En las últimas horas, se han intensificado los rumores sobre un presunto acuerdo controvertido entre la Iglesia Católica y la compañía internacional Live Nation, para el gerenciamiento del emblemático estadio Luna Park de Buenos Aires. La operación, que involucra una concesión a largo plazo, ha despertado interrogantes tanto por el historial legal de Live Nation como por el carácter simbólico e histórico del recinto.
La potencial selección de Live Nation como gestora del Luna Park ha generado inquietudes debido a antecedentes legales de la compañía. En los últimos meses, Live Nation Entertainment enfrentó una demanda en Estados Unidos por presuntas prácticas monopólicas. Las acusaciones incluyeron violaciones a los artículos 1 y 2 de la Ley Sherman, una legislación antimonopolio de 1890 que prohíbe las restricciones injustas al comercio y los intentos de monopolización.
Entre los señalamientos más destacados, se acusó a Live Nation de condicionar a los artistas para contratar sus servicios promocionales si deseaban actuar en grandes recintos y de desviar eventos hacia lugares afiliados a Ticketmaster, su empresa matriz, en detrimento de la competencia. Estos antecedentes plantean dudas sobre la conveniencia de otorgar a esta compañía la administración de un espacio cultural clave en Buenos Aires.
El rol de la Iglesia en el Luna Park
El estadio Luna Park es propiedad de la Sociedad Salesiana de San Juan Bosco y Cáritas, cuya representación legal recae en el Arzobispado de Buenos Aires. Estas organizaciones religiosas enfrentan restricciones legales que les impiden vender el inmueble debido a su condición de protección histórica. Ante esta situación, optaron por realizar una licitación privada internacional para concesionarlo.
La adjudicación de la gestión del estadio por 20 años habría salido a favor de un consorcio encabezado por Diego Finkelstein y Live Nation Entertainment, con la posibilidad de renovarlo por dos décadas adicionales. El acuerdo incluye una inversión inicial de 34 millones de dólares para la remodelación del estadio y un compromiso de generar un ingreso mínimo anual de un millón de pesos.
El futuro del Luna Park
El plan de remodelación incluye aumentar la capacidad del estadio de 8,400 a 13,000 espectadores y modernizar sus instalaciones para competir con otros recintos de la ciudad, como el Movistar Arena. Las obras comenzarán en 2025, con el objetivo de posicionar al Luna Park como un centro de espectáculos internacionales de primer nivel.
A pesar del entusiasmo generado por la posibilidad de atraer artistas de renombre, el acuerdo ha provocado críticas en sectores eclesiásticos y sociales. Algunas voces cuestionan la falta de transparencia en el proceso de licitación y la idoneidad de Live Nation como socio estratégico, dadas las denuncias legales que enfrenta en otros mercados.
Impacto cultural y simbólico
El Luna Park no es solo un estadio; es un ícono de la cultura porteña que ha sido escenario de eventos históricos en el deporte, la música y el arte. La decisión de concesionar a una cuestionada empresa internacional ha sido recibida con escepticismo por quienes temen que el espacio pierda su carácter distintivo en favor de intereses comerciales.