Elis Regina llegó al mundo el 17 de marzo de 1945 en Porto Alegre, Brasil, y aunque su vida fue corta, su paso dejó huella como un huracán. Con fuerza, carácter y un talento inigualable, supo destacarse en la escena musical local y ser considerada como una de las mejores voces de su país.
La música fue su don innato. Y aunque estaba lista para iniciar su carrera con solo 7 abriles, el pánico escénico la llevó a posponer su gran debut cuatro años. Así fue como empezó presentándose en distintas radios, buscando la oportunidad que le permitiera darse a conocer y en el camino descubrió que, más allá de contar con el apoyo de los suyos, iba a tener que sortear varios obstáculos, como los prejuicios que tuvo que enfrentar en la escuela cuando una docente le dijo que las mujeres que se dedicaban a la música y sus respectivas madres eran “prostitutas”; o que por su personalidad explosiva la bautizaran “Pimentinha”, un apodo que detestaba.
Su determinación hizo que nada aplastara sus sueños, pero también la llevó a marcar límites en cada ocasión que le parecía necesario y así, a los 16 años grabó su primer disco «Viva a Brotolandia», que la catapultó a la fama. Pero aunque se había iniciado con sonido romántico y melódico, la discográfica quería perfilarla como la nueva Celly Campello en el rock and roll brasileño, una presión con la que no se sentía cómoda.
Para colmo, en su segundo álbum apostaron a los boleros y no contó con la misma suerte que el primero. Pero Elis sabía que no iba a ser una estrella adolescente del montón, que el reconocimiento no sería pasajero y así fue como llegó a convertirse en una de las mejores voces de Brasil. Y luego de varios proyectos fallidos con CBS se mudó a Río de Janeiro en busca de nuevas oportunidades.
Así fue como consiguió un contrato con con la división musical de Phillips, se incorporó a TV Río y su popularidad resurgió. Sin embargo, no se sentía cómoda en esa gran ciudad y al tiempo volvió a mudarse a San Pablo. Pero su estancia en Río la acercó a la bossa nova, cuando Vinicius de Moraes y Tom Jobim comenzaron a popularizar el género, y el viento comenzó a soplar a su favor.
Elis dio el gran salto de la mano del tema «Arrastão», en el Primer Festival de la Canción Popular del canal TV Excelsior de San Pablo. Y su versión se convirtió en un himno fundacional de la música popular, porque más allá de la belleza de la pieza creada por Moraes y Edu Lobo, la cantante pudo ponerle su impronta, destacándose además de por su forma de cantar y desenvolverse en público, por el desenfado que mostraba cada vez que se presentaba en un estudio de radio o de televisión.
¿Qué podía tener preparada la vida para una joven de 20 años que a base de esfuerzo y talento se convierte en la cantante mejor paga de país? Todo indicaba que solo cosas positivas. Sobre todo porque se había ganado el cariño a lo largo y a lo ancho de su tierra. Y a sí lo fue durante más de diez años, en los que grabó con grandes músicos como Gilberto Gil y Jobim, uno de sus referentes; ganó popularidad a nivel internacional e incluso llegó a salir de gira por Europa y jamás se quedó quieta en un solo estilo, sino que incursionó en el jazz y se animó a cantar en inglés, sin abandonar los clásicos de la bossa nova.
En medio de la dictadura militar que azotó a su país entre 1964 y 1985, Elis definió al gobierno brasileño como “una camarilla de gorilas”. Y aunque debido a su fama evitó ir a la cárcel y el exilio, el gobierno de facto la obligó a cantar el himno nacional en las Olimpiadas del Ejército y la artista ganó varios detractores simpatizantes de izquierda.
La década del setenta fue la más prolífica para la cantante, con hits como «Nada será como antes» y el disco «Elis & Tom», que grabó en 1974 con Tom Jobim y considerado como uno de los mejores discos de bossa nova de todos los tiempos. También se animó a cantar en español «Los hermanos», de Atahualpa Yupanqui, y «Gracias a la vida», de Violeta Parra. Y a pesar de estar inmersa en un ambiente dominado por hombres, logró imponerse e hizo lo propio ante el poder de turno.
La mañana del 19 de enero de 1982, Elis Regina murió sorpresivamente. El abogado Samuel McDowell de Figuereido, su entonces pareja, la había llamado por teléfono minutos antes y la notó rara. Ante el súbito silencio de la artista, intentó volver a comunicarse, pero del otro lado nadie atendía. Desesperado, fue hasta su casa, donde encontró a los hijos menores de la artista jugando y con João Marcelo, el hijo mayor de Elis, logró entrar al dormitorio de ella, donde la encontró tirada en el piso con las manos frías. La ambulancia nunca llegó y el abogado tuvo que subir a la cantante en un taxi para llevarla a una clínica, donde confirmaron su muerte, cuyas causas aún no están esclarecidas.
La autopsia determinó que la joven de 36 años murió por una sobredosis de drogas, tranquilizantes y alcohol, pero debido al tiempo en el que tardó en salir, levantó sospechas. Incluso, se llegó a decir que Elis había sido asesinada a pedido del Gobierno de facto, pero más allá de las especulaciones, aquel día Brasil perdió a una de las máximas exponentes de su cultura popular.
Fuente: www.noticiasargentinas.com