Por Fernanda Arena
Hay atribuciones, destrezas y conocimientos que todo artista puede incorporar con constancia y disciplina. Para ellos, en palabras de Wayne W. Dyer, “El cielo es el límite”. Sin embargo, hay algo que no puede comprarse: el brillo propio. Una cualidad poco precisa que el mundillo artístico suele denominar “ángel”. Así es Mina Serrano, una artista angelada que destella luz a sus pasos.
Así también se la vio en la alfombra roja de los Premios Platino, que se entregaron en la Riviera Maya, en México. De negro y con tacones que elevan aún más su metro ochenta y cinco, Newsweek Argentina se encontró con ella para conversar sobre su presencia en la gran fiesta del cine y las series iberoamericanas y su flamante papel protagónico. Una más de las tantas cosas impensadas que suceden hoy en su vida.
Es que Mina Serrano nació en Granada, España, hace 26 años y luchó de manera incansable para vencer los prejuicios sociales. Si bien su carrera artística comenzó hace una década, en Argentina y el resto de Latinoamérica la descubrieron cuando se supo que encarnaría a Cris Miró en la serie sobre la vida de la vedette trans que falleció a los 33 años en junio de 1999. Un ícono del mundo LGTB, una pionera en romper prejuicios, una (otra) persona con luz propia, según aquellos que la conocieron.
CRIS, MINA Y EL HILO ROJO
Más allá del innegable parecido físico, a todas luces evidente, la teoría oriental del “hilo rojo” parece haber entrelazado los destinos ambas. Mina y Cris no fueron contemporáneas y -por lógica- no se conocieron. Pero hay algo que las conecta más allá de todo: la valentía para vencer prejuicios y convertirse en lo que su alma clamaba con desesperación: mostrarse tal cual son y ocupar espacios que antes estaban reservados solo para mujeres heterosexuales.
Cris fue una de las primeras mujeres trans en encabezar un espectáculo de revista en la calle Corrientes y Mina es modelo trans pionera en las pasarelas de España y París.
“Cris Miró (Ella)”, se verá a partir del segundo bimestre de 2024. La serie original de TNT y Flow está basada en la novela “Hembra, Cris Miró – Vivir y morir en un país de machos”, del periodista Carlos Sanzol. Además del protagónico de Mina cuenta con la presencia de Katja Alemann, Victorio D’Alessandro, Martín “Campi” Campilongo, Agustín “Soy Rada” Aristarán y Adabel Guerrero, entre otros.
¿Qué cosas descubriremos de Cris a través de la biopic?
– Su costado más sensible y humano. Nos centramos en un momento muy concreto de su vida, sus años de mayor intensidad, un tiempo antes de la fama y durante toda esa eclosión en los medios que tuvo a finales de los noventa. También su relación amorosa y por qué eligió esconder su enfermedad.
Cuando ella falleció usted tenía tres años. ¿Cuándo y cómo la descubrió?
– Gracias a la novela de Camila Sosa Villada, “Las malas”. Hay un pasaje del libro en el que menciona su muerte. Los personajes ven por televisión la noticia de su fallecimiento y la autora le dedica a Cris unas palabras bellísimas. En ese momento, leyendo, algo me emocionó muchísimo. Dejé el libro, me fui a la computadora y empecé a buscar por todas partes quien era esta mujer. No podía explicarlo, pero sentía que algo me conectaba con ella, que me fascinaba. Y desde entonces siempre estuvo allí, siempre fue una referencia lejana. Yo nunca había pisado Buenos Aires ni sabía de su existencia hasta ese entonces.
¿Cómo llegó de Granada, su ciudad natal, a Buenos Aires?
– Uffff, di muchas vueltas. La última etapa estaba viviendo en París. Y desde allí comencé a audicionar para la serie.
¿Cómo se enteró de la convocatoria?
– Hubo un casting abierto por toda la Argentina. Y lo que pasó es que muchas de mis amistades argentinas que vivían en España o en París recibieron esta convocatoria y me la mandaron. Me insistían para que me presentara. Y, obvio, lo hice.
¿Cuáles son sus expectativas respecto a la serie? ¿Cómo piensa que la va a recibir el público?
– Trato de no tenerlas, aunque es cierto que el proyecto está recibiendo mucha atención antes de su estreno. Mi única expectativa es que la gente pueda conectar con Cris. Ante todo, creo que es una serie muy sincera en la que estamos muy cerca de los sentimientos de Cris y su manera de pensar. Mostramos cómo tomó las decisiones que tomó, cómo vivió y para mí el objetivo es ese, que conectemos y que entendamos quién fue Cris.
¿Sintió la presencia de ella en algún momento del rodaje?
– Sin entrar en detalles, ella siempre estuvo. La invocamos y pensamos en ella todo el tiempo. Fuimos un gran equipo. Hubo una energía luminosa como la suya que nos acompañó durante todo el proceso de trabajo.
Cris no sólo fue una figura trans referente del espectáculo, sino que también abrió un camino para el resto del colectivo LGBTQ. ¿Lo siente así?
– Creo que tocó ciertas notas que la diferenciaron del resto. Tenía una bondad y una elegancia que sorprendió a la gente, y no pudieron encontrarle el punto para quebrarla. Hay algo que sucede con todas las minorías. Pienso que la gente está esperando el momento para decir “ahhh, viste que son todas iguales”. Ella tenía una calidez muy especial y estaba más allá de ese tipo de comentarios despectivos. Siempre desde la sencillez. No era un mensaje complejo el que estaba dando. Ella te estaba diciendo “yo soy así y no tengo ningún problema con ello, ¿vos lo tenés?”.
MOMENTO BISAGRA Y EL “NO”
Y ese “hilo rojo” que conecta a la actriz con su personaje, a la representada y a la representante, atraviesa todos los aspectos de la vida de esta española longilínea, que triunfa en Europa pero que eligió Buenos Aires como desembarco para cumplir su anhelo profesional. “Me encuentro en un momento bisagra, porque es una instancia de muchos cambios en diferentes áreas de mi vida”, confiesa, y agrega: “A lo largo de este año me han pasado cosas muy lindas, y es hermoso porque de pronto me hace soñar y tener nuevas ilusiones que antes no me permitía tener”.
¿Cómo es su historia? Su transformación, el proceso interno, familiar…
– En mi caso fue una historia fuera de lo convencional porque siempre fui muy ambigua. Ves fotos mías de pequeñita y tenía el pelo largo, ya era una nena. En mi casa no fue una sorpresa y siempre fui de la misma manera, no hubo un gran cambio digamos. No tuve que decir de un día para el otro “ésta soy yo”. Todo se fue dando de una manera muy gradual. Tuve la suerte de que al menos mi núcleo familiar me apoyó y comprendió, y eso fue un gran privilegio. Se los agradezco mucho.
¿Y cuando les contó que quería ser actriz y dedicarse al mundo del modelaje?
– No les quedó otra que aceptarlo. Desde que tengo uso de razón me gusta el teatro. Todo el tiempo estaba con un guion o un libro en la mano, era mi sueño. Siempre veía cine, era muy inquieta. A los 17 les dije que me iba de Granada a vivir a Madrid. Granada es una ciudad muy linda pero muy pequeña. No les causó demasiada gracia mi mudanza, pero sabían que si no lo hacía, me moría.
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Y aquella joven que dejó el sur para mudarse a la capital fue por todo. Comenzó a trajinar pasarelas y hoy desfila para grandes marcas, protagoniza portadas de revistas y fue la cara de un editorial de moda para Calvin Klein. Antes del modelaje, estudió arte dramático en la Real Escuela Superior.
“Ahí -dice- supe que lo mío estaba vinculado a lo escénico, porque es el idioma que hablaba. La carrera estaba demasiado encorsetada, con una mentalidad antigua. Así descubrí la performance fuera del ambiente académico. Me atraía mucho, admiraba a la Bowie o a la Siouxsie. Comencé en los cabarets de Berlín. Y una de esas noches me descubrió bailando el diseñador italiano Ricardo Tisci que en ese momento era el director creativo de Burberry. Hicimos un contrato exclusivo para desfilar para la marca y a partir de allí surgió todo el resto de las oportunidades. Tuve la suerte de que me descubriera una marca tan icónica y sobre todo un creador que siempre apostó por la diferencia. Yo tenía muy claro que las oportunidades eran pocas y que no podía dejarlas pasar”.
¿En qué cosas piensa que la sociedad avanzó y en cuáles piensa que todavía nos falta deconstruirnos?
– Por supuesto que hemos avanzado y hoy las chicas trans ocupamos muchos espacios por suerte. Gracias a Cris y a tantas otras yo estoy acá hablando con vos ahora. Igualmente, al día de hoy también sufro muchos rechazos. Escucho “no” todos los días. Pero está bueno luchar para conseguir las cosas y nunca bajar los brazos.