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Mario Vargas Llosa se convirtió en el primer «no francés» en ingresar a la Academia Francesa
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Mario Vargas Llosa se convirtió en el primer «no francés» en ingresar a la Academia Francesa

Este jueves 9 de febrero a las 15.00 horas de París, el escritor peruano y premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, pasó a formar parte de la tradicional y exclusiva Académie Française, encargada de regular y enriquecer la lengua francesa. Fue fundada en 1635 por el cardenal Richelieu y, de hecho, inspiró la creación de la Real Academia Española.

A los 86 años, el novelista y ensayista se convirtió en el primer extranjero sin haber publicado obra en francés en ser aceptado en esta institución. Pero Hélène Carrère d’Encausse, la titular de la Academia Francesa (el cargo real es secretaria perpetua), expresó en una entrevista con El País de España: “Ha ayudado a la cultura francesa más que muchos escritores franceses”.

El autor de “La ciudad y los perros”, “Pantaleón y las visitadoras”, “La guerra del fin del mundo” y “La fiesta del chivo”, entre muchas otras obras, fue el protagonista central de un acto que se desarrollará en la capital francesa, más precisamente bajo la cúpula del Institut de Francia, siguiendo un estricto ritual, y ante algunos invitados personales: familiares y amigos como el rey emérito de España, Juan Carlos, y el intelectual argentino, Darío Lopérfido, columnista destacado de Newsweek Argentina.

Pero, en verdad, el rito comenzó una semana antes. El jueves pasado, en una ceremonia sumamente íntima, se concretó la admisión que paradójicamente es la real y la simbólica. La descripción de ese momento fue ofrecida al gran público por el hijo del escritor, Álvaro Vargas Llosa, quien tampoco pudo presenciar ese ritual de iniciación. “A puerta cerrada, sin familia, amigos ni prensa, solo ante 400 años de historia académica y civilización occidental, como manda la norma, cumplió el rito de la ‘instalación’ en la Academia Francesa”, relató en un hilo de Twitter esa misma tarde.

Y a continuación dio algunos detalles que permiten adentrarse en ese instante: “A las 13.30 ingresó por el patio de honor, donde lo recibió el comité de recepción para conducirlo a la sala ‘Jacqueline de Romilly’. Allí, ante el implacable comité de lectura de discursos, leyó su texto de incorporación. Los académicos debatieron el contenido, única ocasión pare ello. Daniel Rondeau leyó la respuesta. Luego pasaron al salón de trabajo de los académicos, que lo recibieron de pie. La Secretaria Perpetua le dijo: ‘Sr. Vargas Llosa, la próxima vez que sus cofrades se pondrán de pie por usted será el día de su muerte’”. Luego, recibió una moneda que lleva grabada la inscripción de la divisa académica: “A la inmortalidad”.

Finalmente, hubo un segundo reto que han tenido que superar con elocuencia todos los miembros de ese selecto grupo de intelectuales. “Quien presidía la reunión le dio una palabra del diccionario francés (que no podía conocer de antemano) para que improvisara una reflexión sobre ella. Fue la palabra ‘Xérès’ (por Jerez de la Frontera). Habló de la ciudad, el vino y otros aspectos. La Secretaria Perpetua lo llevó finalmente a ver el retrato del fundador, Richelieu, en su lecho de muerte. A las 16h30 salió con una sonrisa. Le dije: ‘Tienes a una familia muy angustiada. ¿Qué tal todo?’. ‘Magnífico’, me respondió, y nos fuimos a comer una sopa de lentejas”, concluyó.

EN PRIMERA PERSONA
En 2022, la vida personal de Vargas llosa se vio sacudida por dos hechos complejos, pero que pareciera haber superado: primero, se contagió el Covid y debió ser internado varios días; y segundo, la separación de pareja Isabel Preysler, que generó páginas y páginas en las revistas de la farándula e incluso especulaciones sobre las intenciones de algunos de sus últimos relatos.

Pero en una reciente entrevista con El Mundo, de España (país en el que reside permanentemente) se mostró alegre, celebrando este nuevo hito en su carrera, a pesar de que admite que no fue algo que haya buscado.

Vargas Llosa junto a Hélène Carrère d’Encausse, secretaria perpetua de la Academia Francesa (Foto: Twitter de Álvaro Vargas Llosa)

En diálogo con la directora de la revista cultural de ese diario, Maite Rico, contó: “Jamás se me pasó por la cabeza presentarme a la Academia. Pero en un viaje reciente a París, con motivo de la salida de mi última novela, me llama, como saliendo del fondo de los siglos, Daniel Rondeau, al que conocí en mi época parisina y uno de los primeros descubridores de la novela latinoamericana. Tomamos un café y ahí me entero de que era miembro de la Academia, y ante mi sorpresa me dice que me presente. ‘Hemos hecho una votación, no ha habido ningún voto en contra, solo dos abstenciones. Hay un ambiente magnífico y mañana te invita a almorzar la secrétaire perpétuelle’. ¡Perpetua, nada menos!… La historiadora Hélène Carrère d’Encausse. Sí. Tiene un departamento precioso sobre el Sena. Ella es experta en Rusia, y me contó, por cierto, que los rusos le habían vetado sus libros porque había criticado la invasión de Ucrania. El caso es que ella ya tenía mi carta de candidatura escrita y me dijo: ‘tienes que decidirte ahora’. Y así fue cómo de la noche a la mañana me encontré con que era miembro de la Academia Francesa”.

Claro está, entrar a la Academia Francesa no es simplemente un reconocimiento: implica un compromiso intelectual que ocupará una parte de su agenda, porque desde 1994 también es miembro de la Real Academia Española.

“Las dos academias se reúnen los jueves. La española se fundó a imitación de la francesa, tres años después. Mi idea es dividir el mes y asistir dos jueves allí y dos jueves aquí. En realidad puedes faltar cuando quieras: hay muchos académicos que no van, porque están viejitos”, explicó.

La relación de Vargas Llosa con el francés es de larga data. Así cuenta el origen de ese vínculo literario y emocional: “Ya de adolescente leía a Dumas, a Julio Verne, a Víctor Hugo… Entonces la cultura francesa predominaba en prácticamente todos los países de América Latina. Y yo tenía la idea de ser un escritor francés. En esa época en Lima no había editoriales. Los poetas de moda eran abogados que trabajaban de lunes a sábado y escribían el domingo. Parecía imposible ser escritor en un país así. Y me metí en la Alianza Francesa, un local pequeñito en la avenida Wilson”.

La periodista le pregunta sobre su profesora, Madame del Solar, y el la recuerda con afecto: “Era una francesita encantadora, casada con un peruano, que a mí me ayudó muchísimo. Cuando me matriculé en la Alianza había diez chicas, todas niñitas bien, un muchacho que estudiaba arquitectura y yo. El otro solo aguantó seis meses, porque las chicas eran matadoras y se reían de nuestra pronunciación. Al final me adapté a ellas y estuve cuatro años, pero comencé a leer en francés a los seis meses”.

Vargas Llosa conoció Francia a los 22 años, tras ganar un concurso de cuentos (Foto: Twitter de Álvaro Vargas Llosa)

Pero no conoció Francia hasta los 22 años, en 1958, como parte de un premio en un concurso de cuentos en la Revue Française. “Pasé un mes maravilloso en París”, rememora, y agrega: “Luego regresé después de hacer el doctorado en Madrid. La noche misma que llegué a París compré en La Joie de Lire, una librería que estaba en el Barrio Latino, un ejemplar de ‘Madame Bovary’. Oye, me pasé la noche entera leyendo. El deslumbramiento que me produjo ese libro… tanto que me convertí en un flaubertiano frenético. Y entonces decidí ser escritor. Decidí eso en Francia. Flaubert me confirmó que la literatura era una forma de vida”.

Esa relación se fue fortaleciendo con una combinación entre amor por la literatura y compromiso ideológico liberal. Sartre, admite él, fue una gran inspiración hasta que unas palabras despectivas hacia la literatura africana (que él vio reflejadas también hacia la latinoamericana) lo decepcionaron. “Lo que rompió mi relación con Sartre es una entrevista en la que le preguntan por dos escritores africanos, y él dice que primero deben hacer la revolución para crear un país donde sea posible la literatura. Me sentí enormemente frustrado. Sartre nos había enseñado que se podía ser escritor en cualquier parte, y denunciar los horrores del Tercer Mundo, y ahora resulta que había que hacer primero la revolución para ser escritor. Yo ya estaba muy avanzado en mi vocación literaria como para creerle”, contó.

EL NACIONALISMO FRANCÉS Y LAS PALABRAS
La decisión de la Académie Française de sumar a un extranjero, aunque ese extranjero sea el mismísimo Mario Vargas Llosa, generó críticas por partes de sectores nacionalistas, incluso dentro de los círculos intelectuales, que le recriminan, por ejemplo, el hecho de que el francés no sea su lengua materna.

Pero Carrère d’Encausse se indignó ante la pregunta de Marc Bassets, de El País, al respecto. “En ningún lugar está escrito que para entrar en la Academia francesa haya que escribir en francés”, exclamó, y luego enfatizó: “La gente no sabe de qué habla”.

También hubo quienes le reprocharon su abierta postura liberal y su sesgo ideológico, advirtiendo que eso podría marcar una impronta en su trabajo con la lengua. A esto, la historiadora replicó: “Ha llevado su vida como él lo ha considerado. No somos la Unión Soviética. No es obligado tener una doctrina. Fueron críticas muy curiosas, pero poco pertinentes”.

Finalmente, Carrère d’Encausse, quien además fue eurodiputada por la derecha francesa en los ‘90 y es madre del escritor Emmanuel Carrère, enfatizó sobre todo el amor del peruano por Flaubert. “No conozco a nadie que hable tan bien de Flaubert como él”, señaló, y el propio Vargas Llosa ratificó ante El Mundo que Emma Bovary, personaje principal de “Madame Bovary”, es “el mayor amor de su vida” y que no ha tenido con ninguna mujer de carne y hueso una relación tan pasional como con ella.

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