Juan José Campanella en un pasaje de intensa actividad en su vida, como tantos otros momentos anteriores, pero este quizás más sustancioso, abarcando todos los formatos que están a su alcance. En primer término por el proyecto que más lo ha ocupado en los últimos meses: “Mafalda”, una serie de animación que está desarrollando con su productora y al que le está dedicando toda la creatividad y seriedad posibles, las suyas y las de su equipo, por lo que significan el personaje y la tira.
Pero ese es sólo uno de sus objetivos, porque en estos momentos ensaya una obra en su propio espacio teatral, el Politeama. Prepara su próximo rodaje en la Argentina -que mucho tendrá que ver también con el teatro-, y sigue trabajando en los EEUU en series y producciones para televisión, especialmente “La ley y el orden”.
Arrancamos hablando de la génesis del proyecto animado de “Mafalda”. “Es una idea conjunta, no exclusivamente mía”, revela el realizador de “Luna de Avellaneda” y “Metegol”, “porque los familiares de Quino, los Lavado, hace rato que tenían interés en llevar adelante un proyecto audiovisual, no sólo acerca de Mafalda, sino de toda la obra de Joaquín. Así que estuvieron cerca de otras producciones y propuestas, hasta que hubo un contacto, confluimos y nos pusimos de acuerdo. Ellos más que nada buscaban gente que demostrara un interés especial en la tira, una pasión por este personaje y, obviamente, haciendo foco en la calidad del producto. Y afortunadamente nos eligieron a nosotros. Para mí es un regalo del cielo. Yo estoy transitando con muchísimas ganas y placer este verdadero desafío de trasladar la tira a otro medio, trasponerla a otro formato. Algo que obviamente significa una gran demanda expresiva, muy distinta a la del original, que nos está obligando a crear cosas, situaciones y escenas, que exceden la simple trasposición. Además, eso de convertir los cuadros de historieta en un producto animado ya se hizo hace más de 40 años, había que darle otra impronta. Esto es un encuentro de mentes, de timing, de sentimientos y de ideas entre la familia de Quino y nosotros, la productora Mundo Loco”.
¿Cómo se está encarando el diseño de los personajes, el ámbito en el que se mueven, las voces y el espíritu de humor que caracterizó la tira? ¿Van a ser chistes cortos con remate, en el estilo de los dibujos originales, o historias completas que se irán desarrollando en cada episodio?
– Van a ser historias completas, usando muchos gags originales de la tira, pero con situaciones que se desarrollan a partir de los personajes creados por Quino. Inevitablemente, por el hecho de estar integrado a otro formato, el producto presentará modificaciones y agregados, que será nuestro aporte principal. Cada capítulo va a tener una estructura y una trama especial pensada para el mismo. Y por supuesto privilegiando el humor, un humor atravesado por el espíritu de la creación original de su autor. Así que estamos siempre muy atentos, en una vigilia permanente para que las ideas no se disparen hacia otros lados. Más que nada con Guillermo Lavado, sobrino de Quino, el famoso Guille; él inspiró el personaje y además es un gran músico y compositor. Está muy metido en el proyecto junto a los que lo estamos dirigiendo. En cuanto a las voces, estamos en pleno casting. Hoy existe una tecnología que permite dar colores de niños a voces de actores adultos, y eso será fundamental a la hora de registrarlas. Y la ubicación de época será atemporal, estamos trabajando en eso, y al respecto te digo que muchos chistes de los cuadritos tienen una vigencia asombrosa hoy en día. Quino era un visionario. Por otra parte, este proyecto se lanza justo en el marco del 60º aniversario de la tira, de una Mafalda que ha trascendido fronteras, no representa sólo a la Argentina. Fue traducida a más de 26 idiomas, es un enorme desafío.
Parece que la animación se ha convertido en una especialización en tu carrera como cineasta. ¿Pensabas antes de “Metegol” que esto podía llegar a ocurrir?
-No creo que sea específicamente una especialización; hace ya más de 10 años de “Metegol” y desde esa época que prácticamente no hago nada de animación. Sí tuve una participación, digamos, creativa en la serie “Mini Beat Power Rockers”, pero no fue algo constante, no estuve en el día a día. Se podría decir que hace más de 10 años que no me involucro en el género desde la dirección y el guion, así que este es un gran retorno mío a ese mundo. Yo creo que «Metegol» y el estudio que esa película fundó, Mundoloco CGI, ha crecido en gran manera, toda la gente que trabaja ahí ha adquirido experiencia y profesionalismo y ahora estamos mucho más asentados. Porque en «Metegol» estábamos abriendo caminos, fue un aprendizaje para todos, era la primera vez que un grupo de talentos como el que se sumó para esa película, trabajaron juntos en un proyecto de esa envergadura. Ahora estamos con un enorme bagaje encima en esa especialización y con una mayor claridad sobre los procesos de realización.
Si Joaquín Lavado viviera y estuviera al tanto de tu proyecto, ¿pensás que lo aprobaría? ¿Estaría colaborando en el mismo?
-Yo creo que a Quino le gustaría mucho lo que estamos haciendo. Está claro que es contrafáctico, pero si el que fuera versionado sería yo -una remake de una película mía, por ejemplo-, enseguida me daría cuenta si el que se encarga de la versión está realmente consustanciado y apasionado con lo que hice, y le diría que ponga en juego su propia creatividad, que no haga una simple trasposición del original, que haga crecer mis ideas, incorpore nuevas, y todo se potencie y se mejore. Y es lo que estamos haciendo con Mafalda. Para mí Quino estaría entusiasmado en esta recreación de su trabajo. Hay un crecimiento en la escala expresiva del original y eso está haciendo potenciar la calidad del producto sin que se desmerezca su esencia.
El mensaje social, urbano, pacifista, humanista y también político de Mafalda fue disruptivo en su época. ¿Se mantiene aún ahora esa esencia contestataria de la tira?
-Sí. Claro que Mafalda funcionaba a varios niveles. Se recuerda mucho su pensamiento incisivo, que yo entiendo que era más filosófico que político, porque en general se lo confunde un poco. Abarcaba varias facetas.
Si se vuelven a releer las tiras, hay gente que se puede encontrar con alguna sorpresa acerca de lo que Mafalda pensaba. De todas maneras, todo eso sin dudas se va a mantener tal cual, pero la adaptación se va a ocupar también de las actitudes de su familia, de sus amigos y fundamentalmente del simple sentido del humor, de los chistes, que son clave. Es decir, vamos a tocar todas las notas, las cuerdas que tocaba Quino.
En estos momentos y desde hace años residís en Estados Unidos y te dedicás a rodar capítulos de series con gran continuidad. ¿Qué podés contar sobre esta tarea actual por la que te requieren casi permanentemente?
-Justo acabo de terminar otro capítulo de “La ley y el orden”, una tarea que me gusta muchísimo, al igual que integrar ese equipo de trabajo y la impronta de la serie. Además, siempre me entusiasma estar dirigiendo para un programa que posee una continuidad tan extraordinaria, se trata de la serie que más ha permanecido al aire en la historia de la televisión, ¡creo que a nivel mundial!, a excepción de Los Simpsons. Pero en este caso estamos hablando de una serie de acción viva; en ese formato es la que más se ha mantenido. Estamos ya en la temporada número 26. Y hay que destacar especialmente el impecable y meticuloso trabajo en todo sentido para mantener el ciclo siempre relevante, original y actual. Por eso es un desafío estar a la altura; una exigencia que a mí me encanta.
¿Pensás volver a las series de acción viva en el país? ¿Qué recordás de un hito como “Vientos de agua” o de “El hombre de tu vida”?
-Yo nunca dejé de hacer series de acción viva; recientemente hicimos dos temporadas de “Los enviados”, que se dio por Paramount y en estos momentos se empieza a emitir por Netflix. Y es una constante de mi productora estar desarrollando productos audiovisuales de acción viva, tanto en Argentina como acá y en el resto del mundo.
En una nota de hace unos cuantos años comentaste que ser más conocido para el gran público en nuestro país te producía cierta incomodidad, aunque en los EEUU debés ser más anónimo, ¿no es cierto?
-Sigo igual con respecto al anonimato; a mí me encanta estar en lugares donde no me conoce nadie, y es cierto que en EEUU eso es más factible. La verdad que el reconocimiento masivo nunca me interesó y, por otra parte, no es algo que en general un director busque, ya el hecho de estar detrás de cámaras es toda una declaración de principios. Por supuesto que uno aprecia recibir un reconocimiento por su trabajo; eso cualquiera lo valora, pero no tanto en lo que hace a la imagen. Creo que en Argentina estuve bastante expuesto en algunos momentos por haber ganado un Oscar. Claro, eso inevitablemente te expone. Pero también por haber manifestado opiniones políticas, que es algo ya no me satisface y que estoy corrigiendo.
Tu logro más importante de los últimos años en el terreno artístico fue la inauguración del teatro Politeama, en el que reestrenaste tu puesta “Parque Lezama” y en el que se están representando distintos espectáculos. ¿Cómo está funcionando la sala en general?
-Obviamente que en la actualidad la actividad teatral ha sufrido un embate por esta recesión profunda que atravesamos. Yo espero que vuelva a sus niveles anteriores. Pero la verdad que a nosotros con “Parque Lezama” nos ha ido excelentemente bien. Es una de las excepciones del teatro comercial de los últimos tiempos: ha funcionado bárbaro, antes y ahora.
Y con respecto al Politeama, es el proyecto más grande de mi vida, porque además es algo que me va a sobrevivir, no es algo que se pueda definir como un software, como son las películas y demás; es un hardware, es una edificación, con cimientos, con arquitectura, con escenario, etc. Que yo intuyo que va a permanecer por décadas y, por qué no, ¡siglos! Así que imaginate que es algo muy pero muy importante y reconfortante a todo nivel. Por supuesto que también implica una gran responsabilidad, porque es muy arduo mantenerlo en pie desde lo financiero, pero en todo lo demás representa sólo satisfacciones.
¿Y hay un nuevo proyecto teatral para tu especio?
-Sí, tengo una obra propia y original, que acabo de empezar a ensayar en mi teatro y que ya tiene fecha de estreno, el 10 de enero. La escribimos junto a Cecilia Monti, mi mujer, y ambos estamos muy entusiasmados con el proyecto; ella forma parte del equipo de guionistas de “Mafalda” y ha colaborado en los guiones de “El hombre de tu vida” y otros trabajos. Contamos con un elenco de lujo, encabezado por Eduardo Blanco, Fernanda Metilli y Gastón Cocchiarale. Una historia de amor muy particular, con tres personajes que se van involucrando en la trama. Fundamentalmente, un hombre mayor recientemente viudo y una joven que acaba de separarse. Se producirá una relación no muy definida entre ambos que se verá asediada y cuestionada por vínculos familiares y afectivos, hijos, relaciones anteriores, etc. Una anécdota pequeña que se irá ampliando y volviendo compleja, y que en realidad propone una reflexión sobre la vida, como en muchas de las ficciones que he abordado. Con mucho humor y emoción e intérpretes que están logrando maravillosas caracterizaciones. Ya presentaremos como corresponde la obra a los medios y al público.
Habías dirigido y coescrito otra obra “¿Qué hacemos con Walter”, que se ofreció en el Multiteatro de Carlos Rottemberg. ¿Pensás retomarla en tu teatro?
-Sí, la posibilidad de reestrenarla la tengo en mente, y puede ser en mi teatro. Pero, por otro lado, es una obra complicada en el aspecto de la producción: tiene muchos personajes y otros detalles que hay que tener muy en cuenta a la hora de montarla. Esa pieza bajó a causa de la cuarentena y creo que mantiene perfectamente su vigencia. Pienso en “Parque Lezama”, que cuando la repusimos en el Politeama funcionó mejor aún que en la época de su estreno en el teatro Liceo, así que me entusiasma la idea que con “¿Qué hacemos con Walter?” ocurra lo mismo. Sí, me encantaría retomarla.
¿Qué proyectos de largometrajes de ficción tenés pendientes, tanto para rodar en Argentina como en EEUU?
-El único proyecto que tengo para cine es justamente “Parque Lezama”, que la vamos a rodar el año que viene en la Argentina. Es una obra muy cercana para mí, yo creo que icónica dentro del teatro argentino más reciente. En total han sido, prácticamente, más allá de las interrupciones, 13 años en cartel entre el Liceo, el Politeama, el Teatro Fígaro de Madrid y las giras, con más de 1.300 funciones, más de 600.000 espectadores, y con un trabajo supremo de Luis Brandoni y Eduardo Blanco. Y eso es lo que más quiero preservar, esa extraordinaria dupla actoral, para que no se pierda, para que nadie la olvide. Será una producción para Netflix en 2025.
Por Amadeo Lukas