Andrea Wilhelm dejó su departamento en la ciudad de Nueva York en agosto y no está segura de si volverá alguna vez. A la diseñadora de software de 30 años le encantaba vivir en Nueva York: ir a espectáculos de Broadway, frecuentar parques para perros y dar los paseos casuales de la vida diaria. Durante casi 5 años, pagó voluntariamente los alquileres e impuestos premium de la ciudad, aunque tenía que trasladarse para trabajar en otro estado. Pero la pandemia la agotó.
“Yo pensaba ‘La ciudad va a volver. Para julio, todo estará bien’. Pero seguía sin estar bien”, dice. “No planeaba irme en absoluto. Fue un cambio completo”, agrega.
AUMENTO DE LOS SERVICIOS DE MUDANZA
Desde marzo, las inmobiliarias y las empresas de mudanzas han registrado una avalancha de solicitudes de personas que abandonan Nueva York, muchas de ellas familias jóvenes, ya que la pandemia impulsa la demanda de casas más grandes y más espacio al aire libre, al tiempo que facilita la reubicación al expandir el trabajo remoto.
Hasta ahora, el aumento no ha mostrado signos de desaceleración, dice Liz Nunan, presidenta de la firma inmobiliaria Houlihan Lawrence, que maneja las ventas de viviendas en los suburbios de la ciudad de Nueva York, y reportó su mejor año registrado en 2020. “Una de las cosas que aprendí en 2020 es que no tengo idea de lo que depara el futuro, pero me siento bastante optimista en 2021”, dice. “Creo que tendremos un año casi tan fuerte como resultó ser 2020”.
En 2020, las reubicaciones desde la ciudad llevaron al estado de Nueva York a registrar la mayor disminución de población de todo EEUU y su primera caída de población desde la década de 1970. Este éxodo ha generado un pequeño universo de artículos que debaten si la ciudad de Nueva York está muerta o moribunda, y qué se debe hacer -si es que se puede hacer algo- para ayudarla a recuperarse.
CIERRE DE NEGOCIOS Y DESEMPLEO
Ahora que EEUU enfrenta una crisis económica que probablemente dure más que la pandemia que la precipitó, tales preocupaciones no son exclusivas de la ciudad más grande del país. Los centros urbanos más pequeños que Nueva York, en todo el país, han visto con desesperación cómo los signos de un renacimiento tan buscado (nuevos restaurantes, negocios en edificios anteriormente abandonados) desaparecen casi de la noche a la mañana. “Este es un momento difícil para todos”, dice William Frey, demógrafo del Instituto Brookings. “El problema real es: ¿pueden estas ciudades mantener su vitalidad económica?”
En Nueva York, la pandemia ha cerrado teatros, vaciado oficinas, detenido el turismo y ha convertido las compras y los restaurantes en peligros que debes tomar bajo tu propio riesgo, destruyendo industrias que empleaban a una quinta parte de la fuerza laboral de la ciudad. Hasta un tercio de las pequeñas empresas de la ciudad podrían no sobrevivir a la pandemia, según estimaciones del grupo empresarial local Partnership for New York City. La mayoría de las empresas en el centro de la ciudad no esperan que el personal regrese a la oficina en su totalidad. Algunas firmas ya se han ido.
La situación ha llevado la tasa de desempleo de la ciudad a más del 12%, casi el doble del promedio nacional, engrosó las filas de las personas sin hogar e impulsó la salida de más de 300.000 personas como Andrea, lo que tensó aún más las finanzas públicas. En respuesta, los dirigentes de Nueva York han planteado la posibilidad de aumentar los impuestos y recortar servicios como el transporte, la recolección de basura y el mantenimiento de parques, mientras piden ayuda de emergencia a Washington D.C. para resolver los problemas financieros, ruegos que hasta ahora han caído en oídos sordos.
Michael Hendrix, director de política estatal y local del grupo de expertos de libre mercado del Manhattan Institute, teme que los posibles recortes aceleren aún más la salida de gente, al dañar las comodidades que hacen atractiva la vida en Nueva York y dejando una ciudad más pobre para quienes se quedan. “No es tanto la pandemia el mayor desafío para la ciudad de Nueva York”, dice. “Son realmente las consecuencias de segundo orden las que han asestado un golpe a la recuperación de la ciudad y a sus ciudadanos”. Continúa: “Nueva York no está muerta, pero está con soporte vital. Ya sea que su recuperación se mida en meses, años o décadas, está determinada principalmente por el grado de liderazgo que vemos en la ciudad. Y creo que es por eso que debemos estar tan preocupados”.
COMPETENCIA DE OTRAS CIUDADES
De alguna manera, tales preocupaciones son exclusivamente estadounidenses, lo que refleja los problemas de seguridad y los sistemas educativos débiles que distinguen a tantas ciudades estadounidenses de sus contrapartes en Europa y Canadá, dice Richard Florida, profesor de la Universidad de Toronto. Él predice que el abandono de ciudades fuera de EEUU será menos dramático y más temporal.
En Estados Unidos, sin embargo, el resurgimiento urbano de principios de la década de 2000 había mostrado signos de desvanecimiento incluso antes de la pandemia, a medida que la inmigración disminuía y se aceleraba el traslado a los suburbios. En Nueva York, la población ha ido disminuyendo desde 2016.
La expansión del trabajo remoto causada por la pandemia significa que la ciudad ahora compite con aún más lugares para acoger negocios y familias, una tendencia que es poco probable que se revierta por completo incluso después de que la vida vuelva a la normalidad, dice el profesor Florida. “Ahora las personas talentosas tienen opciones para elegir con el trabajo remoto. Esas elecciones se tomarán con cuidado”, dice. “Los grandes ganadores son los lugares con muchas comodidades, y la prioridad por las comodidades aumentará. Esto significa ciudades con hermosas costas o áreas rurales cerca de las montañas. Lugares como Miami Beach, Bozeman en Montana o Aspen en Colorado, o el Valle del Hudson en Nueva York”.
Andrea, quien inicialmente se mudó a la casa de su madre en Pittsburgh, Pensilvania, dice que no ha descartado por completo a Nueva York. Pero por ahora, está planeando un viaje por carretera a través del país, trabajando de forma remota mientras explora nuevas ciudades en las que potencialmente podría vivir. “Me subiré al auto y conduciré por el país, y veré si algo se siente bien”, dice. “Si no es así, veré dónde está el mundo en septiembre”.
Kevin Pearsall y su esposa salieron de la ciudad de Nueva York en marzo hacia Atlanta, Georgia. Después de años de enfocarse en su carrera en publicidad, el hombre de 35 años dice que querían una ciudad donde no sintieran que la vivienda y otros costos de vida siguieran siendo exagerados, incluso con sus importantes salarios de seis cifras. Ambos consiguieron empleos como trabajadores remotos para empresas de Nueva York, otra señal que los convenció de que la ciudad ya no era el único lugar donde podían combinar la oportunidad profesional y la vida social. “Todas las cosas buenas de Nueva York: bares clandestinos, jardines de cerveza… eso no es tan único como solía ser”, dice Pearsall. “Ya estábamos en marcha, pensando en irnos”. La pandemia “simplemente aceleró” la mudanza.
“SÉ QUE ESTA CIUDAD SE RECUPERARÁ”
Los líderes de Nueva York han expresado su confianza en que la ciudad seguirá siendo atractiva, señalando que la salida de unos pocos cientos de miles apenas hace mella en una ciudad de más de ocho millones.
“No voy a rogarle a la gente que se quede”, dijo en 2020 el alcalde Bill de Blasio. “Sé que esta ciudad se recuperará. Lo sé. Y sé que vendrán otras personas. Lo han hecho durante generaciones”. Agregó: “No podemos sobrevalorar este momento de la historia. Es un momento pasajero. Habrá una vacuna. Y luego todas las fortalezas de la ciudad de Nueva York se reafirmarán nuevamente”.
Los vecindarios que se vaciaron durante los confinamientos en 2020 fueron los más ricos de la ciudad, pero una encuesta del Manhattan Institute encontró que dos de cada cinco neoyorquinos dejarían la ciudad si pudieran vivir en cualquier lugar que quisieran, con mayor insatisfacción entre aquellos con ingresos más bajos.
Hendrix dice que es tentador esperar que surja una ciudad más asequible si los ricos se van, pero le preocupa que tal éxodo genere aún más desafíos, dada la dependencia de la ciudad de los residentes con altos ingresos para la recaudación fiscal. “No hace falta que la mayoría abandone la ciudad o que la mayoría cambie su estilo de vida para hacer una gran diferencia”, dice.
El profesor Florida dice que es probable que las ciudades más grandes, como Nueva York y San Francisco, sigan siendo un atractivas para los jóvenes, que deberían beneficiarse si los alquileres continúan cayendo. Pero advierte que después de crisis anteriores tales descensos fueron de corta duración. Y en otras partes de Estados Unidos espera que los centros comerciales de las ciudades, incluso algunas del creciente “Sunbelt” (“Cinturón del Sol”, sureste y suroeste de EEUU), enfrenten grandes desafíos. “Las distritos comerciales, esos lugares que apilaban y apilaban trabajadores en torres verticales, se encuentran en un verdadero ajuste de cuentas”, dice.
Publicado en cooperación con Newsweek México / Fotos: Getty Images/Gentileza Newsweek México
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