Después que los museos y las galerías anunciaron: “cerrado por pandemia”, la industria del arte resurgió como una de las propuestas creativas más cautivantes. Y no sólo para los coleccionistas, sino que también tentó a un público nuevo y muy interesado.
Durante meses, las muestras inmersivas y las visitas guiadas virtuales funcionaron como la única manera de apreciar y hasta comprar obras de arte. Esta pausa presencial logró un resultado fructífero, ya que permitió confirmar que los usuarios que llegan a la web no sólo pretenden disfrutar su visita sino deleitarse con el contenido.
Transitar entre los “Silver Clouds” de Andy Warhol, ser cómplice de “La huida”, de Remedios Varo y hasta descubrir la obra de nuevos artistas contemporáneos, hoy es una herramienta de democratización y una puerta abierta al mundo. Es el caso de la Galería Phuyu (pronunciado “Pu-iu”, significa nube en quechua), que llegó a nuestro país de la mano del fotógrafo peruano Cristias Rosas.
Este nuevo espacio de arte (por ahora online), que reúne las obras de 16 artistas en su mayoría sudamericanos y también europeos de distintas disciplinas, manifiesta la diversidad de la creación. En esta plataforma activa convergen la pintura, la fotografía, el tejido y la escultura en un diálogo transversal de idiomas y formas vinculadas a la mirada particular de los respectivos entornos.
Así como transcurre el viaje de las nubes, los artistas retransmiten aquello que absorben de su ambiente, como el cielo toma de la tierra humedad y la convierte en una escena visual subyacente. Cada una de las obras nos invita a recorrer temáticas tan diferentes como hermanadas: desde la emulación de tejidos preincaicos paracas, los rostros jóvenes de la Amazonía peruana, los relaves mineros vistos desde gran altura en Brasil y hasta la noche rural del campo argentino inmerso en una trama de ciencia ficción. Nos invita a explorar la diversidad. “Phuyu no solo vende productos de arte, presenta también a los creadores como un todo, con su identidad y su obra en una alianza indivisible”, cuenta su fundador y director creativo.
Este regreso a galerías y museos, ya sea en vivo o detrás del monitor, conlleva a reencontrarse con el legado cultural en todas sus manifestaciones. Y convoca a experimentar un encuentro tan íntimo con cada uno de los artistas, que la voluntad de adquirir una obra hoy es un desenlace de esa aproximación.
“La galería es un vergel de donde extraer ideas del conjunto y a la vez una plataforma de despegue de nuevas reflexiones que se traducen en muestras y declaraciones de expresión”. Hablamos de caminos internos cargados de metáforas, donde esta estética que diluye las fronteras no nos remite a un espacio físico en particular, sino al recorrido visual de cada uno de ellos. Ese en el que el observador puede recorrer cordilleras, selvas, rostros y urbanismo en una travesía compartida.