafos naturalistas, somos más místicos que naturalistas”.
Paola recorre además diferentes búsquedas como su serie de fotografías “My window” sobre los cielos de su ventana en su casa de Uruguay, “Fue una búsqueda que mucha gente me ha dicho, tienes que hacer un libro con las puestas del sol, y se los agradezco mucho”. También trabaja en “My Giverny”, inspirada en los jardines que Monet representaba. Es un estanque lleno de nenúfares que sigue fotografiando durante las diferentes temporadas en sus poéticas transformaciones.
¿Su infancia tuvo que ver con esta mirada?
– Sí, yo creo que me viene de mi madre, que había sido modelo y que tenía muy buen ojo, era muy detallista, con mucho gusto, era muy elegante, ella me llevaba a las pruebas de costura. Yo me quería matar, era niña, tenía 7 u 8 años, y creo que ahí empecé a mirar, eran enseñanzas indirectas. Me gustaba mucho el retrato, le sacaba fotos a mi hermana.
Pero mi ojo se fue desarrollando con el tiempo.
– Me costó muchísimo definirme como artista, es una cosa muy brava porque una cosa es sacar una foto linda, pero después ponerle la firma es muy diferente, tuve que aprender un montón de cosas, tenía mucha incertidumbre, estaba muy insegura, ahora me estoy acostumbrado. No me gusta la exposición, no soy una persona así; no parece, pero soy una persona tímida, insegura, que he tenido una educación tremenda porque mi madre era súper exigente. Nosotros siempre teníamos que ser siempre flacos, guapos, elegantes, se nos exigía mucho. Creo que ahora parte de lo que hago se lo debo a mi madre porque me ha acostumbrado a ser muy exigente conmigo misma, enfrentar sus expectativas y entonces eso se ha convertido en un modo de ser, soy hipercrítica. Tengo un diálogo con mi trabajo, en el que no busco la perfección, porque no existe y no es lo que quiero. Yo soy impresionista y puedo buscar un equilibrio de la impresión, una armonía del color de la composición. Lo mío es muy pictórico. Tengo diferentes búsquedas y hasta que no las encuentro sigo seleccionando y sacando.
¿Cree que eso le juega en contra?
– Creo que la inseguridad de una persona juega a favor porque te aplicas muchas más, aunque es muy cansador. Para mi ha sido muy duro, porque si una persona normal lo intenta si lo hace bien o mal, no pasa nada, en cambio yo soy una persona que si lo hago bien voy a las estrellas, pero que si lo hago mal es un gran fracaso. Tampoco lo hago por mi ego, lo hago por un tema de activismo, para que sea un medio para llegar al corazón de la gente que no entiende. Me encanta llegar a la gente que me entiende, pero adonde quiero llegar es a la gente que no tiene esa percepeción, esa conexión. Quiero llegar por medio de la emoción, que si vas a un parque con tus amigos o familia no vayas a tirar basura como lo hace mucha gente o sólo a correr, andá a mirar; si estas por los parques de Buenos Aires andá a mirar cómo se desarrolla la vida, la poesía que tiene, la belleza de las cosas. Parece una cosa retórica pero no es así, porque yo creo que durante el tiempo del Covid mucha gente aprendió a tomarse un tiempo para mirar la naturaleza y vieron cosas muy mágicas. La gente todavía no sabe que su propia respiración depende de los árboles. No saben cómo funciona, es tanta la desconexión…
Una forma de pensar el arte también para educar…
– Eso espero. Hoy el 90 por ciento del arte es un fake. Mi padrastro, Renato Guttuso, ha sido el más grande pintor italiano de su época, que nunca ha tenido un lanzamiento mundial; si internacional, pero sólo a nivel Alemania, Suiza, Italia y Rusia ¿Por qué? Por ser comunista, por eso nunca llegó a América donde se hace el mercado. Él estaba haciendo una exposición muy grande cuando murió. Bah, cuando pasó una cosa tremenda. Ahora se murió su hijo adoptivo, que fue adoptado por la familia de Gutusso en 14 días: fue de una delincuencia horrible. Sacaron a mi madre, que era la mujer, no era la mujer oficial, pero era la amante digamos. Sacaron a los amigos, adoptaron como su hijo a quien era su secretario, como si yo adoptara a la señora que trabaja en mi casa. Una locura. Ayer murió él, que tenía un año más que yo. Muy fuerte. A veces también mueren los malos. Perdón, te decía yo me crié con él, y vi cuando el mundo del arte todavía era serio, ahora es todo un fake. Por ejemplo, Damian Hirst con “Archaeology Now” en la Galleria Borghese en Roma, uno de los museos mas lindos del mundo, en esa exposición magnífica enorme, no por magnífica de Damian Hirst porque yo lo odio, me parece súper chanta. Y un gran listo haciendo copias vulgares de las grandes esculturas de la historia del mundo. Pero en medio de todo eso, está el ego del coleccionista, que seguramente es el sponsor de esta operación, es de terror el mundo del arte. Por eso, lo que intento es restablecer el sentido de lo bello de la armonía. La única cosa que nos ha enseñado la pandemia es que no existe el caos. Yo estoy súper agradecida a la vida de estar en este momento histórico porque yo si hubiese muerto el día antes de la pandemia, hubiese creído en el caos, pero ahora yo lo que vi es que todo se equilibra, que toda esta generación se está terminando, que todos nosotros vamos a ser completamente eliminados por nosotros mismos, porque hay un equilibro y nosotros nos hemos pasado.