Los Museos Vaticanos, ubicados en la Ciudad del Vaticano, develaron este martes 15 de octubre la versión restaurada del famoso Apolo de Belvedere, una escultura emblemática del siglo II, tras casi cinco años de trabajo con tecnología de punta.
Considerada la quintaesencia de la belleza y el arte, esa estatua de mármol de 2.24 metros representa al dios Apolo caminando con el brazo izquierdo extendido tras disparar una flecha con su arco.
Su restauración, que costó unos 280.000 dólares, “se decidió tras detectar en 2019 graves daños estructurales”, explicaron los responsables en una conferencia de prensa.
Gracias al trabajo colectivo de expertos e ingenieros y a la inserción de un soporte trasero de fibra de carbón anclado en la base, la estatua fue estabilizada. Y ahora fue presentada este martes al público entre aplausos en el Museo Pío-Clementino.
“Lo más difícil fue no tocar nada de la escultura, evitando moverla y desmontarla. Encontramos este nuevo sistema, que es uno estructural dinámico basado en el uso de fibra de carbono y que, utilizado de la manera correcta, puede dar resultados extraordinarios”, explicó Guy Devreux, responsable del taller de restauración.
Para la directora de los Museos Vaticanos, Barbara Jatta, “el principal reto era tener el valor de retirar un icono tan importante para nuestros museos. Y tomar decisiones que también requirieron mucho tiempo”.
¿EL ORIGINAL ES UNA RÉPLICA?
Descubrieron la estatua en Roma, en 1489, entre las ruinas de una antigua domus (clásica vivienda de los romanos) y la llevaron al Vaticano por el papa Julio II (1503-1513).
Los restauradores también sustituyeron la mano izquierda por un molde extraído de la “mano de Baia”, es decir, el fragmento de una copia de yeso realizada en época romana de la estatua griega original.
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En realidad, la estatua es una réplica elaborada en un taller de copistas de bronce en Grecia, alrededor del año 330 a. C., atribuida a Leochares, uno de los artistas más famosos de su época, conocido también por haber trabajado en el Mausoleo de Halicarnaso, el fastuoso sepulcro del sátrapa de Caria Mausolo, considerado una de las siete maravillas del mundo antiguo.
“Los graves problemas estructurales surgidos en diciembre de 2019 impusieron una intervención de restauración, orientando hacia la inserción de un soporte trasero de fibra de carbono anclado a la base, solución ya adoptada anteriormente, sin duda por Antonio Canova cuando la estatua regresó de París en 1816”, indica el sitio oficial de los Museos Vaticanos.
Publicado en cooperación con Newsweek en Español