Por Fernanda Arena
La emoción de Griselda Siciliani está a flor de piel después de haber sido parte del elenco de “Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades”. No es para menos, la chica que nació en Buenos Aires y se crió en el barrio de Villa Luro es hoy protagonista de la última película del cuatro veces ganador del Oscar Alejandro González Iñárritu.
Talentosa y multifacética, ha sabido construir una trayectoria sólida. Sin embargo, se siente privilegiada y agradecida al destino por este salto internacional en su carrera. Sabe que a partir de ahora será catalogada como una de las mujeres que moldearon el terreno para que los ojos del mundo se posen en Latinoamérica una vez más. Y así recibe a Newsweek Argentina, con la alegría y la sensibilidad que la describen en este momento de su vida.
La cita es un hotel boutique de Palermo y el set tiene mucho en común con una de las locaciones de la película. Hay algo allí muy familiar, un deja vú que permite preguntarse si ya estuvo allí o si lo soñó. No hay respuesta para esas sensaciones, pero la certeza es que Griselda sí soñó alguna vez con este presente.
NW: -Sin dudas, este proyecto representa un gran salto en su carrera a nivel internacional. ¿Lo esperaba ¿Lo deseaba? ¿Lo proyectó?
-Siento que en algún lugar mío lo proyecté. Son tantos pasos, castings e instancias que en el mientras tanto pensás ‘quizás no se da’. Siempre está la posibilidad de que no ocurra. Y cuando ocurre es como un shock que decís ‘Ahhh me tocó’. Y por otro lado se siente una liviandad, como que eso me estaba esperando ahí, que ya era para mí. O algo así, es una sensación difícil de poner en palabras. Hay algo que empieza a fluir hacia un lugar y también uno tiene que ocuparse mucho. Y eso va a la par. No hay tiempo de quedarse sorprendido, hay que ponerse a la altura de esa oportunidad.
DE ARGENTINA PARA EL MUNDO
Bailarina, actriz de teatro, cine y televisión, comenzó su recorrido en las tablas a muy corta edad y luego se hizo conocida por sus actuaciones en telenovelas como “Patito Feo”, “Para vestir Santos”, “Farsantes” y principalmente por su doble papel en la comedia televisiva “Educando a Nina”, interpretación que le valió el premio Martín Fierro a Mejor Actriz Protagonista de Ficción diaria en 2016 y la catapultó al firmamento de las figuras televisivas más convocadas y convocantes.
Su experiencia en cine no es abultada pero las tres películas en las que trabajó hasta el momento fueron concebidas para el éxito. Tal es el caso de “Bardo”. Allí interpreta a Lucía, protagonista de una historia inspirada en la vida del propio Iñárritu, un film que estrenó en salas de cine argentinas el 3 de noviembre y que llegará a la plataforma Netflix el 16 de diciembre. Antes había hecho “El último Elvis”, de Armando Bo, y “Sentimental”, del español Cesc Gay, dos largometrajes de gran repercusión en festivales.
Sin embargo, sabe que “Bardo” llegó a su vida como el puente que la lleva a expandir su arte fuera de las fronteras argentinas. Una suerte de reflector que no sólo la hace brillar, sino que además la ubica ante los ojos del mundo.
Allí interpreta a la esposa de Silverio Gama (Daniel Giménez Cacho), un periodista que se fue de México con una mano atrás y otra adelante y que consiguió el éxito en Estados Unidos. Una especie de alter ego del propio Iñárritu.
La historia está anclada en las semanas previas a que Gama sea galardonado en Los Ángeles con el máximo premio de la Academia. Mientras, se debate entre si el reconocimiento es merecido o si es manipulado por Estados Unidos para lavar su imagen en América Latina. Cualquier semejanza con la realidad no es pura coincidencia.
¿Qué fue lo que más la impactó de esa primera noticia? ¿Confirmar que iba a trabajar con un director tan prestigioso como Alejandro González Iñárritu? ¿El proyecto en sí?
-Lo primero, trabajar con Alejandro, un director tan admirado y tan genial. Pero luego fue mucho más que eso. En el momento pensás: ‘Este es el máximo shock, ¿qué más se puede pedir?’ Lo que pasa es que después, en el trabajo real del set, Alejandro es mucho más impresionante de lo que uno espera. Es alguien de una pasión desmesurada, así como sus películas. Tiene esa intensidad que es hasta abrumadora. Esta película (y otras de sus obras) son extremas y hay algo de él que tiene esa intensidad. Es como una locomotora que lleva a todo el equipo adelante. Su manera de trabajar y su forma de amar el cine son contagiosas e inspiradoras.
¿Espera identificación de parte del público hacía su personaje, Lucía, que oficia de sostén emocional y hasta ideológico de la familia?
-Es cierto, uno se refleja y se identifica con la historia sin estar viviendo exactamente la misma situación que los personajes porque la película habla de heridas, de duelos, de pérdidas y no tenés por qué haber vivido la misma pérdida para sentirte reflejado. Eso está muy bueno: la forma en que está contada. Son temas tan universales: los padres, los hijos, la familia, los duelos, dejar tu lugar. Creo que la película te interpela por todos lados y a cada uno en diferentes momentos.
La emigración es un tema central del film. Parte desde el personaje de Silverio, que se va de México a Estados Unidos en busca del famoso “sueño americano”. ¿Es muy difícil ser profeta en nuestra tierra? ¿O es una frase hecha a la cual debiéramos buscarle un nuevo sentido?
-Te puede pasar, de algún lado viene esa frase y pasa muchas veces. Le pasa a mucha gente. Yo me siento una privilegiada de poder sentirme muy reconocida y muy querida en mi país. Y también me siento privilegiada al poder ir a otros lugares con este bagaje de cariño y de profesionalidad forjado en mi tierra.
¿Se iría a vivir a otro país?
-Me ha tocado trabajar en España, ahora con Alejandro, pero me pasa que cuando me conecto realmente con mi fantasía sobre qué me gustaría hacer, me vienen a la mente directores y actores argentinos. Todavía tengo mucha gente con la que quiero trabajar acá en mi país. En la Argentina ser hace muy buen cine; tenemos grandes talentos, equipos brillantes. Me gustaría mucho seguir trabajando acá. Me encanta trabajar en otros lugares, vivir esa experiencia, y cuando me salen propuestas en el exterior por supuesto que si las puedo incluir en la agenda lo hago sin dudarlo y más aun con este tipo de directores como Alejandro. Me siento totalmente privilegiada, pero me gusta mucho trabajar en mi país. Irse o quedarse, un dilema que a veces hay que atravesar.
Griselda Siciliani tiene claro dónde y cómo vivir. Pero la maternidad depara interrogantes para los que no siempre se tiene respuesta. Ser mamá es también respetar que los hijos son individuos, personas distintas que toman sus propias decisiones.
Margarita es hija de Griselda y del actor, productor y gerente televisivo Adrián Suar. Tiene 10 años y una marcada pasión por la danza. Al menos eso reflejó su madre en redes sociales. Cuando a Sicliani le tocó vivir en Barcelona para trabajar en la película de Cesc Gay pasó cinco meses alejada de su hija, que se quedó en Buenos Aires con su papá. “Fue muy doloroso extrañarla”, resumió cuando le preguntaron cómo había sido su estadía española.
¿Qué pasaría el día de mañana si es Margarita la que dice ‘mamá, me voy’? ¿Está preparada para eso?
-Estoy preparada para todo lo que a ella la haga feliz. Lloraré, la extrañaré, pero la libertad es lo fundamental de la crianza. Cada día hago un trabajo para poder criar a una hija libre y que vea a una mamá que tiene el privilegio de ser feliz con su trabajo, Así que al principio me costaría, pero apoyaría su decisión ciento por ciento.
CHICA DE TAPA
“Las musas de Bardo”, reza la tapa de la edición de Vogue para México y Latinoamérica, en la que Griselda y su compañera de elenco Ximena Lamadrid se lucen con diseños de alto impacto. En la imagen de portada, Siciliani lleva un tapado negro y off white sobre un vestido del mismo negro.
No es la primera vez que Griselda se lleva las miradas de los especialistas en moda. Para la presentación de la película en la 79° edición del Festival Internacional de Cine de Venecia escogió tres diseños de Prada. El más comentado fue el último vestido, el gran elegido para la gala de noche: negro con un detalle de cadena y collar en el cuello. En el sitio italiano de la marca, la prenda tiene un valor de 3.700 euros, algo así como 515.000 pesos.
Volviendo al alcance internacional que tiene esta película, hay algo que tiempo atrás seguramente no imaginaba y es el hecho de haber llegado a la portada –nada menos- que de la revista Vogue. ¿Cómo lo vivió?
-La tapa de Vogue fue un delirio, son estas cosas locas y maravillosas que suceden con “Bardo” y con la comunicación de la película. No tiene que ver conmigo en sí.
Sí, claro que tiene que ver con usted y su desempeño.
(Se sonroja y sonríe)- Bueno, un poco sí. Mi trabajo también ha sido muy bien comentado. Pero sucede algo muy especial con la película, con este bardo en el que estamos metidos. Llevar el material a todos lados, promocionarlo hace que surjan cosas loquísimas. Por ejemplo, me contaron que el otro día vio la película Leo Di Caprio o la mismísima Patti Smith, cantante a quien amo.
En algún punto también refleja su costado fashionista. ¿Qué tanto le interesa la moda?
-No soy tan fashionista. Me gusta la moda, me interesa, me divierte, pero también soy muy expeditiva. No soy alguien que pueda estar mucho tiempo sacándose fotos ni dedicándole mucho tiempo. Necesito enfocarme en lo mío. Esto es accesorio y quiero vestirme y lookearme a la altura de la película. No voy a venir a una entrevista en pijama, como en casa. Pero no le puedo dedicar tanto porque me aburro un poco si no hago lo que a mí me gusta hacer. La clave es tener un buen equipo que te asesore y en quien poder confiar para delegar ese aspecto.
Irse o quedarse. Acá o allá. Nosotros y los otros. De Argentina para el mundo, Griselda Siciliani a punto de dar un salto cuyo límite es el cielo.